Tengo 36 años. Nací en el barrio del Carmel, vivo en Barcelona. Soy periodista y profesor en la UAB. Estoy soltero y sin hijos. ¿Política? Libertario. ¿Creencias religiosas? No, intento dominar cuerpo, mente, emociones y espíritu. Muertos Franco y Dios, el sexo ocupa la vacante.
¿Cómo viven los españoles el sexo?
En España conviven hoy dos tipos de obsesos sexuales: el pornófilo y el ultracatólico. Uno, obseso con la genitalidad; otro, con su aversión al pansexualismo.
Pero la mayoría estamos en medio.
Seguimos siendo reprimidos en lo que concierne al cuerpo.
Creía que nos los habíamos sacudido…
Saltar de la oración en familia del Padre Peyton al edredoning de Gran Hermano es una pirueta que apenas oculta que seguimos atendiendo a prescriptores sexuales: si antes lo fueron curas nacionalcatólicos y censores, hoy lo son publicitarios, programadores de la tele y tertulianos del corazón. Dictan cómo relacionarnos con los cuerpos.
¿Qué le ha llevado a esta conclusión?
Durante los últimos tres años he entrevistado a cien españoles - personalidades conocidas-sobre su relación con el sexo.
¿Y se le han sincerado?
Más de lo previsible. González Ledesma, por ejemplo, evoca lo sonrojante que era para un chico llegar a la mili sin haberse "estrenado". Él lo hizo en un "casa de tolerancia" de hogareño ambiente "donde se celebraban entrañables certámenes de poesía...".
¿Los burdeles como auxilio social?
Si perviven será porque hay necesidades sexuales insatisfechas en la vida de muchos hombres (y necesidades económicas de muchas mujeres). ¡Mal liberados estamos! Aunque Hernan Migoya sugiere que las mujeres españolas han declarado la guerra al hombre..., lo que las ha vuelto insoportables.
¿Qué personaje se le ha confiado más?
Berlanga me expone su pulsión sádica. Luis Aguilé habla de sus 300 mujeres. Landa, de su castidad. Escohotado, de sus orgías ibicencas. Alaska, de la entrega de su virginidad: "Era un trámite que cumplir: no sentí nada. Más tarde ya empecé a buscar mi placer". Verónica Echegui va más allá...
¿En qué sentido?
Explicita su fantasía de penetrar a un hombre, ¡y afirma que es común a muchas mujeres! Pero que el chico no suele colaborar...
Cómo somos...
Quizá pesen demasiado las etiquetas sexuales: hetero, homo, bi, lesbi, trans... Durante años fue reparador significarse, pero quizá en el futuro sea mejor no etiquetarnos.
¿Qué testimonio ha sido el más chusco?
Andrés Pajares cuenta que, de niño, una amiguita le calzaba un pequeño gorrito de papel en el glande: "¡Mira, como los nazarenos de Semana Santa, con su capirote..!"
Pajares sería luego prescriptor sexual.
En la escena final de una de sus películas tenía que besar a una mujer exuberante... y cuándo supo que era un transexual - un bombero de Chicago muy bien operado-se negó: ese final quedó sólo en tierno abrazo.
Somos hijos de prejuicios cambiantes...
Y muy duros para los homosexuales: ¡muchos acabaron en la cárcel, hundidos!
Hoy son estrellas televisivas: bien ¿no?
El presentador Jesús Vázquez, hijo de coronel, me recuerda que su padre solía llevar a casa a soldaditos mariquitas, graciosos. Luego supo que lo hacía para salvarlos de la crueldad homófoba del cuartel.
Militar compasivo.
En cambio, al presentador de televisión Jorge Javier Vázquez (educado en un colegio del Opus en la idea de que la homosexualidad era horrible), el día en que partía hacia Madrid, su padre, del extrarradio barcelonés, le prevenía: "Jorge, mucho cuidadito en Madrid, ¡que hay muchos maricones!".
¿Los prejuicios sexuales son transversales a todas las extracciones sociales?
La izquierda española ha sido homófoba y puritana: Carrillo me confiesa que rigió el PCE con criterios puritanos "por temor a que se nos infiltrase alguna Mata Hari"...
Para reprimir siempre hay excusa.
Y para ser irresponsable: "Nunca me he puesto condón ni me pondré", me dice Fraga. Dudo de que sea por fe religiosa: es disparatada chulería machista, desdeñosa con las propias responsabilidades. "Yo digo verdades sin condón", alardea Fraga. "¡No añadamos peso al pajarito!", bromea Pajares y esta clase de hombres carcas españoles.
¿Qué hombres españoles estarían en las antípodas de estos?
El joven actor Mariano Alameda triunfó en la serie Al salir de clase:una noche tuvo que encerrarse en su habitación de hotel, aporreadas puerta y ventana por fans apasionadas. ¿Era eso lo que quería? Sentado en el suelo, lloró. Hoy es un feliz psicoterapeuta.
Algo hemos mejorado, ¿no?
Era más sencillo oponerse a la moral sexual del franquismo que a la rubia despampanante junto al último modelo de automóvil. ¿Cómo escapar a la idea de que la felicidad pasa por acopiar dinero, fama y sexo?
Tampoco desdeñemos esas cosillas...
El sexo es energía creativa: veamos su dimensión espiritual de invitación al amor.
¿Le invitó al amor alguno de sus cien entrevistados?
Ejem..., una se interesó al saber que he practicado sexo tántrico...
¡Como Fernando Sánchez Dragó, nuestro iniciado nacional en tantrismo!
Iniciado en casi todo, je, je... No acepté sus condiciones cuando me brindó a su mujer japonesa - treinta años menor que él-para demostrarme cómo ha dominado los celos.
¿Qué condiciones no aceptó usted?
Dejarle mirar. Pero, sobre todo, faltaba lo principal: preguntarle primero a ella.
Si Gironella nos dio 100 españoles y Dios y 100 españoles y Franco,Barba quiere esclarecer cómo los españoles vivimos el sexo. Para eso ha conversado con José Antonio Marina y Susana Estrada, Santiago Auserón y Víctor Manuel, Berlanga y Peñafiel, Amargo y Landa... hasta cien personalidades de nuestra vida pública. Sus testimonios conforman un mosaico entre la represión y la banalidad, la desvergüenza y la hipocresía: 100 españoles y el sexo (P& J) retrata cómo vivimos por aquí nuestra pulsión sexual que, encauzada por la cultura, oscila entre la patología y lo sublime. "En la España del siglo XXI, Franco ha muerto, Dios ha muerto... y el sexo ocupa la vacante", concluye Barba.
20-VI-09, Víctor-M. Amela, lacontra/lavanguardia