Que el juez Garzón sea suspendido de sus funciones y juzgado a instancias de la ultraderecha por investigar la desaparición de personas durante la Guerra Civil y el franquismo lleva camino de culminar una tragedia política. Ante los ojos del mundo se va a poner de manifiesto la grave crisis institucional que asuela a la democracia española.
Obsérvese que están en crisis, con su legitimidad más cuestionada que nunca y sufriendo batallas internas, el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Supremo y la propia Audiencia Nacional. Y esto ocurre en el apogeo de una crisis económica de la que nadie vislumbra la salida. La opinión pública, según todos los sondeos, ya no confía en los titulares del poder ejecutivo y no encuentra en el legislativo más alternativa que un partido agobiado por los casos de corrupción que le afectan... La Tormenta Perfecta no necesita tantos ingredientes. Cualquier observador externo desapasionado llegaría fácilmente a la conclusión de que el Estado, el Estado español, ha dejado de funcionar.
...Comparada con los escrúpulos anglosajones, la justicia española parece un ruidoso guirigay patrimonializado por fiscales matones, magistrados falangistas y justicieros desenmascarados que, juntos, están a punto de provocar un cataclismo.
28-III-10, Jordi Barbeta, lavanguardia