Es cierto que el conseller Joan Saura no ha tenido su mejor semana, pero tampoco se merece el ninguneo que sufrió el viernes por parte del presidente Zapatero. Eso de calificar de "filtraciones interesadas" la cifra de 1.200 millones apuntada por el conseller en concepto de financiación autonómica no deja de ser una falta de respeto al Govern catalán. Saura podía estar muy agobiado en el momento de detallar el montante de la oferta, por la dificultad de querer ser el adalid de la izquierda pacifista y ser en realidad el jefe político de unos Mossos d´Esquadra que se excedieron violentamente en una manifestación, pero la cifra que cantó va a misa y es la única que conoce Montilla. O como decía este fin de semana un destacado dirigente del Govern: "Si Zapatero tiene algunas cifras mejores que estas, que nos las diga que nos encantará conocerlas y debatirlas".
El ninguneo de Zapatero revela, por un lado, su malestar por haberse desvelado el dato y, por otro, su nerviosismo ante la imposibilidad de cerrar el acuerdo sobre el sistema de financiación. Y es que aunque la situación actual no es nada cómoda para el tripartito, posiblemente es peor para Zapatero. El Gobierno podría forzar la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera y aprobar el nuevo sistema de financiación sin el apoyo de Catalunya. Podría. Lo que ya no está tan claro es si podría aprobar este mismo modelo, la reforma de la Lofca que lleva aparejada y la preparación de los próximos presupuestos sin el apoyo de los partidos catalanes en el Congreso. Ni en sus mejores sueños el PSOE podría sumar los apoyos necesarios para ello, y siempre dando por hecho que los 25 diputados del PSC seguirán siendo rehenes del PSOE.
Por todo ello, a los dirigentes del PSOE ni se les pasa por la cabeza que Catalunya quede fuera del acuerdo final. Pero las cuentas no les salen. En otras circunstancias, Zapatero tiraría de talonario, pero no hay más.
Para convencer a Catalunya hay que buscar atajos. La pasada semana, escribíamos que a Zapatero le podría convenir un adelanto electoral en Catalunya. En esta hipótesis, Montilla firma lo que le echen, Puigcercós se niega y sale del Govern, se convocan elecciones, gana CiU y ¡hala!, estabilidad garantizada en Madrid - hipótesis probable o cuento de la lechera, ustedes mismos-.Por eso, Zapatero se acordó de que existe un partido que se llama ERC y volvió a invitar a la Moncloa a su viejo amigo Joan Puigcercós, otrora repudiado. El líder de ERC le explicó el contenido de la reunión a Montilla y este salió en público a decir que no pensaba adelantar las elecciones aunque ERC se fuese. Esta vía tampoco le vale a Zapatero.
Así, los días van pasando y a partir de ahora el desgaste será cada vez mayor para Zapatero. A estas alturas, el Govern ya no debería aflojar.
23-III-09, Jordi Juan, lavanguardia