´Olkiluoto´, Montserrat Domínguez

Olkiluoto es una isla en la costa báltica de Finlandia. Ahora que la literatura escandinava está de moda, se me antoja un nombre hermoso para una novela policiaca: Asesinato en Olkiluoto,por ejemplo. No le faltan ingredientes: allí trabajan, en turnos que cubren las 24 horas, cerca de 4.000 trabajadores procedentes de 30 países europeos, polacos la gran mayoría.

Tantos, que en los últimos años se han construido dos centros comerciales en la cercana localidad costera de Rauma, patrimonio de la humanidad por sus preciosas casas de madera. Entre los trabajadores están los ingenieros franceses de Areva y los alemanes de Samsung que están fabricando el reactor presurizado europeo (EPR), la joya - dicen-que inaugurará una nueva era energética: el Renacimiento nuclear.

Eso dicen, pero The New York Times llevaba a portada hace algunos días los retrasos en plazo - cuatro años-y el sobrecoste - un 50%-del proyecto. Ha arrastrado a pérdidas a Areva, y ha provocado roces peligrosos entre los promotores y las autoridades finlandesas. Algunos de los defectos que están retrasando la nueva planta parecen más propios del I+ D cañí (Imaginación + Desparpajo) que fruto de la innovación: ha habido que derribar y volver a construir parte del escudo que protege el reactor por defectos en las soldaduras y la cimentación. Los franceses dicen que, con 60 años de vida útil prevista, estos retrasos son pecata minuta, polvo no radiactivo que dispersará el viento. Y es que, al fin yal cabo, si Olkiluoto se convierte en el faro de la tercera generación de nucleares, proporcionará a Finlandia 1600 megavatios de electricidad obediente (constante y previsible), frente a las energías renovables (pero rebeldes) como el sol, el viento o las mareas, que fluyen a su antojo, impredecibles. Tan impredecibles como el gran vecino ruso, al que los finlandeses contemplan con escalofríos: cada vez que Moscú le corta el suministro de gas a Ucrania, se les hiela el alma, sólo de pensar que Medvedev les apague también el interruptor.

En toda Europa se asiste con expectación al nacimiento de la nueva central de Olkiluoto - la primera en veinte años en el Viejo Continente-.

Entre tanto, el Gobierno español ha optado por poner Garoña en off el 5 de julio del 2013. Zapatero ha optado por una decisión que traerá críticas tanto de los anti como de los pro nucleares: así reafirma una imagen de presidente independiente tanto de los intereses de la industria energética como de los ecologistas.

"No ha sido una decisión fácil", decía ayer el ministro de Industria, Miguel Sebastián. Seguro que no. Resulta imposible saber ahora si los recursos que absorbe Olkiluoto son la mejor inversión de futuro o un agujero negro y descomunal que jamás será socialmente rentable.

En eso consiste la política: en apostar, como ha hecho Finlandia, y como está haciendo España, por modelos energéticos distintos. Serán nuestros hijos quienes les juzguen, y ya no en las urnas.

3-VII-09, Montserrat Domínguez, lavanguardia