Economista, profesor de Matemáticas, ex conseller de Universitats i Recerca, presidente de la Barcelona Graduate School of Economics (BGSE); los intereses de Andreu Mas-Colell son tan variados como lo han sido sus ocupaciones profesionales. Inicia ahora una etapa de dos años al frente del Consejo Europeo de Investigación, pieza clave en la política científica europea. En esta entrevista, Mas-Colell habla de los últimos acontecimientos.
Europa se ha empleado en los últimos meses en políticas de estímulo de sus economías. ¿Qué balance hace de esas actuaciones?
En general en Europa, y esto debe de ser resultado de que tenemos muchos centros de decisión, se ha dado la sensación de que no se controla del todo la situación. Estados Unidos empezó con una situación peor que la española, en todos los aspectos. Pero aun así hay cierta consciencia de que han sabido controlar la situación, de que están en un periodo de expansión fiscal y de que saben qué consecuencias va a tener eso para su futuro. En Europa la sensación es de descontrol, de que se utilizan los déficits con mala conciencia...
Sobre España, usted ha señalado que el Gobierno debería dar un mensaje nítido de que piensa acabar con el déficit público en el 2012.
Sí. Y también tiene que explicar que el 2011 será un año de contracción del gasto o de aumento de impuestos. Lo digo con mucha prevención porque cualquier perspectiva de aumento de impuestos puede crear una dinámica de consolidación del gasto no reversible. Por ejemplo, crear más y más empleo público... Pero hay que ser optimistas y pensar que tarde o temprano se harán las reformas estructurales. No sólo la del mercado de trabajo; también la de las finanzas municipales. La burbuja inmobiliaria ha sido en parte provocada por una financiación local mal resuelta. Aún hoy, todos los ayuntamientos de España siguen pensando en cómo inventan nuevas formas de transformar su mayor activo - el suelo-en recursos. Ya sean huertos solares, de energía eólica, planes de vivienda…
¿Qué salvaría usted de la actual crisis?
La actuación del Banco Central Europeo (BCE). Ha dado una lección de estabilidad y saldrá reforzado de esta crisis La experiencia nos dice que las críticas que se le hacían por no bajar los tipos de interés eran equivocadas. Y se entiende que la política de dinero fácil alimentó la burbuja. El BCE ha sabido reaccionar a la situación y ha demostrado que no es una máquina con una sola respuesta.
Sobre la dimensión de la crisis, ha dado la impresión de que los economistas no han estado a la altura de lo ocurrido. E incluso hay quien acusa a los modelos matemáticos que utiliza el sistema financiero...
Esto es como lo del señor que se encuentra a su señora con el amante en el sofá ¡y con gran indignación se deshace del sofá! Me explico. El papel de los matemáticos y los economistas en esta historia es muy menor, muy técnico. ¿Ha sido esta una crisis tecnológica? A primera vista, no. Pero quizá pudiéramos decir que ha habido un elemento tecnológico en la crisis; esto es, la creencia en las posibilidades de las nuevas técnicas de aseguramiento, que han llevado a tomar riesgos con poca cobertura. Puede que sí, no estoy seguro de ello. Pero en todo caso, como en todas las crisis tecnológicas, la tecnología quedará. No tengo ninguna duda sobre el principio de que los riesgos deben diversificarse. Las matemáticas sólo añaden precisión.
Muy pocos economistas - salvo quizá Nouriel Roubini o Stephen Roach-supieron advertir lo que se nos echaba encima...
No fueron los únicos en advertirlo. Aquí mismo, en la Universitat Pompeu Fabra, el director de mi departamento, José García Montalvo, llevaba años diciendo que la burbuja inmobiliaria iba a pinchar. Es justo decirlo, porque hacíamos broma con él: "¿Qué, José, cuándo pinchará?". Y como él, encontraríamos muchos que advirtieron de lo que venía. Pero vayamos al fondo. La economía no es una ciencia precisa, no puede estar segura de algo basándose sólo en modelos teóricos y matemáticos. Tiene que haber un poco de experiencia. Ahora bien, trate de imaginar qué hubiera ocurrido si un grupo de economistas hubiera clamado para detener el crecimiento porque intuía que se acercaba la caída...
Dígamelo usted...
Que no les hubieran hecho el mas mínimo caso... Del mismo modo que, y ya puestos a provocar, nadie me haría caso hoy si advirtiera que el crecimiento chino debe moderarse porque no es sostenible..., ¡y todos sabemos que no es sostenible! Por lo tanto, querría ser humilde como economista y pensar que hemos vivido una experiencia muy seria, que han pasado cosas inesperadas, y que lo ocurrido debe incorporarse al saber general de la profesión. La economía es una disciplina que pide mucha reflexión, en la que todo el mundo es bienvenido. Saldremos de esta, absorberemos lo ocurrido, y, lo más importante, la interpretación de lo ocurrido saldrá de lugares como Berkeley, Stanford o el MIT y confiemos que también de alguna institución europea...
Usted fue responsable de la política de investigación entre los años 2000 y 2003 ¿Cómo ve la actual situación?
Creo que el Pacte Nacional per la Recerca está bien. Es inconcreto y general, que es lo que puede ser un gran pacto. Si los contenidos de ese pacto se desarrollan con sentido común, vamos bien. Pero debo precisar que en momentos de crisis como el actual, cuando no sobra el dinero, debe emplearse de manera lo más estratégica y efectiva posible. Y eso en España significa reforzar la financiación de entre 20 y25 centros o instituciones, que son los que nos permiten contar en el exterior.
A usted se le atribuye en buena parte el despegue de Barcelona como plaza biotecnológica. ¿En qué debe exceler Barcelona para ser relevante?
Quiero hacer una precisión. No quiero apuntarme lo de la biotecnología. Ha habido mucha gente implicada en ello y seguramente me dejaría algún que otro nombre... Pero debo decir que el primero en darse cuenta de que podíamos ser alguna cosa en Europa fue el doctor Joan Rodés, del hospital Clínic. Y eso es muy importante. Sin hablar del Parc Científic de Barcelona y gente como Màrius Rubiralta, ¿Qué les falta a Barcelona y a Catalunya? Yo diría que mantener la actual trayectoria. Barcelona ya está empezando a ser un referente en el sur de Europa. Pero no quiero ser triunfalista. El buen principio son las escuelas de negocios; y permítame decir que en economía nos estamos estableciendo con la BGSE. Pero nos falta que el sector biomédico se implique a fondo en la formación: nos convendría una facultad de Medicina con una buena orientación internacional, con estudiantes de todo el mundo. Y, desde luego, especializarnos en lo que somos fuertes, desde la medicina hasta la arquitectura y el diseño.
Usted fue uno de los ´tres tenores´ del acto que se celebró en el Iese en marzo del 2007 y en el que los empresarios reclamaban un reforzamiento del aeropuerto barcelonés. Después de la inauguración de la T1, ¿cómo ve usted las cosas?
Está bien tener un gran aeropuerto, y desde luego no voy a minusvalorar ese activo. El destino de las ciudades lo determina en buena medida la centralidad de su aeropuerto. Pero en el tema de la gestión, estamos donde estábamos hace tres años. No hemos progresado en nada en todo este tiempo. Por lo tanto, continuaría diciendo exactamente lo que dije en el acto del Iese.
12-VII-09, Ramon Aymerich, lavanguardia