´¿Será verdad tanta mentira?´, Jordi Barbeta

Esta semana el Partido Socialista ha vuelto a cantar victoria sobre el Partido Popular, al conseguir que el Congreso aprobara en forma de resolución las medidas anticrisis que se sacó de la manga el presidente del Gobierno en el debate sobre el estado de la nación. El contexto, las circunstancias y los argumentos de esta enésima victoria socialista y de la enésima derrota del PP permiten sostener que la política española ha quedado atrapada entre los dos extremos ya señalados por Marx (Groucho), o sea entre la nada y la más absoluta miseria.

Para poder cantar victoria, los socialistas recabaron los apoyos necesarios entre los grupos menores de la Cámara a cambio de descafeinar las trascendentales medidas que habían de acabar con la crisis. Al final las han dejado con menos ambición que una declaración de intenciones. Da igual. Se trata de iniciativas imposibles de llevar a cabo. El Gobierno por sí solo no puede obligar a las comunidades autónomas, a los ayuntamientos, a las universidades o a las empresas a aplicarlas porque sí. El día que se pongan todos de acuerdo ya será tarde, pero es que además todas las ayudas anunciadas carecen de previsión presupuestaria: nadie sabe quién lo va a pagar, ni cómo, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de asuntos que corresponden a competencias ajenas a la Administración central. Y por último, pero no menos importante: nadie con autoridad ha sido capaz de argumentar la validez de las decisiones tomadas, y varios con autoridad más o menos reconocida sí que han dicho que no sirven para nada, entre ellos el mismísimo Felipe González.

¿Será verdad tanta mentira? ¿Qué más da si lo importante era ganar un debate que con cuatro millones de parados se había puesto dificilísimo...? Efectivamente, ese es el sentimiento lúdico de la vida que inspira la actuación de los socialistas españoles del siglo XXI, para quienes nada es verdad ni es mentira: son socialistas y capitalistas a la vez y simultáneamente centralistas, autonomistas y federalistas, que pactan con el PP en Euskadi y con Esquerra en Catalunya, que impulsan el Estatut y lo dinamitan a continuación... En Catalunya incorporan hasta fenómenos paranormales: votan a favor y en contra de las mismas cosas - aeropuerto, financiación...-y hasta presentan candidatos invisibles, como ahora Magdalena Álvarezen las europeas...

Sostenía un célebre jugador de los Yankees que "quien no sabe adónde va, se arriesga a no llegar nunca". El drama político español es que nadie sabe adónde va Zapatero, pero tampoco a nadie le cabe ninguna duda de adónde quiere ir Rajoy. Es para reflexionar que frente a un proyecto político tan definido como el del PP, la mayoría o se deja tomar el pelo o prefiere cerrar los ojos, cruzar los dedos... y que sea lo que Dios quiera.

24-V-09, Jordi Barbeta, lavanguardia