Al término de la breve visita a Puigcerdà, José Montilla no ocultaba la satisfacción que le producía haber cumplido con un compromiso histórico: estampar su firma de presidente de la Generalitat, junto a la que delegó el presidente Sarkozy en su ministra de Salud y Deportes, Roselyn Bachelot, asistiendo sus colegas española, Trinidad Jiménez, catalana Marina Geli, y de Andorra.
Dos firmas ineludibles entrambos estados que legitiman el convenio y estatutos de la Agrupació de Cooperació Territorial Hospital de la Cerdanya (AECT). Una idea catalano-catalanista que sugirió, años ha, el alcalde de Prades, refugio de guerra y paz de Pompeu Fabra y Pau Casals. Un moderno Tractat dels Pirineus que deja para el túnel del tiempo la dramática mutilación del país catalán, a cambio de un europeísta reencuentro propulsado desde la gran Barcelona, polo euromediterráneo por excelencia.
Montilla y acompañantes presidieron una ceremonia sin alharacas, abierta por el alcalde de Puigcerdà, Joan Planella. Recorrieron las obras del futuro hospital, único en su género, construido sobre el mismo límite fronterizo, con entradas y salidas hacia los dos territorios estatales. Obras que concluirán el 2012.
Entre tanto, arquitectos y profesionales médicos y sanitarios de ambas partes estudian y dictaminan la distribución de quirófanos, dispensarios, laboratorios de investigación y estancias para pacientes y personal de enfermería. Un inédito plan estratégico en el que se vuelcan catalanes de norte y sur. Las regiones de Toulouse y Montpellier (capitales de Occitania), con sus facultades de larga tradición , reconocen una vez más la veteranía, no menos secular, de la gloriosa ciencia médico-científica barcelonesa.
Por cierto, que en aquel espectacular escenario del Pla de la Rigola, al pie de la muralla pirenaica ("En els teus peus, a ratlla de la plana", dice un verso maragalliano), asistía una de las eminencias médicas universales de nuestro tiempo. El doctor y cirujano Francisco Vilardell y Viñas estaba allí en calidad de presidente de la asociación de la Legión de Honor, institución a la que pertenecía Samaranch, Gran Cruz, siendo miembros los comendadores Jordi Pujol y Pasqual Maragall. Vilardell, que pasó por la Sorbona y la Universidad de Filadelfia, ha sido presidente durante tres lustros del comité técnico de laOMSy también presidente mundial de los digestólogos.
Honrosa presencia que apreciaron José Montilla y Trinidad Jiménez, al igual que el embajador Delay y el cónsul general Pascal Brice, que tan a pecho ha defendido el futuro modélico Hospital de la Cerdanya. Todo un símbolo, producto de la democrática europeización en lento proceso de cristalización, que tiene en Catalunya uno de sus más activos propulsores. Preocupados franceses e hispanos por igual de la salud ciudadana y de la salud de la democracia.
29-IV-10, Jaime Arias, lavanguardia