´McMafia: el crimen sin fronteras´ (Rússia), Misha Glenny

 "McMafia: el crimen sin fronteras"Misha Glenny; Destino; 2008; 508 pgs; 19'5 euros.

Da la espalda a un ventanal que llega del suelo al techo. El error ha sido preguntar a Misha Glenny si tiene miedo. Quien teme por su vida no da la espalda a la ventana de una planta baja. Cualquiera diría que este periodista británico tiene motivos. Acaba de lanzar McMafia, el crimen sin fronteras (Destino), un abracadabrante repaso del crimen organizado global, que arranca con la caída de la URSS y la descomposición de Yugoslavia y repasa el funcionamiento y la trayectoria de las principales organizaciones mafiosas del planeta. Glenny es afable, pero se toma muy en serio lo que dice y habla con gravedad para disipar ambigüedades morales: ha convivido con mucho gángster, y alguno le ha resultado francamente simpático.

Sorprende cómo las mafias aparecen en Rusia y Europa del Este para suplir a un Estado que se ha venido abajo.

El vacío que dejan estos estados al desplomarse es enorme, pues eran administraciones que ocupaban todas las esferas de la vida de las personas, especialmente en el caso de la Unión Soviética. Al abrirse el modelo hacia una economía liberal, los agentes económicos, los empresarios, necesitan que haya un control de los acuerdos, garantías de que los contratos se aplican, pero el Estado ha desaparecido y no puede velar por la ley. De modo que estas mafias aparecen como protección para los empresarios.

"Comadrona del capitalismo", la llama en el libro.

Sí, nada se habría movido en la economía rusa sin la actuación de las mafias. Y cuando digo "protección" es exactamente eso. No fue un caso de extorsión a empresarios, sino que los mismos propietarios de los negocios acudieron a los gángsters para que velaran por el funcionamiento de la economía.

¿Y es visto por los ciudadanos como algo necesario?

Bueno, en Rusia, la mayor parte de la actividad ha sido reasumida por el Estado, con Putin. El gran oso se ha despertado y se ha dado cuenta de que le estaban comiendo la miel, y Putin se ha consagrado a restaurar la autoridad del Estado y lo ha hecho como se hace en Rusia: siendo malo. Tenga en cuenta que Rusia siempre ha sido un lugar muy seguro. Incluso durante los seis años de la guerra de bandas mafiosas de los noventa, en los que hubo muchos asesinatos, las víctimas eran miembros de las organizaciones, y no se transmitió al resto de ciudadanos la sensación de inseguridad. No es igual en el caso de otros países con gran actividad del crimen organizado como Sudáfrica o Brasil. El caso de Serbia es más complicado, pero, si yo fuera mujer, pasearía más tranquila de noche por las calles de Belgrado que por las de Londres.

Ay, la utopía anarquista ha muerto: o Estado o mafia.

Ja, ja, bueno, no sé si diría tanto, pero en el caso del bloque soviético le puedo asegurar que no habría habido transición al capitalismo sin el crimen organizado.

Es chocante la visión siniestra que se tiene de Putin en Europa frente al retrato que hace.

Bueno, Putin sólo podía llegar diez años después de la transición rusa. Hay que considerar que para decenas de millones de ciudadanos rusos, la década de los noventa fue una auténtica pesadilla; baste decir que la esperanza de vida se redujo a 58 años. Todo se vino abajo, la banca, la seguridad… Putin se propuso construir desde esa decepción y recuperar la autoridad para el gobierno, pero no se deshizo de las mafias, sino que las colocó bajo el techo, bajo la tutela del Estado.

En Europa Occidental es simplemente el hombre que estrangula la llave del gas.

Creo que Rusia está entrando en una tercera fase en la que Putin y Medvedev se han propuesto limpiar el sector energético de su país tanto de mafias como de la influencia extranjera. Putin sabe que no puede competir con Estados Unidos en una carrera de armamento, pero sí de energía. La gente dice en Europa Occidental que es poco democrático, pero mantenemos comercio energético con Arabia Saudí, que no puede considerarse paradigma de sociedad democrática. No debemos pensar que Rusia con el gas y el petróleo vaya a plantear una pugna con la UE. Se ven obligados a coexistir. Será malo para Ucrania y Georgia, que están en medio.

31-III-08, P. Vallín, lavanguardia

Prohibición draconiana de la droga y permisividad absoluta de toda actividad empresarial y financiera. Este podría ser un buen resumen de la agenda global de Estados Unidos y el G-7 en los años ochenta y noventa, acelerada tras la caída de la Unión Soviética.

La prohibición supuso una llamada guerra contra la droga en las selvas de América Latina y la encarcelación masiva de jóvenes - principalmente afroamericanos- en EE. UU. Se exportó el modelo de criminalización estadounidense con la estandarización global de leyes contra el tráfico de drogas y el blanqueo de dinero, y con la creación de una Financial Action Task Force (FATF) para luchar con gran éxito contra el blanqueo de dinero.

Simultáneamente, se exportaba el modelo anglo-norteamericano de liberalización financiera, desregulando enormes flujos de capital, mientras equipos de economistas de Chicago aterrizaban en la antigua URSS y sus satélites para ayudar a reformistas como Yegor Gaidar en la privatización relámpago de sus economías.

Veinte años después, queda claro que esta combinación particular de prohibición y liberalización ha coincidido con un auge sin precedentes del crimen organizado y una economía en la sombra tan globalizada como la de McDonald´s y Toyota, una economía responsable de uno de cada tres o cuatro euros gastados a escala mundial (entre el 17% y el 25% del PIB mundial), según estimaciones del FMI. "Es difícil de cuantificar, pero el dinero ilícito alcanza cifras de miles de millones o hasta billones de dólares", dijo John Carlson, de la FATF.

Gran parte de esta economía delictiva - explica Misha Glenny en su nuevo libro McMafia es gestionada por mafias, muchas de ellas en países ex comunistas, que financian una amplia gama de actividades criminales: tráfico de heroína, cocaína, automóviles robados, armas, prostitución, órganos humanos, animales exóticos en peligro de extinción...

Glenny nos presenta una galería terrorífica de personajes que habitan esta economía sin ley y que hacen su propia historia universal de la infamia. Como Tsvetomir Belchev, capo de una mafia de tráfico de mujeres que contrata chicas como camareras en Bulgaria y las obliga a trabajar en la llamada ruta de la vergüenza de prostitución entre Alemania y la República Checa. O Dawood Ibrahim, el gángster hindú de Bombay que aprovecha el colapso del socialismo de mercado de Nehru para traficar primero con oro y luego drogas, y ha convertido Dubai en el centro mundial del blanqueo de dinero. O Leonid Kuchma, el mafioso ex primer ministro de Ucrania, quien mandó liquidar a un periodista: "Deporta al cabronazo y que se le quite de en medio". Su cadáver apareció meses después.

Pero los auténticos capos son los oligarcas rusos más o menos compinchados con mafiosos, que aprovechan tanto las privatizaciones - denunciadas como "saqueo de bienes públicos" por el premio Nobel de Economía Joe Stiglitz-, como el tráfico de drogas y armas. A mediados de los noventa, calcula Glenny, hasta el 50% de la economía rusa era negra, Moscú era la ciudad con más Mercedes matriculados del mundo. Costaba 5.000 euros eliminar a un rival. Ahora estamos en la fase de "internacionalización de este capitalismo gangsteril ruso", según Glenny. La caída de la URSS y unos mercados mundiales poco controlados causan el increíble crecimiento de la delincuencia organizada en las últimas dos décadas.

El prohibicionismo ha ayudado a los gángsters casi tanto como el laissez faire.Al erradicar la coca en un país, se desplazó a otro. Mientras EE. UU. armaba a Colombia, en Canadá se cultivaba marihuana hasta una cifra equivalente al 5% del PIB de la provincia de British Columbia. Israel ahora es el centro de producción mundial de éxtasis. Pablo Escobar se murió, pero tras casi 40 años de guerra contra la droga, "el consumo y la dependencia son más altos que nunca", señala Glenny. La guerra contra el terror tuvo un efecto similar en Afganistán, donde el cultivo de heroína ha crecido de forma espectacular.

Por todo ello, "no es descabellado pensar que en vez de prohibir las drogas y permitir la libre circulación de capitales, se debería hacer justo al revés", explica el criminólogo Michael Woodiwiss, de la Universidad de Bristol. "Habría que aplicar duras regulaciones sobre los mercados financieros". Los estadounidenses deberían saberlo: "Durante la prohibición (de alcohol) y permisividad financiera, el crimen era endémico". Quien le puso fin no fue Elliot Ness, sino la regulación del mercado, la creación del FBI y, en general, las políticas sociales del new deal de Roosevelt.

31-III-08, A. Robinson, lavanguardia