´Montilla no es traidor: avisa´, Jordi Barbeta

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha venido a decir esta semana respecto a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut que "se acata y se calla", como si se tratara de un engorroso trámite administrativo sin mayor trascendencia. El presidente de la Generalitat, José Montilla, replicó inmediatamente con una lección de sentido común: "El Estatut -dijo- es la primera ley orgánica sometida a referéndum que ha sido recurrida ante el Tribunal Constitucional y eso no es un tema menor. Las sentencias siempre tienen consecuencias -añadió- y quien piense que una sentencia negativa no tendría consecuencias es que vive en otro planeta". ¡Este es mi Montilla!

Sin duda, la mejor virtud del actual presidente de la Generalitat es su sentido común. (No lo digo yo, lo sostiene una mayoría, según los sondeos de don Julián Santamaría). El president procura siempre mantenerse a salvo de las ocurrencias de sus socios en el tripartito, pero sobre todo se ha especializado en pronunciar frases sensatas cuando en Madrid Gobierno y oposición rivalizan en insensateces. Decía Zapatero que no había crisis y advertía Montilla que habría que empezar a apretarse el cinturón; cambia de criterio Zapatero y decide subir los impuestos y Montilla da a entender, al igual que la OCDE, que es una idea muy inoportuna. En fin, hasta con la crisis del Alakrana,el president sentó cátedra: "Las cosas siempre se pueden hacer mejor, pero lo importante es el final". Montilla está marcando tantas distancias respecto a Zapatero -hoy tampoco irá a Madrid a jalearle con el resto de los barones socialistas- que está poniendo a prueba la hipótesis del bolero: "Dicen que la distancia es el olvido...".

Y conste que Montilla, como buen conservador que es, lo que intenta es evitar males mayores y que Zapatero no se desentienda ahora del lío en que nos metió a todos el día en que se marcó el farol aquel de "apoyaré el Estatut que apruebe el Parlament de Catalunya". Montilla avisa -y el que avisa no es traidor-, porque la tormenta que se avecina no caerá sólo sobre Catalunya o sobre el tripartito, sino que descargará todo su aparato eléctrico sobre España. Zapatero ha dicho que hay que acatar y no deslegitimar el Tribunal Constitucional porque "es el corazón de la democracia". Perdón por el chiste: este corazón está a punto de fallar y fallará estrepitosamente si en vez de resolver el conflicto, que es para lo que se inventó el tribunal, lo exacerba y organiza un choque de legitimidades de difícil solución. Si el veredicto sentencia que la voluntad de los catalanes no cabe en la Constitución, habrá que cambiar la Constitución o los catalanes tendrán que cambiar su voluntad. Menudo follón. Efectivamente, se avecina una tormenta y, con razón, las vecinas empiezan a atormentarse.

22-XI-09, Jordi Barbeta, lavanguardia