īPaz y libertadī, Miquel Roca Junyent

Todos los analistas coinciden en que la reacción de Rusia ha sido desproporcionada. Y que Georgia no ha sabido medir el alcance de sus movimientos ni valorar debidamente cuál sería el apoyo real de Estados Unidos y de la Unión Europea. Pero pocos hablan de Osetia; muy pocos quieren recordar que desde hace muchos años este territorio viene reclamando su independencia de Georgia. Al deseo de independencia no se ha correspondido con ningún gesto a favor de la autonomía de Osetia. Al final, lo único que los osetios han recibido desde Tiflis ha sido un ejército dispuesto a poner punto final a su ambición.

Rusia ha aprovechado el error de Georgia para mostrar ante el mundo cómo piensa resolver sus conflictos con los antiguos territorios de la URSS. Georgia ha querido hacer oídos sordos a la ambiciones de Osetia y, al final, el drama de la guerra ha asomado en ambos países. Ha sido necesario - una vez más- el drama de la guerra para que el alto el fuego abra la vía del diálogo para el futuro de Osetia.

Y, Europa sin enterarse. Hemos seguido con alarma los movimientos bélicos y las imágenes de la desolación del conflicto, pero hemos sido incapaces de evitarlo cuando lo que iba a ocurrir estaba cantado. Si Kosovo había conseguido su libertad, todo facilitaba que Rusia ayudara a Osetia a conseguir la suya. Y el antídoto no era negarle a Kosovo su independencia, sino aprender que nada ni nadie puede evitar el camino de la libertad de los países en nuestro mundo europeo y occidental.

En Kosovo, reconociendo y amparando la libertad de los kosovares hay tensión, pero no hay guerra; en Osetia, negando su libertad, la guerra ha asomado aun cuando sea con los ribetes imperialistas de la intervención de Rusia. No hay mejor garantía para la paz que el reconocimiento de la libertad.

Ahora, Georgia se siente invadida y, seguramente, Osetia tiene la sensación de verse liberada. No era este el mejor camino; posiblemente en el futuro Osetia vivirá dramáticamente el peso de una tutela anestesiante de Rusia.

Tampoco así habrá alcanzado la libertad deseada. Pero Europa no podrá escudarse en la desproporcionada intervención rusa para justificar su largo silencio ante las reivindicaciones de Osetia.

Ni Kosovo era un peón en las relaciones Unión Europea-Rusia ni Osetia era una excusa para satisfacer a un potencial socio georgiano. Kosovo y Osetia eran y son más; mucho más. Son, por derecho, por historia y por voluntad unos países a la búsqueda de su espacio de libertad en el mundo. Al no verlo así, la Unión Europea comparte con Rusia una buena dosis de responsabilidad en una guerra que no habría de haberse iniciado jamás.

La paz no es que callen los cañones; la paz es la libertad.

17-VIII-08, Miquel Roca Junyent, lavanguardia