James R. Schlesinger, secretario de Energía de EE. UU. durante la administración Carter, afirmaba que en materia energética sus conciudadanos sólo sabían adoptar dos actitudes extremas: complacencia o pánico.
Muchos habitantes de la provincia de Girona acaban de experimentar en carne propia una de tales situaciones de pánico. Los medios nos han mostrado en toda su crudeza la situación creada por el colapso de la red eléctrica tras el impacto de un temporal de nieve de carácter excepcional. En realidad, basta conocer el significado de la palabra energía para hacerse cargo de las consecuencias que su carencia acarrea. Energía es la capacidad que tiene un sistema físico para realizar un trabajo. La energía está en la base de todo. Sin ella nada es posible. Podemos pensar que la energía es algo abstracto relacionado con las estrellas y los átomos que sólo interesa a los científicos. Sin embargo, también resulta fundamental para los ecosistemas y el bienestar económico: sin energía los seres vivos mueren y el desarrollo humano se paraliza. De ahí la necesidad de situar los asuntos relacionados con la energía al máximo nivel estratégico en el gobierno de un país, pueblo u hogar. Y también de conferir a la seguridad del suministro un papel prioritario en la sostenibilidad del sistema energético, por encima de otros aspectos, también importantes, como son los precios y el impacto ambiental.
Volviendo de nuevo a lo sucedido en Girona, resulta lógico que a la exigencia por lograr un inmediato restablecimiento del suministro eléctrico se le haya sumado la de la depuración de posibles responsabilidades por parte de la compañía Endesa y del Gobierno de la Generalitat. En general, a la primera se la acusa de no haber efectuado las inversiones necesarias y de tener descuidada la infraestructura de distribución. A la segunda de no haber sido lo suficientemente diligente a la hora de supervisar las actividades de la compañía. Esperemos que los expedientes y otras actuaciones en curso aclaren en breve estos extremos. Mientras tanto ha llegado el momento de la reflexión. Y la primera es cómo evitar que, tras el pánico y la búsqueda de presuntos culpables, la población de las comarcas de Girona y sus representantes políticos se instalen en la complacencia, aplazando el análisis de las carencias en materia de seguridad del suministro eléctrico y posponiendo la toma de una serie de decisiones que no admiten más demora.
Porque en lo referente a la seguridad de suministro eléctrico, los números de Girona revelan serios desequilibrios. Las estadísticas muestran que en el 2007 la producción eléctrica en la provincia de Girona tan solo representó el 1,7% de la del conjunto de Catalunya, mientras que la misma relación referida al consumo se elevaba al 9,9%. Asimismo, resulta llamativo constatar cómo en la fecha citada la producción eléctrica de las comarcas gerundenses apenas alcanzaba a cubrir el 16,1% de su consumo, frente al 92,6% de cobertura obtenido en el conjunto de Catalunya.
Ante una situación de dependencia del suministro externo como la comentada, resulta aconsejable potenciar la producción a partir de fuentes autóctonas y mejorar las interconexiones. Pues bien, en relación con el primer punto, en el 2007 la producción eléctrica de Girona a partir de fuentes renovables y de la cogeneración cubría el 13,9% de su consumo, por debajo del 16,8% alcanzado en todo el territorio catalán. Y por lo que respecta a las interconexiones, la situación tampoco puede todavía considerarse resuelta por el retraso acumulado en la MAT.
Como recogen las estadísticas del periodo 1992-2007, las deficiencias comentadas vienen de lejos. Por ejemplo, resulta sorprendente que en el transcurso de quince años la generación eléctrica en la provincia de Girona haya caído un 0,26%, a la par que el consumo aumentaba un 36,9%. Una tendencia que difiere ostensiblemente de lo acontecido durante el mismo periodo en el conjunto de Catalunya, donde la producción creció un 32,4%, al mismo tiempo que el consumo lo hacía en un 39%.
Tras los duros momentos vividos, ha llegado la hora de que Girona empiece a mejorar su eficiencia, expanda la generación eléctrica a partir de fuentes renovables y se aplique en adecuar la red de transmisión a sus futuras necesidades. Y para ello resulta imprescindible reemplazar la vieja cultura nimby o "de no en mi patio trasero" (not in my backyard),por otra más acorde con los tiempos y conocida como yimfy o de "sí frente a mi casa" (yes in my frontyard).