´Retención de líquidos´, Màrius Serra

Basta escuchar al rey Solbes perorando sobre la financiación autonómica para constatar que la economía es un misterio místico. Algo inaprehensible para la mayoría de los mortales, más allá de los precios del pan, la gasolina y la hipoteca, a la que pronto llamaremos hiperteca.Pero de vez en cuando algunos aspectos concretos del misterio pecuniario nos son revelados. El Col · legi Oficial de Gestors Administratius de Catalunya acaba de alertar sobre un pequeño detalle que afecta directamente a la promesa más llamativa que lanzó Zapatero en la pasada campaña electoral: devolver 400 euros a todos los contribuyentes. Aquellos titulares de prensa ya pasaron, pero justo ahora empieza el periodo anual para ponerlos en práctica en la declaración de la renta. Y resulta que no todo el monte es orégano, o devengo. Jordi Altayó, ponente de la comisión fiscal del colegio, explicó este martes que no todo el mundo podrá percibir los 400 euros prometidos, ya que la ayuda se ha previsto estableciendo una deducción sobre la cuota líquida del IRPF. A efectos prácticos, esto implica que sólo se pueden beneficiar de ello los contribuyentes con retenciones superiores a 400 euros y eso, según Altayó, excluye a muchos ciudadanos, entre los cuales las viudas de pensiones bajas, cuyas retenciones son inferiores o inexistentes, tal como podemos comprobar quienes tenemos madres, tías o abuelas en una situación fiscal así. O sea, que para poder recibir los famosos 400 euros, Hacienda te los tiene que haber retenido. Sólo así se avendrá a soltarlos a partir de junio. Si tus ingresos son tan bajos que las únicas retenciones que conoces son las de otro tipo de líquidos, los 400 euros te los vas a pintar al óleo, por más que el candidato Zapatero prometiese en campaña que serían para todos los contribuyentes.

La operación recuerda aquellas ofertas espectaculares que algunas cadenas de supermercados publicitan con grandes carteles pero que, al llegar a la caja, resulta que sólo son aplicables a un porcentaje ínfimo de los productos adquiridos, tal como consta en letra pequeña en algún rincón especialmente escogido por el gabinete jurídico de la empresa. Claro que, como mínimo, en ese caso existe letra pequeña. En las promesas electorales no. No recuerdo a Zapatero en su atril prometiendo el euro y el moro con un texto subtitulado por debajo que advirtiera de la necesidad imperiosa de tener retenciones superiores a la cantidad prometida. Si Suárez ha pasado a la historia por la coletilla del "puedo prometer y prometo", Rodríguez Zapatero ha acuñado una nueva modalidad de promesa, conjugada en futuro, que en Catalunya ya se conoce como un "apoyaré". Esta nueva prueba de inconsistencia de los 400 euros de quita y pon, más que un engaño, sería una engañifa, una de aquellas bromitas con ínfulas de enigma lógico: ¿cuántos animales comen con la cola?, pues todos, porque ninguno se la quita para comer; o bien, la cena sale a tanto por barba, y al final sólo pagan Solbes y Rubalcaba, que deben ser los únicos del gobierno que lucen pelos en la cara. En todo caso, el detalle de los 400 euros que no son de Huelva es perverso, primero porque deja fuera de juego a los más necesitados, pero también porque establece un estilo que no inspira demasiada confianza. Aunque al final la evidencia denunciada por los gestores en este caso les obligue a rectificar, este mismo equipo que lanza una burda triquiñuela para zafarse de las viudas es el que debe lidiar con la financiación autonómica y, ejem, publicar las balanzas fiscales. No, no, no nos retendrán.

8-V-08, Màrius Serra, lavanguardia