´Un caso singular´, Joan B. Casas

Todo parece indicar que el proceso para definir el modelo de financiación para Catalunya, derivado del Estatut, llega a su fin. Con el innegable talento del presidente Rodríguez Zapatero para ofrecer soluciones que, en principio, satisfacen a todo el mundo, hemos descubierto que, en lo que tenía que ser una negociación bilateral entre la Generalitat y el Gobierno para dar respuesta a las necesidades de Catalunya, ha prevalecido el interés del resto de las comunidades autónomas de que la aplicación de un modelo propio para Catalunya no significara ninguna merma, sino todo lo contrario, para sus finanzas yque, además, se reflejara con claridad que el sistema de financiación es un acuerdo multilateral.

En dicho acuerdo, Catalunya no tiene un papel más relevante que cualquiera de las otras diecisiete comunidades (con Ceuta y Melilla) del régimen común. En esta inesperada competición de singularidades, es bueno recordar que la situación de Catalunya no tiene parangón en ninguna economía moderna y que sólo su modificación sustancial servirá para evaluar positivamente el nuevo modelo. Veamos:

1) Catalunya soporta un déficit fiscal - diferencia entre lo que da al Estado y lo que recibe-de alrededor del 10% de su PIB, lo que la sitúa al frente de las regiones contribuyentes netas europeas y del mundo desarrollado. Durante años, Catalunya ha sido, con una renta inferior a la media comunitaria, contribuyente neta a la UE por ser una región rica de un país comparativamente pobre. El bajo stock de capital público en infraestructuras es un fiel reflejo de ambas circunstancias.

2) Después del proceso de nivelación, es decir, de la aportación a la solidaridad interterritorial, los ingresos impositivos disponibles por habitante y la renta neta disponible en poder de compra de los catalanes resultan inferiores a los de otras comunidades receptoras de los fondos de nivelación, y esto constituye un reto para quien quiera justificar una situación que tiene muy poco que ver con la solidaridad, la racionalidad económica y el sentido común.

3) Durante los últimos diez años Catalunya ha vivido un proceso inmigratorio equiparable al de países como Alemania y Estados Unidos, con un fuerte impacto en educación, sanidad y prestaciones sociales. Sólo la actitud del conjunto de la sociedad catalana y su notable tradición en la utilización alternativa de estos servicios, que no son gratuitos, han permitido digerir un proceso que de haberse conocido con antelación nadie hubiera pensado que pudiera realizarse sin afectar la cohesión social. Podríamos añadir otro apartado que refuerza la singularidad catalana: la convicción de que una parte importante de la sociedad española cree que Catalunya tiene trato privilegiado.

Joan B. Casas, decano del Col.legi d'Economistes de Catalunya, 23-I-09, lavanguardia