´Gadafi, uno de los nuestros´, Alfredo Abián

Estados Unidos, Reino Unido… Todos se rasgan las vestiduras por la excarcelación y repatriación a Libia del único condenado por el atentado de Lockerbie. Una localidad escocesa sobre la que el 21 de diciembre de 1989 cayó un jumbo de la compañía estadounidense Panam, en cuyas bodegas estalló un explosivo. Hubo 270 muertos. Ahora se ha montado un escándalo porque el chivo expiatorio de aquella masacre ha sido recibido como un héroe en Trípoli, previa liberación decidida aparentemente por el Gobierno autónomo de Escocia. Que el reo tenga un cáncer terminal dice mucho del gesto humanitario de Edimburgo. Pero a nadie se le oculta que una decisión de este calibre difícilmente ha sido tomada por un ente regional, salvo que la Junta de Extremadura tuviese potestad para liberar a Bin Laden si el líder de Al Qaeda cumpliera condena en Mérida. ¿A qué vienen, pues, tantos aspavientos? Ni Bush hijo incluyó a Libia en su particular eje del mal.Es más, la excluyó de una vieja lista de estados terroristas. El pretendido guía de la revolución Muamar el Gadafi estaba cumpliendo sus deberes. Pagó al contado centenares de millones de dólares en indemnizaciones por el atentado, demostró que las grandes reservas energéticas de su país estaban al servicio de Occidente y constató que, tras casi 40 años al frente del país árabe, cualquier islamista radical que se moviera en su territorio recibiría un tiro en la nuca. Gadafi fue rehabilitado por Washington, Londres, París, Roma - la vieja y sanguinaria potencial colonial-y hasta por el Madrid de Zapatero. El histriónico hijo del nasserismo se convirtió así en uno de los nuestros por arte de una diplomacia cambiante y, en ocasiones, bastarda. Que nadie se escandalice, y volvamos a la jaima, que hace calor.

24-VIII-09, Alfredo Abián, lavanguardia