īMuņecas flamencasī, Martina Klein

Si mi hijo me dice que hay un monstruo en el armario, sonrío para darle confianza y abro el armario para que vea que tal monstruo no existe. Pero si desde dentro del armario viniesen sonidos guturales espantosos y unas extremidades peludas y verdes asomasen por las molduras, mi sonrisa desestabilizaría de tal modo al niño que le aseguraría plaza en el psiquiátrico. Ahora imaginemos que sonrío mientras abro el armario y le digo, mira Jaimito, éste es Anacleto, un monstruo muy feo que pasará una temporada por aquí, pero si compras juguetes españoles no se enfada y te cuida mientras duermes. El niño guardaría la plaza en el psiquiátrico y pensaría, ¡cómo mola mi mamá, que entiende de monstruos y sabe cómo tratarlos!

El ministro de Industria, Miguel Sebastián, sugiere que uno de los trucos para paliar la crisis sea regalar productos españoles, más concretamente, juguetes, la próxima Navidad. Claro que para ello tendremos que comprarlos, y para ello tendremos que tener con qué hacerlo, ¡pero eso qué más da! El buen semblante y las declaraciones de los políticos en el Gobierno a la hora de hablar de la que se avecina me tienen desconcertada. Hay un monstruo en el armario y se le oye respirar. Ellos sonríen y eso da miedito, pero antes de salir corriendo poseída por el pánico, es más cómodo relajarse, haciendo caso de las sugerencias. Empiezo a imaginarme unas fiestas navideñas con abanico y peineta. Visualizo a las niñas intercambiándose los vestiditos de sus nuevas muñecas españolas, y no es a la Nancy a la que veo (por cierto, feliz 40 cumpleaños), sino a la muñeca flamenca de las tiendas de souvenirs, y se me ponen los pelos como escarpias.

De pequeña me regalaron una de esas. Yo vivía del otro lado del océano, y no entendí nada. Esa señora rígida con exceso de maquillaje y sonrisa histriónica a la que no se le movían ni los brazos ni las piernas no daba juego. Opté por despojarla de su vestido rosa de lunares, y se lo puse a mi Barbie (estaba igual que esas guiris que quieren aprender flamenco). ¿Por qué la imagen que viene a mi cabeza es una muñeca flamenca cuando me hablan de juguetes españoles?, no lo sé. Es notable el empeño que se pone en modernizar el concepto de España y su bandera para que sugieran unidad en el deporte y la cultura, y no adversidad territorial ni urticaria histórica, pero hay teclas que siguen trayendo al presente símbolos de identidad trasnochados. Pero vale, si Sebastián dice que política proteccionista, habrá que hacerle caso. Compraremos jamón, aceite de oliva, turrón, cava, muñecas de Famosa, pillaremos una cogorza made in Spain y antes de ir a dormir le cantaremos nanas a Anacleto en español, catalán, euskera y gallego para que se porte bien con nosotros, españolitos de buena fe.

27-IX-08, Martina Klein, lavanguardia