´El perro de Alcibíades´, Julià Guillamon

Con motivo del carnaval, el Ayuntamiento de Sitges y Turisme de Sitges han editado unos carteles con el lema Al Carnaval de Sitges, sigues persona! El primero advierte que El carrer no és un lavabo.En él aparece un perrito faldero, con uno de esos gorros de bufón cascabelero, antifaz y una guirnalda hawaiana: levanta la pata y se orina entre el confeti. El segundo reza: Beu amb moderació i dins els locals.La frase se acompaña de un canguro con sombrero mexicano, gafas encarnadas, espantasuegras y un vaso de tubo con una pajita. El tercero: Respecta el mobiliari urbà i els jardins.Un koala, con un cucurucho, sostiene una cámara fotográfica, en equilibrio sobre una señal de stop. Hace años, cuando la gente no tenía tanta tendencia al bullicio gregario, los carteles animaban a salir de casa. Vine a la festa!,decían. En los últimos tiempos las cosas se han desmadrado y más que invitar al público a tomar parte en el sarao, la publicidad vela por mantener dentro de lo posible el orden callejero. De manera divertida, como corresponde a una época de ética indolora, en la que nadie está dispuesto a aceptar grandes sacrificios y mucho menos a soportar la regañina municipal.

Y ahí es donde entran las figuras de los dibujos animados y los peluches, siguiendo la imparable tendencia a la infantilización que representan la gatita Kitty y los ositos de Tous. ¿No fabrica Knorr sopa blanca, naranja y verde para que la gente pueda comer de colores? Conozco a una niña que sólo probaba la comida color de rosa, su madre se lo untaba todo con una mezcla de ketchup y mayonesa. Pues los de Knorr, igual. ¿No comercializa Caja Madrid un depósito con el nombre de Barrilete Cósmico? Pues el Ayuntamiento de Sitges presenta a los meones como un simpático fox terrier y a los borrachuzos como un cangurito. Lo que demuestra que ya va siendo hora de volver al bestiario clásico. El asno de Buridán, que, debiendo elegir entre un plato de avena y un cubo de agua, no llegó a decidirse y murió de hambre. El caballo Bucéfalo, que recelaba de su propia sombra y que sólo se dejó montar por Alejandro. Las grullas de Íbico, que, según cuenta Plutarco en De Garrulitate,provocaron el desliz que permitió detener a los asesinos del poeta ("Ahí están las vengadoras de Íbico", exclamaron guasones en las gradas del teatro). El cordero que Panurgo compró al comerciante Dindenault tras una agria disputa. Lo lanzó al mar, todo el rebaño lo siguió y Dindenault desapareció entre las aguas abrazado al último borrego. O el perro de Alcibíades. Ahijado de Pericles, general y estadista ateniense, Alcibíades compró un bonito perro, lo exhibió por toda la ciudad y, a continuación, ordenó que le cortaran el rabo. Lo llevó a la asamblea, lo enseñó en público, cesaron de repente las recriminaciones hostiles y no se habló más que del perro de Alcibíades y de su hermosa cola.

26-II-09, Julià Guillamon, lavanguardia