El hombre se sube a una duna y dirige la mirada al sur, una larga lengua de arena todavía virgen que rodea la Marjal de Pego. "¿Ve todo eso? Todo eso serán casas". Es enero del 2009 y el interlocutor le mira perplejo. "¿Pero quién quiere usted que le compre esas casas?". "Los xinos - ríe el otro-,¡mos han dit que vindran los xinos!". La anécdota es tan real como implacable ha sido el furor urbanizador valenciano de los últimos años. Por suerte, la economía valenciana es algo más que eso. Hay una larga tradición industrial en el sur, de Alcoi a Ontinyent; hay habilidad para exportar en el norte, en la plana de Castellón. Y hay grandes estrategas en la distribución, como Juan Roig. Pero es cierto que el binomio construcción-turismo ha tenido un peso elevadísimo en la economía de ese país, hasta el punto de que lo convirtieron en modelo de referencia en los años de discurso triunfal.
Ahora todo eso se ha acabado. En el 2008 la economía valenciana creció un 0,5% según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Cuatro veces menos que las comunidades forales. El País Vasco creció a un ritmo del 2,1% y Navarra al 2%. En la presentación de los datos, el INE atribuía la diferente velocidad de esas dos comunidades al peso de la industria en sus economías. Puede que sea así, pero hay otras comunidades industriales - por ejemplo, Catalunya, la primera exportadora del Estado-a las que les ha ido bastante peor (0,7%) sin que hayan explicado la razón.
Sin embargo, el INE no decía nada de la importancia de la empresa pública en aquellas economías. Cuentan que lo primero que hicieron los hombres de Patxi López y Antonio Basagoiti cuando se reunieron para hablar de los pactos que deben expulsar a los nacionalistas de las instituciones fue hablar de empresas públicas. De cómo se las reparten y a quién colocan, vaya. En efecto, el País Vasco es una de las comunidades en las que el peso del sector público es más importante, siempre en la línea de una tradición asistencial y emprendedora en la que confluyen las tradiciones socialcristiana y jesuítica que han impregnado al Partido Nacionalista Vasco.
El País Vasco no es la única comunidad con empresas públicas. Sin ir más lejos, Catalunya tiene algunas. Pero parecen de feria si se las compara con las vascas. Entre otras cosas porque no están financiadas con la generosidad que permite el concierto económico, sistema de financiación del que sólo disfrutan vascos y navarros. He ahí otra sustancial explicación del gran crecimiento de las comunidades del norte en estos tiempos de crisis, explicación que, sistemáticamente, olvidan los análisis de la estadística del Gobierno. Como si no fuera con ellos.
Ahora que PP y PSOE van a desembarcar en esas empresas, bueno será que los dos grandes partidos mediten sobre las bondades de ese modelo y de la importancia de las finanzas subestatales en tiempos de crisis. O eso o a esperar a que un buen día vengan los chinos a comprarlo todo.
28-III-09, Ramon Aymerich, lavanguardia