Tengo 14 años. Estoy en 2º de ESO y me siento afortunada por ello. Pero estoy en contra de la obligatoriedad de seguir en el instituto hasta los 18 años, ni para mejorar la calidad de aprendizaje ni la preparación laboral. Si uno ha tenido seis años en primaria y cuatro en secundaria, dudo que con dos años más se consiga lo que no se ha conseguido hasta el momento. Además, obligar a algo que no quieren no hará más que complicar las cosas, para ellos mismos y para el desarrollo de un oficio en el que sí serían muy capaces. Y para los que de verdad quieren aprovechar esos dos años y no pueden porque los que no quieren estudiar entorpecen las clases. Por todo ello, espero que no se aplique esta ley, que creo que no conducirá a ninguna mejora, sino todo lo contrario.
15-III-10, Valeria Cedeño, cartasdeloslectores/lavanguardia
Opino igual que Valeria Cedeño, nada bueno resulta de obligar a permanecer a un chaval calentando la silla en un instituto hasta los 18 años (15/ III/ 2010). ¡Ya fue malo ampliarlo de los 14 a los 16! Quizás los españoles queden bien en la foto europea, o se retrase la edad de entrar en paro, o se creen más puestos de trabajo en el sector educativo... pero el coste social de tener estudiantes mal preparados, sin experiencia laboral de aprendizaje es alto (más paro, contratos abusivos, precariedad...). Y esto no se soluciona con los minicursillos del Inem. Den la oportunidad de aprender dentro de las empresas a partir de 14 años y los resultados a los 18 serán buenos.
15-III-10, Emilia Putin, cartasdeloslectores/lavanguardia
¡Hay que ver la de desastres que provocan las buenas intenciones en educación! Claro que las buenas intenciones se las pueden permitir los políticos, los profesionales que están en primera línea ante la realidad necesitan algo más. Lo que deberían hacer - y no harán-los políticos es preocuparse menos por ganar una hornacina en el altar de la beatería pedagógica y más por escuchar a los docentes que, supuestamente, son sus vicarios (no sus sicarios). Antes de jugar a maximalismos que pongan solución a la necesidad de detectar y tratar precozmente los trastornos de aprendizaje y, en segundo lugar, especialmente en Catalunya, que contesten a esta pregunta: ¿por qué nuestros niños de primaria se encuentran entre los alumnos que menos suspenden de Europa y cuando llegan a secundaria se encuentran entre los que más suspenden? Por favor, señores políticos: ¡atrévanse a mirar cara a cara a la realidad! Es cierto que la realidad mancha, pero ese es el precio que hay que pagar si se quiere aspirar a algo serio.
15-III-10, Gregorio Luri, filósofo y pedagogo, cartasdeloslectores/lavanguardia