“El Pozolero“, Llątzer Moix

La prensa mexicana publica cada día un macabro marcador donde contabiliza las víctimas del narcotráfico. Dicho marcador tiene dos casillas: una para el número de muertos de ayer y otra para el total acumulado en lo que va de año. Las cifras crecen sin cesar. Algunos días suman 30 o 50 personas. Algunos meses rozaron las mil (943 en noviembre del 2008). Y en el cómputo global del año pasado llegaron a 5.376, el doble que en el 2007, según fuentes oficiales, que quedan por debajo de otros recuentos alternativos.

La existencia de tipos como Santiago Meza López, alias el Pozolero,detenido hace un mes en la Baja California, abona la credibilidad de esos recuentos alternativos. El pozole es un estofado que se prepara en México con maíz, carne de cerdo y chile; y el pozolero, quien lo cocina. Pero en el caso de Meza, los ingredientes eran otros. El Pozolero se encargaba de cocinar los cadáveres que le suministraba su cartel: confesó haber hecho desaparecer unos 300.

Se dice de la carne de un estofado preparado sin prisas que se deshace en la boca. El Pozolero iba más allá y deshacía todas las carnes antes de sacarlas del puchero. En su caso se trataba de un bidón metálico que llenaba con agua y dos costales de sosa cáustica, y luego colocaba al fuego. A los primeros hervores, echaba los restos humanos. Y ahí los mantenía ocho horas, hasta que no quedaban enteros más que los dientes. A esas alturas, con el cuerpo del difunto, casi había desaparecido la posibilidad de perseguir a su asesino. Hombre minucioso, cuya fiabilidad le había granjeado un sueldo fijo - 600 dólares semanales-,Meza remataba su labor esparciendo el guiso en un basural, rociándolo con gasolina y quemándolo. Este método pozole ha sobrevivido a quien le dio nombre. El pasado domingo fue detenido Javier Ernesto López Oceguera. Iba armado con un fusil AK-47 - allí los llaman cuernos de chivo,por su cargador curvo-y declaró haber reemplazado a Meza. Así es la sociedad, para lo bueno y para lo malo: cuando cae el abanderado, siempre hay quien recoge su enseña.

¿Por qué les cuento estas monstruosidades? Quizá porque la historia de Meza me ha impresionado. O quizá para expiar el discutible titular de una entrevista con Sue Grafton, invitada a la Semana Negra, que publicamos días atrás: "Los crímenes de ficción son bellos". (Una Semana Negra en la que estuvo también el autor de Gomorra,Roberto Saviano, a quien la mafia quiere matar por denunciar sus fechorías.) O quizá para llamar la atención sobre el arraigo de las bandas criminales y sobre cómo las fomentamos, directa o indirectamente. Algunos, ejecutando sus crímenes. Otros - como los 7 millones de usuarios de cocaína en EE. UU.-,recurriendo a sus servicios, que no serían necesarios si se legalizaran las drogas. Y el resto, al convivir en silencio, sin sublevarse, con el crimen, la corrupción y sus efectos, entrado el siglo XXI.

22-II-09, Llàtzer Moix, lavanguardia