´La hora de la discordia´, Fernando Trias de Bes

Para disgusto de muchos, hoy retrasamos una hora el reloj y volveremos a discutir si dormiremos más omenos, o si oscurecerá antes o más tarde. Alguno se acostará sin tenerlo claro todavía, hasta que mañana se despierte antes que su despertador, y a las seis y media de la tarde vea como oscurece.

El jaleo del cambio de hora se remonta a finales de la I Guerra Mundial y se generaliza en 1974, cuando la crisis del petróleo obligó a los gobiernos a buscar fórmulas para aminorar el consumo de electricidad. En el 2001 la Unión Europea aprobó que, con carácter indefinido, el último domingo de marzo los relojes se adelantasen una hora y se volvieran a retrasar el último de octubre.

Pero ¿nos ayuda realmente a ahorrar dinero? Pues no está tan claro. Para empezar, el ahorro de energía difiere según el sector de actividad y la situación geográfica de cada país. Por ejemplo, el ahorro de energía en Catalunya ronda el 5% y, en cambio, en Galicia, el 1% (al ponerse el sol por el oeste en Galicia alarga más la luz). Imaginemos, pues, cuál es la diferencia entre Varsovia y Lisboa. La propia UE no ha logrado calcular con exactitud el ahorro y ha reconocido que es imposible alcanzar "conclusiones universales" respecto a esta medida.

Algunos países contrarios al cambio de hora, como Francia, obligaron a la Comisión a encargar un estudio específico a la consultora Research Voor Beleid Int., el cual concluyó con un balance positivo. Pero el debate sigue abierto: según Manuel Toharia, director del Museo de las Ciencias de Valencia, "lo que se ahorra por la mañana se gasta de más por la noche, o viceversa, pero el tiempo bruto de actividad, con o sin luz solar, es el mismo que si no cambiáramos la hora".

Sin embargo, el año pasado el Ministerio de Industria calculó que el cambio de hora reduciría el consumo de luz de nuestros hogares en 60 millones de euros, más otros seis millones de comercios y empresas de servicios. En total, 66 millones de euros.

¿Y cuáles son los costes asociados? Un estudio encargado por la empresa Philips estimaba que el cambio de hora provocaba efectos negativos en un 35% de la población. En España, específicamente: alteraciones del sueño (23%), cansancio (21%) y dificultad para levantarse por la mañana (20%).

No es una exageración. Necesitamos diez días para asimilar el cambio de hora y esta alteración provoca un cansancio que reduce ligeramente la productividad. Suponiendo que esta bajase sólo un 1% durante los próximos cinco días, nuestro PIB se resentiría en 137 millones de euros. Como en marzo vuelve a cambiar la hora, la pérdida anual de productividad sería de 274 millones, más de cuatro veces el ahorro de energía.

Y eso sin contabilizar las pérdidas derivadas de la gente que faltará mañana a citas o llegará a deshorario a aeropuertos y estaciones por líos con los ajustes de despertadores y relojes. El pasado viernes, la persona que limpia mi despacho me preguntó: "¿A qué hora he de venir a partir del lunes?". "¡A la misma!", le respondí. "A la misma hora no puede ser - me dijo-,porque la hora ha cambiado".

Pero las pérdidas se extienden también… ¡a la bolsa! Mark Kamstra, Lisa Kramer y Maurice Levi, en su artículo Losing sleep at the market:The dayligth saving anomaly,concluyen que los brókers son especialmente vulnerables a la "desincronosis del sueño". Al sentirse más cansados y lentos de reflejos, el día siguiente a cada cambio de horario prefieren evitar riesgos y optan por inversiones seguras.

Para comprobarlo, analizaron los movimientos de las principales bolsas durante los últimos treinta años en el lunes siguiente a los domingos con cambio de horario. Conclusión: el cansancio de esos lunes provoca una fuerte aversión temporal al riesgo, que desemboca en una caída del precio de las acciones. En conjunto, estiman que provoca pérdidas de alrededor de 31.000 millones de dólares… ¡sólo en las tres mayores bolsas de EE. UU.! Su conclusión no tiene nada que ver con las bajas rentabilidades que se observan todos los lunes respecto al resto de días laborables (el llamado efecto fin de semana). Según el estudio, las oscilaciones en bolsa de un lunes posterior al cambio de hora son muy distintas de las de un lunes normal.

En resumen, que sería mucho mejor dejar las manecillas quietas. Pero a la UE le costó muchos decenios llegar a un acuerdo y ahora va a ser muy difícil deshacer el entuerto. Lo paradójico es que, en lugar de alterarnos el reloj biológico a tantos millones de personas, habría otras soluciones mucho más sencillas. El diario Faro de Vigo estimaba que si en toda España se realizara el encendido de las luces navideñas una hora más tarde de lo habitual, se ahorraría lo que durante esa hora produce una unidad nuclear.

Sea como sea, "buenas noches hoy, y buena suerte mañana".

25-X-09, Fernando Trias de Bes, escritor y economista, lavanguardia