´Se puede cambiar´, Cristina Sánchez Miret

Según el III Estudio sobre Compras en Navidad en España realizado a más de 800 personas por el portal de internet de compraventa PriceMinister, el 75% de los españoles están descontentos con su regalo o regalos de Navidad. Están menos satisfechos los hombres que las mujeres y aciertan más los familiares directos que los familiares políticos.

Independientemente de si esta es o no una encuesta representativa y del porqué de estos resultados, es cierto que muchos regalos producen más insatisfacción que alegría puesto que se ha pervertido completamente el sentido del regalo en su paso de inesperado a obligado.

Queda poco de la magia de obsequiar ante el extendido y publicitado uso social de otorgar presentes en determinadas fechas. Además, en nombre de una mal entendida racionalidad práctica, hoy más que hacer regalos cumplimos básicamente, mejor o peor, con encargos más y no menos directos; ya sea porque hay una lista escrita o no, en una carta, o porque se han hecho sugerencias más y no menos insistentes, menos y no más veladas.

Hay quien no atiende a las señales - y no me parece mal porque regalar debiera ser algo que a uno le apetezca hacer sin más imposición o requerimiento ni en el mismo hecho ni en aquello que se regala-,pero a la mayoría cumplir bien con las expectativas nos lleva no sólo a regalar cuando y a quien toca, sino también a acompañar nuestros regalos - a su entrega-de la coletilla "se puede cambiar" como si fuera obligado excusarse ante un presupuesto desacierto más allá de los casos en los que haya una imposibilidad real - por ejemplo que no sirva la talla-de usarlo.

En el portal proponen vender los regalos, de hecho muchos lo han hecho ya estos días; yo no preveo esa posibilidad, aunque nome parece mal, porque pone en evidencia que lo importante no es regalar sino el regalo en sí, y no es lo mismo una cosa que otra. Hay regalos que no me gustan, pero no los cambio porque aprecio en ellos cada vez que los uso o los veo la voluntad de agasajarme de aquel que me ha obsequiado. Hay regalos que uso sin emoción o que directamente doy - sin remordimientos, si sé que pueden ser útiles para otros-porque sé que no han sido hechos con el corazón.

10-I-10, Cristina Sánchez Miret, lavanguardia