´Aviso para navegantes´, M. Dolores García

Constatado el desastre de la  consulta de la Diagonal, tres enseñanzas se pueden extraer sobre esta crisis.

Primera: la política no puede ser una huida hacia delante. Desde hace ya algún tiempo la clase política catalana tiende a afrontar los problemas dando pasos a la desesperada. Es esa misma desaforada reacción hacia no se sabe dónde la que ha llevado al Estatut al actual callejón sin salida. El alcalde Hereu tampoco resistió la tentación de entregarse al deporte de probar experiencias nuevas sin red para fabricarse un liderazgo y la cosa ha acabado mal.

Hace apenas dos días, ante la evidencia de que la opción defendida por la ingente maquinaria municipal no saldría airosa, el PSC se preparaba para ensalzar el inédito ejercicio de participación auspiciado por la siempre avanzada y moderna Barcelona. El argumento iba a ser difícil de vender. Porque fue la incapacidad de llegar a un acuerdo sobre la Diagonal y el tranvía lo que condujo a la consulta. No al revés. Si de verdad se hubiera querido dar un salto en la calidad democrática del gobierno barcelonés, implantando un nuevo modelo de participación, se habría planteado en esos términos desde el principio de la legislatura. Las huidas hacia adelante sólo llevan al borde del precipicio.

Segunda: la lejanía entre la política y los ciudadanos es enorme. Aunque la plaza Sant Jaume no es la plaza Sintagma, por ahora, el horno no está para bollos.

Se podía olfatear en el ambiente la profunda insatisfacción de una sociedad que vive momentos duros. Se palpaba el mayúsculo enfado que se iba gestando alrededor de una iniciativa que, con la que está cayendo, resultaba extemporánea. Lo que se presentó como una fiesta de la democracia fue visto como un derroche inmoral, interesado y ridículo, casi como un insulto ante las dificultades del ciudadano de a pie. No es Hereu el único que debe tomar nota.

Tercera: la política está indiscutiblemente asociada a la autoridad. Esta consulta de la Diagonal no se la inventó Hereu, pero él no supo frenar a tiempo la ocurrencia. En las semanas previas al referéndum, en el Ayuntamiento se felicitaban por haber atraído el foco ciudadano sobre el alcalde por un asunto que nada tenía que ver con la inseguridad o la limpieza en las calles. Hereu marcaba la agenda, qué más se podía pedir. El alcalde dio ayer un golpe de autoridad con la destitución de su mano derecha. Bien, pero el prestigio se gana a diario, aunque se pierda en un instante.

17-V-10, M. Dolores García, lavanguardia