´El seņor Romirosa´, Juliā Guillamon

Con el inicio del nuevo curso llega el momento de recuperar la idea de la Galería de Catalanes Zopencos que, siguiendo el modelo de aquella Galeria de Catalanes Formoses que Eugeni d´Ors postulaba como ejemplo de belleza y moderación, represente la falta de virtudes de la Catalunya zarrapastrosa y torpe de nuestros días. Hoy nos disponemos a inaugurar una nueva sala, con el retrato del señor Romirosa.

Cuenta Jaume Miravitlles en Homes i dones de la meva vida que, exiliado en París durante la dictadura de Primo de Rivera, coincidió en un restaurante con el señor Romirosa, de la firma Romirosa i Bonhensen, que estaba en la capital francesa por negocios (tenía que recoger los beneficios de las acciones de una compañía de fosfatos). Bueno como el pan, le gustaba dárselas de pillo. Mirando escaparates, con la gabardina en el brazo, se sentía feliz: había triunfado en los negocios, casi sin darse cuenta, se encontraba rico, bien considerado, y se creía inteligente. Se sientan uno junto al otro en el restaurante Chez Capoulade. Romirosa no entiende una palabra de la carta en francés, ve los diarios de Barcelona que Miravitlles tiene sobre la mesa y le pregunta. Entablan conversación. Romirosa se define como catalanista (¡es uno de los primeros suscriptores de L´Avenç!).Enseguida se da cuenta de que Miravitlles es un pez gordo y le pide si le puede presentar a Francesc Macià: es lo que más desea en este mundo. Miravitlles aprovecha la oportunidad para preguntarle cómo están las cosas en Barcelona. Ellos son muy fuertes, pero un día todo explotará. "Darrere els fronts llisos germinen les idees de revolta... Miri, un exemple entre mil: a casa, de vegades estem reunits tots alegres i tranquils jugant a cartes; tot d´un plegat, es fa un silenci anguniós. ´Peret - diu la meva senyora-, som un poble d´esclaus!´ Li juro que haig de fer un esforç per aguantarme. Vostè no s´ho creurà, però l´altre dia, a taula, parlant d´aquestes coses, no ens vàrem poder acabar la cuixa de be".

Le acompaña a Bois-Colombes a entrevistarse con Macià. Al llegar a la casa, el señor Romirosa tiembla de emoción. "Vostè és el nostre pare, el nostre germà, el nostre salvador!". Macià le palmea la espalda y, al igual que Miravitlles, le pregunta por la situación en Barcelona. Romirosa responde exaltado: la revolución está en puertas, ¿qué puede hacer él por la causa? Macià le sugiere, socarrón, que tome el fusil y salga a disparar a la calle. Romirosa se queda perplejo. Es un hombre casado y con hijos, dirige una empresa y tiene una responsabilidad social. Podría realizar otra labor más indicada. Macià, severo, le sugiere que suscriba un préstamo de liberación. "El senyor Romirosa dirigí una mirada circular, i enfilant el passadís de sortida, exclamà: ´què carai! com els altres! a engegar trets!... Ja em dirà quin és el dia de l´ofensiva...´ I va fotre el camp."

25-IX-08, Julià Guillamon, lavanguardia