´Zapatero descubre su juego´, Jordi Barbeta

La formación por primera vez en el Parlamento de Vitoria de una mayoría no nacionalista liderada por el Partido Socialista liquidará definitivamente lo poco que quedaba de aquel proyecto político que llevó a José Luis Rodríguez Zapatero a la secretaría general del PSOE, y luego a la presidencia del Gobierno: la España plural.

No hay que olvidar que Zapatero resultó vencedor en el 35. º congreso con un proyecto alternativo al jacobinismo que preconizaron José Bono y Rosa Díez. Luego desarrolló ese proyecto como alternativa también al hermetismo constitucional impuesto por Aznar. Con apoyo de Maragall, abrió la puerta a las reformas de los Estatutos de Autonomía y a la búsqueda del fin dialogado de la violencia en el País Vasco. Fue una audaz estrategia que permitió a Zapatero ganar las elecciones y, además, que todos los partidos nacionalistas compitieran entre sí para apoyarle. Era la época del talante. Aquella manera de hacer le dio tan buenos resultados que el PP quedó aislado y políticamente incapacitado para articular una mayoría alternativa.

Pero el PSOE es como es. Zapatero se impuso al jacobinismo de Bono por sólo nueve votos de diferencia. La férrea oposición que ejerció la derecha conservadora contra el Estatut y contra el proceso de paz provocó el pánico en las filas socialistas y Zapatero optó por rectificar y hacer marcha atrás. Aun así, el rechazo al PP en Catalunya y en el País Vasco fue ingrediente indispensable de su segunda victoria electoral.

La estrategia de la España plural quedó aparcada, pero el cálculo estratégico aconsejó seguir cultivando las relaciones con los nacionalistas. El tiempo ha ido descubriendo el juego. Primero en Catalunya, luego en Navarra y ahora en el País Vasco, los socialistas han puesto de manifiesto que su prioridad es impedir que los nacionalistas lideren las instituciones. Están dispuestos a llegar a acuerdos con toda suerte de nacionalistas siempre y cuando sean los nacionalistas los que entreguen el poder al PSOE. Nunca al revés. Jamás los socialistas de Zapatero han tenido la menor intención de entregar la presidencia de un gobierno autonómico a un nacionalista. La prueba del algodón se vio en Navarra, cuando el PSOE cedió el poder a UPN, franquicia entonces del PP, impidiendo que Nafarroa Bai, segunda fuerza, accediera a la presidencia de la Diputación Foral. Ahora, los socialistas repetirán la jugada. O el PNV les entrega el poder o maniobrarán con el PP. En ningún caso apoyarán a Ibarretxe, por muchos favores que le deban al PNV. Antes el PP que el PNV y antes una ERC debajo que una CiU encima. Los socialistas simultanearán el acuerdo con el PP en Euskadi con el pacto con Esquerra Republicana en Catalunya. Habrá quien vea en ello una incoherencia, cuando es todo lo contrario: responde a una profunda convicción ideológica y a una prioridad estratégica. El poder de los nacionalistas, cuanto menor, mejor.

3-III-09, Jordi Barbeta, lavanguardia