entrevista a lŽescriptora Salwa al Neimi

Salwa al Neimi, estudiosa y escritora de un best seller erótico prohibido en el mundo árabe. Tengo la edad de crecer en el goce inteligente de los sentidos y las palabras. Nací en Damasco: hui porque no aguantaba tener que mentir para poder ver a mi novio. Estoy muy casada. Los árabes hemos acabado siendo la caricatura retrógrada que Occidente hizo de nosotros.

¿Tienen algo que enseñarnos los clásicos árabes sobre el erotismo?

Comida rápida, transporte rápido... Y sexo rápido. Aquí ustedes priorizan la urgencia sobre la plenitud. Si lee los clásicos árabes, en cambio, encontrará un tesoro de enseñanzas sobre el refinado goce del tempo, que es la llave del placer.

¿En qué sentido?

Al placer se llega tras superar la urgencia de la necesidad y luego la premura del deseo, y allí, esperándole - porque nunca tiene prisa-,está el placer de los sentidos, con el que alcanzará formas de conocimiento y de perfección espiritual cada vez mayores.

Ando tan ocupado intentando conseguirlo que nunca llego a alcanzarlo.

Mis clásicos árabes pueden darle las palabras para que lo encuentre. Las palabras son mi afrodisiaco: no fallan nunca.

¿Las orejas?

Las palabras, leer en voz alta, decir los nombres: le aseguro que mis momentos de mayor erotismo los he vivido en la biblioteca.

Le creo.

Yo encontré en la biblioteca de los clásicos el tesoro de sensualidad que nos han amputado los censores rigoristas e integristas que traicionaron la libérrima cultura árabe.

Ya hace unos siglos.

Aquí en 1492 en España ganaron los talibanes cristianos, con su estricta separación de alma y cuerpo y su condena del cuerpo...

... Y de paso de la higiene.

Y de cualquier placer que proporcionara. Los árabes amábamos el baño, los afeites y perfumes, el vapor, los tejidos que mimaban las pieles y anticipaban otros tactos, el agua de fuentes y jardines con todos sus goces...

El baño no era una delicia cristiana.

Nosotros jamás rechazamos el cuerpo, al contrario, lo mimamos porque para nosotros cuerpo y alma eran uno - lo son para mí-con el corazón, y por eso el erotismo era también el camino hacia Dios.

Al cuerpo aquí había que castigarlo.

En cambio, el camino de perfección que dictaba Occidente era la mortificación, el sacrificio, la negación de la carne hasta la tumba... Para nuestros clásicos árabes, esas obsesiones occidentales eran absurdo y tosco ascetismo retrógrado, un atraso.

¿Qué proponían sus clásicos?

Para los sabios árabes, el amor carnal era un camino de perfección en el que el orgasmo suponía el desmayo místico que permitía ascender a un estado de conocimiento superior en el trayecto hacia Dios.

Sugerente.

Por eso el árabe era la lengua del sexo. Para los sabios árabes, si se te privabas de sexo no te purificabas, al contrario, estabas enfermo mental y físicamente. Entendían la castidad no como pureza, sino como una perversa privación que acarrea enfermedad mental y física.

¿Por qué retrocedieron los árabes?

La larga marcha hacia atrás de la cultura árabe y el recorte de sus libertades comienza en el siglo XVII hasta culminar con el rigorismo y la mediocre represión actuales.

Pero ¿por qué?

Fuimos perdedores de todas las batallas de la tecnología y la ciencia frente a Occidente y por ello fuimos interiorizando el cliché que los occidentales fueron dibujando sobre nosotros los atrasados árabes... ¡Hemos acabado encarnando la estúpida caricatura de lo árabe que tenía Occidente!

El consuelo del vencido es persistir en el error.

Por eso han prohibido mi libro en casi todo el mundo árabe - en Líbano a los menores de 18 años-por pura ignorancia de lo propio: fíjese en que atribuyen mi sensualidad a "influencia occidental"... ¡Qué sarcasmo!

¿Escenas tórridas en su novela?

Citas de poesía clásica... ¡Pero si nuestros autores eróticos clásicos eran los mismísimos imanes, las autoridades religiosas!

¿El secreto es amigo del erotismo?

Para mí, no. Hui de Damasco porque me cansé de tener que esconderme y mentir por algo tan natural como ver a mi novio.

¿Por qué el árabe valora la virginidad?

¿Acaso no se esperaba de la novia que fuera virgen en España hasta hace poco?

Y aún habrá quien la espere.

Hoy lo habitual en el mundo árabe es la mentira: las mujeres no se casan hasta los 30 y pocos virgos los alcanzan, por eso en todos los pueblos hay clínicas donde se remiendan virgos con discreción.

Intuyo que exploran otros caminos...

Mire, yo no soy sexóloga, yo soy una gran lectora e intento ser escritora. Lo único que he hecho ha sido actualizar en mi novela todo un tesoro enterrado por el integrismo de conocimiento erótico y místico. No es casualidad que mi libro haya sido prohibido en el mundo árabe.

¿Tiene alguna esperanza de apertura?

Yo misma y otras escritoras como yo que exploran los límites de la libertad lo somos. Ahora mismo nuestro enemigo es el miedo cerval al debate que tienen las autoridades en todo el mundo árabe.

¿En qué sentido?

Tienen pánico a que se discuta en público cualquier cosa, ya no sólo la política, sino desde la existencia de Dios hasta el sexo. Tienen pavor a cualquier discusión abierta, un tremendo miedo a la libertad y quien desafía a ese temor tiene que exiliarse - como hace poco el egipcio Nasser Ahmed Abou Zeid-o sufrir las consecuencias.

Nos ha costado cinco siglos desmontar la herencia cristiana talibán de 1492 y, mientras, los árabes -que trajeron desde la aritmética hasta la filosofía del goce- han ido al revés: hacia el oscurantismo, el integrismo y su negación de la razón, el cuerpo y el corazón. El mundo árabe -denuncia Sawa- ha acabado encarnando la peor caricatura que de ellos había trazado Occidente. Las autoridades árabes tienen pánico no ya a la libertad, sino al mero debate, y sólo dejan el exilio para quienes quieren recuperar su pasado, como Sawa en La temperatura de la miel (Planeta) al demostrar que el erotismo no es la actual decadencia de Occidente, sino el antiguo esplendor del mundo árabe.

1-IX-09, Lluís Amiguet, lavanguardia