īLlamada al deberī, Norbert Bilbeny

La política catalana ha reaccionado. Gobierno y partidos han tomado medidas en favor de la transparencia y las buenas prácticas. Quizás no sean todas las que se debían tomar. O no lleguen a cumplirse. Pero son buenas y, en todo caso, es mejor que haya medidas en lugar de que no las haya. Otra cosa es la eficacia y el compromiso que las acompañen.

Decía Jeremy Bentham, político utilitarista, que es verdad que hay que velar por la seguridad y no sólo por la libertad. Él era un liberal. Pero añadía que además de preocuparnos por la seguridad ante los malhechores, hay que hacerlo por la seguridad ante los instrumentos de gobierno. Y era un defensor del gobierno. De eso se trata. De considerar a la luz de la libertad y la seguridad las diversas medidas tomadas contra la corrupción. Veamos: si ya había medios para evitar la corrupción, ¿por qué esas medidas? Cuidado. Son tan serias, apremiantes y apoyadas por los políticos, que se abre la sospecha de que quienes las proponen están reconociendo que, en su conjunto, no tuvieron en cuenta las medidas ya preexistentes. Es decir, que obraron mal y por mucho tiempo. La nueva propuesta desmiente la afirmación: "No todos los políticos somos iguales". Es cierto que no lo son. O unos son más iguales que otros.

De admitirse que el reclamo anticorrupción delata una mala conducta anterior, se derivarían inquietantes consecuencias. La primera es que la sombra de la sospecha se extendería aún más, con la consiguiente mayor desafección de la ciudadanía. Ojalá no sea así, y que no se vea en las medidas correctivas actuales nada que lleve a sospechar de nuevo de la política. Pero dichas medidas dan que pensar. Pues ¿no existían ya antes? Existían tribunal y sindicatura de cuentas; control parlamentario y plenos municipales; comisiones de control en los partidos y una ley de financiación de estos; normas de control de los gastos electorales y códigos éticos en cada partido. Yun Código Penal para todos. Es decir: ya existían la ley, la democracia y la ética. Y siguen ahí. ¿Por qué se reclaman ahora como novedad? ¿Tan olvidados estaban? Para evitar la corrupción, casi todo lo que hace falta ya estaba. Leyes, pero que se apliquen. Democracia, pero que se ejerza. Ética, pero que se cumpla. Lo decisivo es la honestidad personal. No hay mejor medida anticorrupción que preguntarse cada vez: "¿Hago lo que debo?"

9-XII-09, Norbert Bilbeny, lavanguardia