ŽEl reto de EuropaŽ, Jean Pisani-Ferry

Frente a una contracción generalizada de la demanda privada (las empresas ya no se atreven a invertir, las familias temen consumir), la Comisión Europea acierta al recomendar una "inyección masiva de poder adquisitivo en la economía" por una suma total de 200.000 millones de euros. Convencida de que la gravedad de la situación exige una respuesta de tipo keynesiano, propone financiar mediante el gasto presupuestario y reducciones de impuestos el equivalente a diez días de consumo de las familias.

Sin embargo, en Europa la política económica no está centralizada. De cada cien euros de gasto público, sólo dos dependen de la UE. La Comisión bien puede proponer, pero son los estados quienes disponen. Ahora bien, la coordinación entre ellos pone de manifiesto dos grandes dificultades.

La primera es que las situaciones presupuestarias difieren considerablemente de un país a otro: en el año 2007 las finanzas públicas españolas se encontraban en superávit, Alemania había alcanzado el equilibrio tras un decidido esfuerzo, pero Francia continuaba rondando el umbral del 3%.

La segunda dificultad es que, debido a la fuerte integración de las economías, todos sientan la tentación de tener el papel de polizón y confiar en la reactivación de los vecinos. En semejante situación, la suma de los esfuerzos nacionales tendría todas las posibilidades de ser insuficiente. Además, las políticas nacionales correrían el riesgo de orientarse hacia el respaldo a productores o sectores nacionales, lo que llevaría a una carrera de subvenciones y pondría en peligro el buen funcionamiento el mercado interior.

Sin embargo, no menos ilusorio es confiar en una coordinación que desembocaría en pedir a los estados cuya situación presupuestaria es sana que reactiven la economía por cuenta de los demás. En este sentido, Alemania ya ha hecho saber que la hormiga no acudirá en ayuda de las cigarras.

Una acción común exigiría que Bruselas contabilice sin complacencias los esfuerzos nacionales y que tenga lugar un debate serio sobre el reparto de los esfuerzos. Lo mejor, para resolver este nudo gordiano, sería que cada uno de los estados contribuyera de un modo equivalente a la reactivación, debiendo precisar desde ahora aquellos cuya situación presupuestaria inicial ya está degradada cómo procederán mañana a la corrección necesaria.

El día 11 de diciembre, fecha de la próxima cumbre, sabremos si la Unión es capaz de semejante acción concertada. La gravedad de la situación económica justifica hoy que los estados se presten a este exigente ejercicio. Si tienen éxito, habrán inventado, en la acción, el gobierno económico que Francia ha defendido de forma regular sin saber qué abarcaba esa noción. Si fracasan, o se conciertan para una mera fachada de aldeas Potemkin,habremos comprendido que desgraciadamente la Unión Europea no está hecha para las tormentas.

2-XII-08, Jean Pisani-Ferry, lavanguardia