Es lógico que en York estén orgullosos de su jamón dulce, e incluso que lo prefieran –aunque sólo sea por un patriotismo malinterpretado- al pata negra cinco estrellas de la extranjera sierra de Aracena. Pero en vez de tomarla con los productos derivados del cerdo, su competencia directa, han decidido cebarse (y nunca mejor dicho) en el foie gras, y si es francés más todavía.
El ayuntamiento de la pintoresca ciudad del norte de Inglaterra, famosa por su catedral y sus murallas pero no por la sofisticación culinaria –ni asomo de una estrella Michelín en bastantes kilómetros a la redonda-, se ha sumado a California y Chicago en la campaña internacional contra el foie, por la crueldad que significa alimentar con un tubo a los patos o gansos hasta que su hígado adquiere un tamaño diez o doce veces superior al normal, y entonces matarlos. Las diversas organizaciones pro defensa de los derechos de los animales, un poderoso lobby en este país, han aplaudido con fervor el gesto, pero no tanto las carnicerías y restaurantes, reacios a que las autoridades interfieran en su negocio.
A diferencia de los estados y ciudades norteamericanos que han prohibido la producción y venta del conflictivo alimento en su jurisdicción, el ayuntamiento de York carece de poder para impedir que un delicioso foie gras con salsa de chocolate, chutney de plátano y nueces espolvoreadas, por citar un ejemplo, se cocine en los fogones de un restaurante local (algo utópico, por otra parte). Pero se trata más que nada del gesto, y de que en el resto del planeta se ponga en el mapa una ciudad que en España se asocia sobre todo con el jamón.
El consistorio, por iniciativa del concejal laborista Paul Blanchard, ha aprobado una resolución que condena el consumo de foie como si se tratara de la proliferación de armas nucleares o la violencia en los Territorios Ocupados. Pero carece de poder para implementarlo, excepto dentro de las cuatro paredes del ayuntamiento, cuyos funcionarios ya no podrán llevarse en el túper –si es que se les había pasado por la cabeza- el hígado de pato que les sobró de la cena...
Una circular enviada por correo a todos los dueños de hoteles, restaurantes y carnicerías de York denuncia la tortura de los patos y explica por qué considera antiética la venta de foie gras. La campaña culminó en un acto en una de las principales calles de la ciudad, en el que la modelo vegetariana Adele Tyrala se dejó alimentar con un tubo para visualizar el infierno por el que pasan los animales antes de llegar al matadero con el hígado a punto de explotar. Pero no todo el mundo está de acuerdo con la iniciativa: "El ayuntamiento debería dedicarse a tapar los socavones y aliviar el tráfico, en vez de a estas chorradas", dice el e-mail de un residente. Las técnicas para alimentar forzosamente a las aves se remontan al Egipto de dos mil quinientos años antes de Cristo, cuyos faraones aparentemente ya sabían apreciar un buen foie, del que hoy en día Francia es el principal consumidor y fabricante. El estado de California –donde se puede comprar un rifle en cualquier esquina- ha aprobado una ley para ir reduciendo progresivamente el consumo hasta su total prohibición en el 2012. Algunos restaurantes de Chicago, en protesta contra lo que consideran una interferencia del poder y una cortapisa a la libertad de elección, han llegado a ofrecer gratis los hígados de pato a su clientela (la normativa sólo prohibe la venta), pero cobrando en cambio la guarnición a precio de oro.
Actores como el británico Roger Moore ("El Santo" y el agente 007) y Martin Sheen, o actrices como Pamela Anderson, Kim Basinger y Christina Applegate, están a la vanguardia de la campaña contra el foie y se han solidarizado con York. Aunque, derechos de los animales al margen, es tanta la obsesión en Hollywood con la línea que incluso consideran que el jamón de York tiene demasiadas calorías...
3-IX-09, Rafael Ramos, blogsLV24horas