´APM´, Víctor-M. Amela

Una de las más brillantes aportaciones de TV3 a la cartelera televisiva española ha sido el programa APM.Ya he escrito que no se trata de un simple programa de zapping -como vemos tantos en casi todas las cadenas- mediante una mera acumulación de estampas televisivas graciosas o extremas, una burda ordenación de fragmentos audiovisuales. No. La yuxtaposición de imágenes heteróclitas y de diversos orígenes tiene en APM una función, una intención: generar un nuevo sentido cómico, un gag, un chiste insospechado -pues va más allá de las piezas que lo conforman-, levantar un mensaje cáustico (especialmente eficaz a costa de imágenes que expresen pulsiones anticatalanistas o antibarcelonistas, la mayoría regaladas por Telemadrid). Me quito el sombrero ante el ingenio que los guionistas y montadores de APM despliegan para extraer esos sentidos nuevos de tantísimo material fragmentario y disperso. Aplaudo. También digo que hay cierto momento en que, viendo APM,me aburro y hago zapping: cuando aparece ese tipo -"homo zapping", creo que le llaman- que se pasea por la ciudad reproduciendo gestos, actitudes, sintagmas o frases emanadas de algún momento televisivo. No le veo la gracia: ¿de qué se trata? ¿De provocar al interlocutor? ¿Y? ¿De certificar hasta qué punto son populares esos tics televisivos? ¿Y? ¿De popularizar esas expresiones? ¿De crear desconcierto? El desconcierto es mío: en un programa que busca sentido, ¿qué sentido tiene tan vacua sección? ¿Qué me aporta? Nada: me aburre, no me hace gracia, zapeo.

31-I-10, Víctor-M. Amela, lavanguardia