missatge del Dalai Lama al poble xinès, III-08

 

Hoy mando mis sinceros saludos a mis hermanos y hermanas chinos de todo el mundo, especialmente a los de la República Popular China. En vista de los recientes acontecimientos en el Tíbet, quisiera compartir con vosotros mi opinión sobre las relaciones entre el pueblo tibetano y el chino y haceros llegar un llamamiento personal a todos vosotros.

Estoy profundamente apenado por la pérdida de vidas en los trágicos sucesos ocurridos recientemente en el Tibet. Soy consciente de que también algunos chinos han muerto. Mi pesar y mis plegarias para las víctimas y sus familiares. Los recientes disturbios demuestran claramente la gravedad de la situación en el Tíbet y la urgente necesidad de buscar una solución pacífica que beneficie a ambas partes por medio del diálogo. Incluso en esta coyuntura, he expresado mi buena voluntad hacia las autoridades chinas para trabajar juntos para conseguir paz y estabilidad.

Hermanos y hermanas chinos, os aseguro que no tengo ninguna intención de buscar la separación del Tíbet. Ni tampoco tengo ningún deseo de romper los lazos que unen al pueblo tibetano y al chino. Todo lo contrario, mi compromiso ha sido siempre buscar una verdadera solución al problema del Tíbet que asegure los intereses a largo plazo tanto de los chinos como de los tibetanos. Mi principal preocupación, como he repetido una y otra vez, es asegurar la supervivencia de la cultura característica del pueblo Tibetano, su idioma y su identidad. Como un simple monje que se esfuerza por vivir su vida según los preceptos Budistas, os puedo garantizar la sinceridad de mi motivación personal.

He hecho un llamamiento al gobierno de la República Popular China para que comprendan claramente mi posición y para que trabajemos para resolver este problema "buscando la verdad a partir de los hechos". Insto al gobierno chino a poner en práctica su buen juicio e inicien un diálogo significativo con el pueblo tibetano. Hago también un llamamiento para que hagan sinceros esfuerzos para contribuir a la estabilidad y la armonía de la República Popular China y eviten crear rupturas entre las nacionalidades.

El retrato que han hecho los medios de comunicación estatales sobre los sucesos en el Tíbet, utilizando imágenes engañosas y distorsionadas podrían sembrar las semillas de tensiones raciales con consecuencias impredecibles a largo plazo.

Esto para mi es una grave preocupación. Igualmente, a pesar de mi repetido apoyo a los Juegos Olímpicos de Beijing, las autoridades chinas, con la intención de crear rupturas entre el pueblo chino y yo, las autoridades chinas afirman que estoy intentando sabotear los juegos. Sin embargo, me siento animado por el hecho que varios intelectuales y eruditos chinos han expresado también su gran preocupación por las acciones del gobierno chino y las posibles consecuencias adversas a largo plazo, especialmente con las relaciones entre diferentes nacionalidades.

Desde tiempos antiguos, los pueblos Tibetano y Chino han vivido como vecinos. En los dos mil años que se han registrado de la historia de nuestros pueblos, algunas veces hemos disfrutado de relaciones amistosas, entrando incluso en alianzas matrimoniales, mientras que en otras épocas hemos luchado unos contra otros. Sin embargo, desde que en Budismo floreció en China, antes de que llegara al Tíbet desde la India, nosotros los tibetanos históricamente hemos concedido al pueblo chino el respeto y afecto que se merecen como nuestros hermanos y hermanas mayores en el Dharma. Esto es algo bien conocido por los miembros de la comunidad china que viven fuera de China, algunos de ellos han asistido a mis conferencias sobre Budismo, así como también peregrinos de China continental, a quienes he tenido el placer de conocer. De estos encuentros me reconfortan y siento que pueden contribuir a un mejor entendimiento entre nuestros dos pueblos.

El siglo veinte ha sido testigo de enormes cambios en muchas partes del mundo y también al Tíbet le ha llegado esta turbulencia. Poco tiempo después de que se fundara la República Popular China en 1949, el Ejército de Liberación Popular entró en el Tíbet, y como consecuencia en Mayo de 1951 se firmó el Acuerdo de los 17 Puntos entre China y el Tibet. Cuando yo estuve en Beijing en 1954/55, asistiendo al Congreso Nacional Popular, tuve la oportunidad de conocer y entablar amistad personal con muchos dirigentes, incluyendo al mismo Presidente Mao. De hecho el Presidente Mao me aconsejó sobre diferentes asuntos, y asimismo me dio garantías personales sobre el futuro del Tíbet. Alentado por estas garantías e inspirado por la dedicación de muchos de los líderes revolucionarios de la China de entonces, regresé al Tíbet lleno de confianza y optimismo. Algunos miembros tibetanos del Partido Comunista Chino también albergaban esta esperanza.

Después de mi regreso a Lhasa, hice todos los esfuerzos posibles para conseguir una autonomía regional genuina para el Tibet dentro de la familia de la República Popular China. Creía que esto sería lo mejor para los intereses a largo plazo tanto del pueblo tibetano como del pueblo chino.

Lamentablemente, las tensiones, que se intensificaron en el Tibet desde 1956, finalmente derivaron en el levantamiento pacífico del 10 de Marzo de 1959 en Lhasa y posteriormente a mi huída hacia el exilio,. A pesar de que ha habido muchos cambios positivos en el Tibet bajo el dominio de la República Popular China, estos cambios, como señaló en Enero de 1989 el anterior Panchen Lama, se vieron ensombrecidos por el inmenso sufrimiento y la enorme destrucción. Los tibetanos se vieron obligados a vivir en un estado de miedo constante, mientras que el gobierno Chino seguía sospechando de ellos. Sin embargo, en lugar de cultivar enemistad hacia los líderes chinos responsables de la despiadada represión que sufría el pueblo tibetano, rogué por ellos para que se convirtieran en amigos, cosa que expresé en las frases siguientes de una plegaria que compuse en 1960, un año después de llegar a la India: "Puedan ellos alcanzar el ojo de la sabiduría, sabiendo discernir entro lo bueno y lo malo, y permanecer en la gloria de la amistad y el amor". Muchos tibetanos, entre ellos colegiales, recitan estas frases en sus oraciones diarias.

En 1974, siguiendo a serias discusiones con my Kashang (gabinete) y con el Portavoz y Vice Portavoz de la entonces Asamblea de Diputados del Pueblo Tibetano, decidimos encontrar un Camino Medio que no buscase la separación del Tibet y China, sino que facilitase el desarrollo pacífico del Tíbet. A pesar de que en aquellos momentos no teníamos ningún contacto con la RPC, que estaba entonces inmersa en la Revolución Cultural, admitimos entonces que tarde o temprano tendríamos que resolver la cuestión del Tibet a través de negociaciones. También reconocimos que, por lo menos por lo que respecta a la modernización y el desarrollo económico, el Tíbet se beneficiaría en gran manera si permanecía dentro de la PRC. A pesar de que el Tibet tiene un rico patrimonio cultural antiguo, está materialmente subdesarrollado.

Situado en el techo del mundo, Tibet es la fuente de la mayoría de los ríos más importantes de Asia; por lo tanto es sumamente importante la protección del medio ambiente en la meseta tibetana. Puesto que nuestra mayor preocupación es salvaguardar la cultura Budista tibetana - que tiene sus raíces en los valores de la compasión universal- así como el idioma y la identidad única tibetana, hemos trabajado sinceramente en favor de conseguir un auto-gobierno para todos los tibetanos. La constitución de la RPC tiene estipulado este derecho a las nacionalidades tales como los tibetanos.

En 1979, el entonces supremo líder chino, Deng Xiaoping garantizó a mi emisario personal que "excepto la independencia del Tíbet, cualquier otra cuestión puede ser negociada". Puesto que nosotros ya habíamos formulado nuestra intención de buscar una solución a la cuestión tibetana dentro de la constitución de la RPC, nos encontramos en una buena situación para reaccionar ante aquella nueva oportunidad. Mis representantes se reunieron en repetidas ocasiones con funcionarios de la RPC. Desde que reanudamos nuestros contactos en 2002, hemos tenido seis rondas de negociaciones. Sin embargo, en la cuestión fundamental, no ha habido ningún resultado concreto. Sin embargo, como ya he expresado muchas veces, estoy firmemente comprometido al planteamiento del Camino Medio y reitero aquí mi buena voluntad en continuar con el proceso de diálogo.

Este año el pueblo Chino esta esperando con orgullo e impaciencia la inauguración del los Juegos Olímpicos. Desde el principio yo he apoyado la idea de que a China se le permitiera albergar los Juegos. Mi posición no ha cambiado. China es el país con mayor número de habitantes en el mundo, una larga historia y una civilización muy rica. Hoy, debido a su impresionante progreso económico, está emergiendo como una gran potencia. Esto es realmente muy grato. Pero China también necesita ganarse el respeto y la estima de la comunidad global a través del establecimiento de una sociedad abierta y armoniosa, basada en los principios de la transparencia, libertad, y el predominio de la ley. Por ejemplo, hasta hoy las víctimas de la tragedia de la Plaza Tiananmen, que afectó adversamente la vidas de tantos ciudadanos chinos, no han recibido ni un desagravio ni tampoco ninguna respuesta oficial. Del mismo modo, cuando miles de chinos en las zonas rurales sufren injusticias de manos de funcionarios locales, corruptos y explotadores, sus legítimas quejas son ignoradas o contestadas con agresiones. Expreso mi preocupación tanto como ser humano como alguien que está dispuesto a considerarse como un miembro de esta gran familia que es la RPC. A este respecto, aprecio y apoyo la política del Presidente Hu Jintao de crear una "sociedad armoniosa", pero esto solo puede conseguirse sobre la base de una confianza mutua y una atmósfera de libertad, incluyendo la libertad de palabra y el predominio de la ley. Creo firmemente que si se adoptan estos principios, se pueden resolver muchos problemas importantes relacionados con las minorías nacionales, como es el caso del Tibet, así como el Turkestan y Mongolia Interior, en donde los nativos ahora constituyen solo un 20% de la población total de 24 millones.

Yo esperaba que la reciente declaración del Presidente Hu Jintao diciendo que la estabilidad y seguridad del Tibet afecta a la estabilidad y seguridad del país, pudiera anunciar el nacimiento de una nueva era para la resolución del problema del Tibet. Desafortunadamente, y a pesar de mis sinceros esfuerzos para no separar el Tibet de China, los líderes de la RPC siguen acusándome de ser una "separatista". Igualmente, cuando los tibetanos en Lhasa y en muchas otras áreas protestaron espontáneamente para expresar su profundo rencor, las autoridades chinas inmediatamente me acusaron de haber orquestado estas manifestaciones. He pedido que se realice una investigación a fondo para examinar esta alegación.

Hermanos y hermanas chinos -donde quiera que estéis- con profunda preocupación hago este llamamiento para que ayudéis a disipar los malentendidos entre nuestras dos comunidades. Además apelo a vosotros para que ayudéis a encontrar un solución pacífica y duradera al problema del Tibet a través del dialogo con ánimo de entendimiento y reconciliación.

Con mis oraciones,
El Dalai Lama
28 de Marzo de 2008