´Una historia conocida´, M. Dolores García

Ésta es una historia que seguro que les suena. Hace nueve años que ocurrió. Para narrarla, sólo hay que bucear en el pasado (www.lavanguardia.es/hemeroteca). Comienza en puertas de la Navidad del 2001. El 15 de diciembre este diario titulaba así: “Nieve y caos”, con un cuerpo de letra que daba miedo. Media Catalunya paralizada por un temporal de nieve. Repasar ese día y los posteriores es una experiencia reveladora. “Atrapados”, era el titular del segundo día, más llamativo, si cabe, que el anterior. La nevada bloqueóa 4.000 conductores, que pasaron la noche en la carretera. El tercer día asomaba el enfado: “Catalunya se despierta inquieta de la nevada”. Lleida, aislada. El malhumor afloraba. Según este diario, “la coordinación de emergencias se creó cuando ya estaba nevando”.

Estábamos a punto de estrenar la presidencia española de la UE. Barcelona iba a acoger alguna cita europea. Y el apagón dejó la ciudad a oscuras. Un millón de afectados por los cortes de luz en Catalunya, aunque las crónicas relatan que al cuarto día quedaban unos 500 sin suministro. Saura acusaba a CiU de “connivencia” con Fecsa. ERC criticaba que se hubiera pedido ayuda al ejército, mientras otros lamentaban que su presencia hubiera sido tan fugaz. Los alcaldes clamaron al cielo. El de Lleida, Antoni Siurana (PSC), cargó contra el “desgobierno” de la Generalitat. El Govern culpó a los ciudadanos por coger el coche.

Si acaso, las diferencias entre aquel episodio y el actual son políticas. Pujol admitía al cuarto día que la nevada le desbordó, el conseller de Interior pedía comparecer en el Parlament y Pasqual Maragall proponía una comisión de investigación. Ahora no se ha oído nada de eso. Pero aquella nevada será recordada por el error de Artur Mas. El delfín de Pujol acudió el primer día de la nevada, un viernes, a la inauguración de la discoteca de un dirigente de Unió. De ahí que CiU no sea ahora tan beligerante.

La secuencia entre lo ocurrido en el 2001 y lo visto la semana pasada es tan similar que cuesta
creer que la inoperancia se pueda calcar con tanta precisión, pese a que han transcurrido nueve años. Los suficientes para no olvidar. Los necesarios para mejorar la respuesta ante unas condiciones climáticas que, también entonces, fueron calificadas por el Govern de CiU de “excepcionales”, término muy apreciado estos días. Tomen nota, pues, los que gobiernan y los que aspiran a gobernar que llevamos camino de convertirnos en un país de excepcionalidades habituales: de esos en los que nieva en invierno y, en verano, se queman los bosques.

16-III-10, M. Dolores García, lavanguardia