entrevista a Joan Solà, lingüista, Premi d´Honor de les Lletres Catalanes 2009

La concesión, la pasada semana, del Premi d´Honor de les Lletres Catalanes al lingüista Joan Solà (Belllloc d´Urgell, 1940) no sólo supone un merecido reconocimiento hacia su ingente obra, sino que cierra un mes de satisfacciones personales: recibió el doctorado honoris causa por Lleida, ha sido elegido vicepresidente del Institut d´Estudis Catalans (IEC) y acaba de publicar el libro Plantem cara (La Magrana), una selección de sus artículos en el Avui.

Usted está reconocido por muchos como la autoridad moral de la lengua catalana. ¿Qué facetas de su persona y obra cree que se le reconocen con la concesión del Premi d´Honor?

He hecho un trabajo enorme, en complejidad y en productividad. Y he mantenido unas creencias y las he defendido; en mis artículos opto por el camino moral. Pero al estudiar la lengua, prohíbo las barretines.En una gramática no hay que hacer folklore, ni patriotismo, sino sólo una descripción técnica, rigurosa, de la lengua.

Acaba de ser elegido vicepresidente del IEC. En materia de lengua, ¿qué debería hacer el Institut además de crear las herramientas normativas y elaborar informes?

La Secció Filològica tiene la función de crear la norma, actualizarla y mantenerla. Tanto la léxica como la gramatical. Pero tiene también una función social: seguir los cambios y retrocesos de la lengua. Un aspecto menos evidente es ver en qué sentido el catalán ha de participar en las otras secciones. Hoy la investigación científica se tiene que hacer en inglés para que puedan leerte y tu currículum cuente. Hay que ser realista.

Usted ha sido siempre partidario de acercar el catalán oral al escrito. ¿Cree haber contribuido a que el Institut aceptara un catalán menos encorsetado?

No sabría decirlo. Yo soy un miembro de tantos. Y la aceptación de diferentes registros de la lengua se hace a base de comisiones de trabajo. Ahora estamos en la parte final de redacción de la parte de sintaxis de la nueva Gramàtica,en la que fui ponente. Mi espíritu y mis ideas están en el texto, pero justificándolas. Yo siempre les decía que debíamos ser conscientes de no fijar una lengua para satisfacernos a nosotros, sino que debe ser útil para los jóvenes. En todo caso, no puede ser la misma gramática que la de 1918, que era barcelonocéntrica porque era la variedad que Fabra conocía. En nuestra comisión analizamos todas las variantes dialectales para hacer una obra pancatalana.

Algunas cuestiones de léxico que aborda en sus artículos, ¿las plantea también en el IEC?

Cuando escribo un artículo, si tengo información del IEC, recurro a ella. Y de vez en cuando he defendido cosas en contra del Institut. Por ejemplo, he optado por la grafía deunidó.También es importante jugar con la lengua, no mutilar su parte jocosa. Todo lo que ha hecho Màrius Serra vale mucho más que lo que podamos hacer los gramáticos. La atracción de un buen poeta, de un buen conversador, vale más que todas las gramáticas. Yo me desdoblo en dos cuando conviene. Quiero potenciar la lengua y también vulnerarla. La lengua está para que los que sean capaces de hacerlo la vulneren. Lo hicieron muy bien Carner o Sagarra.

En cuanto al futuro del catalán, usted suele mostrarse catastrofista. ¿Acepta, como le ha reprochado el columnista Antoni Puigverd, tener una visión romántica de la lengua?

Niego rotundamente tener una visión catastrofista. Pero los periodistas buscan posiciones maniqueas o titulares llamativos. Ni soy catastrofista, ni pesimista, ni optimista. Soy un ciudadano informado que opina sobre la lengua. Y a veces con contundencia.

Yo veo la lengua como algo íntimamente ligado al individuo que la habla y al cuerpo social que la tiene. Y si tú, en la política global y cívica, mantienes un cuerpo social degradado y subordinado, la lengua también lo estará. Una lengua que pertenece a un pueblo menospreciado es una lengua menospreciada. Y si encima tienes otra lengua en casa, esta te acabará absorbiendo. Hay que mantener la dignidad de la persona, del grupo social y de la lengua, que son lo mismo. Esto se ha de tener claro desde el poder. Y plantar cara es no aceptar la subordinación, defender una lengua fuerte, poderosa y soberana, y velar por que no se degrade.

17-VI-09, R.M. Piñol, lavanguardia