´Estulticia antidrogas´, Manuel Díaz Prieto

La imagen de la modelo Kate Moss es hoy un icono global que transmite valores fronterizos y actitudes audaces. Su rostro se utiliza para la venta de pantalones vaqueros, cámaras digitales o selectos perfumes, a los que proporciona el valor añadido de su pose inconformista.

A pesar de ello, cuando el diario sensacionalista The Daily Mirror hizo públicas las imágenes en las que se la veía esnifando cinco rayas de cocaína en 40 minutos, varias firmas rompieron sus contratos con ella y dio la sensación de que el peso de la corrección política acabaría con su rutilante carrera. Pero no fue así. Este último año, Moss ha firmado más y mejores contratos de los que nunca había logrado en su dilatada carrera. Y lo que parecía un estigma se convirtió en un nuevo atractivo que vender como algo deseable.

- Así que ya pueden ir poniendo anuncios, ya.

Joan tiene 20 años y estudia Políticas. Es él quien saca el tema de la modelo cuando hablamos de la eficacia de las campañas publicitarias dirigidas a jóvenes para reducir el consumo de drogas. Joan fuma algún que otro porro, ha probado las pastillas y, en una ocasión, la cocaína. Y cuando, con sus amigos, ven alguno de estos anuncios tienden a partirse de risa.

- A todos nos da la sensación de que esta publicidad está dirigida más a nuestros padres, para que tengan la sensación de que el Gobierno hace algo con el tema, que a nosotros.

Cuando hace unos días, Elena Salgado, ministra de Sanidad, presentaba la nueva campaña de su departamento dirigida a menores de 18 años bajo el lema "Drogas: hay trenes que es mejor no coger", llamaba poderosamente la atención las cifras que sobre sobre el incremento del consumo de estas sustancias ofreció a continuación: en la última década se había multiplicado por cuatro el consumo de cocaína entre los jóvenes de 14 a 18 años.

Son chavales que han visto repetidamente el anuncio televisivo en el que un gusano se mete por la nariz - que generaba un escalofrío de rechazo en sus progenitores-, pero que no supuso un impedimento para que ellos se iniciasen en su consumo. ¿Por qué sucede esto?

La filósofa y pedagoga M ª Ángeles Almacellas, autora de Educar la inteligencia. Descubrimiento de los valores a través de la literatura y el cine,pone el dedo en la llaga: "La sociedad actual organiza campañas antidroga y grandes programas de prevención de adicciones y de enfermedades de transmisión sexual. Pero, paradójicamente, de todos los modos posibles fomenta el hedonismo, el apego a los beneficios inmediatos y el utilitarismo. La contradicción es manifiesta y, en consecuencia, no cabe esperar más que el fracaso, y la crisis de valores que estamos padeciendo".

Para Almacellas, la transmisión de los valores ya no puede hacerse, como antaño, por vía informativa, apoyada en el criterio de autoridad del educador. "Actualmente, los jóvenes sólo aceptan aquello que ellos mismos descubren y comprueban. Cualquier enseñanza que no les llegue mediante una pedagogía de la experiencia la sienten como un atentado a su libertad y la rechazan de inmediato".

La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) ha presentado diferentes campañas a lo largo de la última década. Desde la del "No" que se mantuvo hasta 1995 y que a continuación viró hacia la formulación más positiva del "Sí a la vida", hasta las del gusano. Este último verano, antes de que los jóvenes de entre 18 y 25, a quienes iba dirigida, se fuesen de vacaciones, la FAD hizo una nueva campaña que bajo el lema "¿Será ésta? Piensa", en la mostraba diversas fotografías de jóvenes divirtiéndose en el bar, en la piscina o en casa, mientras una voz infantil cantaba el "Pito, pito, gorgorito..." para mostrar la ruleta en la que sumergen los consumidores y que son las drogas "las que deciden cuando se acaba el juego".

¿Cuáles han sido los resultados? Resulta difícil evaluar los efectos de estas campañas, pero lo cierto es que no han logrado contener la falsa sensación de control que sienten los jóvenes. Según un estudio realizado por la FAD cada día existe menor percepción de la peligrosidad y una mejor imagen de las drogas. El director de la fundación, Ignacio Calderón, el problema es el modelo de sociedad en el que vivimos: "Que promueve el consumo al priorizar los valores de inmediatez e individualismo. Además, ya no existe una visión degradada de las drogas, porque ya no vemos heroinómanos tirados en la calle".

Pero para César Martín, consultor independiente y cabeza visible de alzado. org, un think tank en la red destinado a generar ideas y conocimiento, el problema es bien distinto: "La falta de eficacia de estas campañas y, en ocasiones, el efecto contrario que generan, se debe a que meter un mensaje antidrogas entre un anuncio de Fairy y otro de Danone no tiene ningún sentido". Martín propone que este tipo de campañas sociales dirigidas a los jóvenes deberían buscar otros soporte. "Aquellos en los que hoy realmente están los chavales: Messenger, los msm, los blogs... que es donde se informan. Además, está el tema de la credibilidad: si el anuncio dice que las pastillas matan y el chico que la toma el fin de semana y ve que no le pasa nada - porque los efectos a largo plazo son más difíciles de comunicar- ya no se creerá el resto del mensaje".

Hoy sabemos, gracias al sondeo realizado por la FAD, que un 38% de los jóvenes probaron sustancias estupefacientes "por el gusto de lo prohibido". Resulta pues difícil de entender el sentido de algunas campañas que ponen el énfasis en un riesgo que para muchos jóvenes resulta atractivo.

Este hecho ya quedó en evidencia cuando las autoridades de Estados Unidos decidieron evaluar los efectos generados por la mayor campaña antidroga impulsada por un gobierno y destinada a reducir el consumo juvenil. La campaña costó 1.000 millones de dólares y cuando, cuatro años después comenzaron a evaluar su eficacia, descubrieron asombrados que cuanto más recordaban la campañas los chavales, más favorable era su actitud hacia el consumo.

El tiro por la culata Daniel Rosh, un investigador de la cultura de la droga, escribe en un ilustrativo artículo sobre el tema titulado El tiro por la culata:"Se trata de una obsesión por convencer --asustar- en vez de informar. Las campañas han creado una versión para jóvenes del coco que viene a comerse a los niños si no se duermen. Las historias del coco y las historias sobre drogas sólo son efectivas temporalmente, y el desengaño da paso a la irreverencia y el desacato. Las campañas en su concepción actual provocan una ruptura permanente con los jóvenes que de una forma u otra caen en cuenta de las exageraciones y falsedades".

Rosh reconoce que las drogas no son inocuas, pero que exagerar sus peligros agrava la situación. Por lo que sugiere que los mensajes deberían ser: "no beba si ha tomado antibióticos", "no mezcles marihuana y alcohol" o "bebe mucha agua si has tomado éxtasis", que serían más efectivos.

De la misma opinión es la magistrada Nicole Maestracci, que presidió el departamento interministerial de lucha contra las toxicomanías en Francia y ha publicado un pequeño opúsculo titulado Las Drogas:"Las grandes campañas de comunicación no sirven para hacer prevención, ya que tienden a ser demasiado generales para adaptarse a la diversidad de los comportamientos".

Maestracci opina que ha llegado el momento de romper el mito de una sociedad sin drogas, al que recurren con demasiada facilidad los discursos políticos. "¿No habría que empezar a admitir que la búsqueda de las drogas es, como la de la felicidad o la presencia de la muerte, consustancial al ser humano? Aceptar esta evidencia no significa bajar los brazos, sino, por el contrario, permite definir el margen de maniobra de lo que queremos lograr: reducir los daños físicos y sociales relacionados con el consumo de drogas".


Manuel Díaz Prieto, lavanguardia, 8-X-06