´El retorno´, Joan de Sagarra

Se acabó el veraneo. El regreso a la Gran Encisera, que en un principio parecía espectacular, o cuando menos divertido, ha resultado ser de una aplastante vulgaridad. Merdre! Hará un par o tres de semanas, cuando parecía que iba cuajando la idea del vicepresident Carod-Rovira de salir a la calle a manifestarse en defensa del Estatut, le había mandado un telegrama a Pietro, un viejo amigo, camarero del Florian veneciano, para que me alquilase, como ya ha hecho en otras ocasiones, un uniforme de capitán del séptimo regimiento de schiavoni para lucirlo en la manifestación convocada por el señor Carod-Rovira.

Los schiavoni eran, así les llamaban, los soldados que constituían las tropas escogidas y fidelísimas a Venecia, y que la Serenísima enrolaba en Schiavonia (Eslavonia), nombre entonces de las costas dálmatas, gobernadas por los venecianos. El uniforme es una preciosidad y últimamente es el que más suelo usar cuando, en mi condición de francés, "malgré elle (la France) et malgré moi", como diría Camus, salgo a manifestarme en defensa de este bendito país. La idea del señor Carod-Rovira de manifestarse antes de conocerse la sentencia del Tribunal Constitucional obedecía, según creí entender, a un principio de higiene deportivopatriótica: siempre es preferible manifestarse antes de que los señores del Tribunal Constitucional hagan con nosotros aquello tan desagradable que los turcos hicieron con Lawrence de Arabia. Porque después, para manifestarse por el paseo de Gràcia, a uno le tiemblan las piernas y no anda lo suficiente derecho ni al debido ritmo, lo cual, cuando encima se luce un uniforme de capitán del séptimo regimiento de los schiavoni venecianos, resulta muy desagradable. Ignoro las razones por las cuales el señor Carod-Rovira, en su condición de ciudadano, de patriota de a pie, parece haberse desdicho de su decisión primera - aunque, no hay que olvidarlo, ese país siempre ha sido muy masoquista, ya se trate de turcos, galgos o podencos-,pero, por si cambiase de opinión, sepa que tengo mi precioso uniforme en casa, recién planchadito, con su casco de plumas y su espada, listo para salir en defensa del país.

30-VIII-09, Joan de Sagarra, lavanguardia