Barack Obama se está planteando poner en marcha una estrategia más regional para abordar la guerra en Afganistán que incluye el diálogo con Irán y el apoyo a los contactos iniciados por el Gobierno de Kabul con elementos moderados de los talibanes, según asesores del presidente electo citados ayer por el diario The Washington Post.
Estas ideas están en sintonía con la visión de Obama ya expresada durante la campaña electoral y encaja con recientes declaraciones efectuadas por el general David Petraeus, jefe del Mando Central, que coordina todas las operaciones militares estadounidenses en Oriente Medio y Asia Central. Es seguro que Obama mantendrá a Petraeus en el puesto.
Otra de las prioridades de Obama cuando asuma el poder, el próximo 20 de enero, será incrementar el esfuerzo para capturar o eliminar a Osama bin Laden. Nada le haría ganar más respeto como nuevo comandante en jefe, dentro y fuera de Estados Unidos, que poder presentar la cabeza del instigador de los ataques del 11-S. Pero ese cerco al líder de Al Qaeda, que supone intensificar las acciones en el territorio pakistaní fronterizo con Afganistán, entraña el riesgo de provocar aún más tensiones con las nuevas autoridades de Islamabad, muy irritadas por la periódica violación de su frontera y ataques con misiles que suelen causar la muerte de civiles inocentes.
Siempre según las fuentes citadas por el diario capitalino, Obama y sus consejeros están decididos a impulsar una importante corrección del rumbo en Afganistán, con el envío de más tropas y la revisión a fondo de una estrategia política y diplomática que no ha dado los resultados esperados. También en medios militares se cuestiona la apuesta tan firme de Washington por la figura de Hamid Karzai, que piensa presentarse a la reelección el próximo año. Entre los aliados europeos gana puntos la idea de un cambio de liderazgo, con la complicidad de la Asamblea tribal afgana, pero la actual Administración ha sido reacia a estos planes.
El refuerzo de las operaciones en Afganistán está ligado al comienzo de la retirada en Iraq, y ahí puede haber divergencias con los mandos militares. El jefe del Estado Mayor Conjunto, el almirante Michael Mullen, ya ha advertido de los peligros de fijar un calendario demasiado rígido para el repliegue.
El diálogo exploratorio con Irán forma parte de una flexibilización de la política, en busca de objetivos comunes con un régimen que, aunque hostil, no está tampoco interesado en una vuelta de los talibanes, que son extremistas suníes y no chiíes.
12-XI-08, E. Val, lavanguardia