(modelo educativo y) ´Valores relativos´, Francesc Peiró

El mensaje que emerge de la posición relativa de España y de Catalunya en los estudios PISA parece claro: habría que mejorar. Desde luego, las cosas podrían estar mucho peor en atención a la historia contemporánea española, los bajos niveles educativos de la población y la deficiente inversión pública en la enseñanza. Y por eso hay que preguntarse cómo andan países con características semejantes. Busquen a Grecia y Portugal y saquen sus propias conclusiones. O fíjense en Italia, país que al término de la escuela obligatoria ha invertido exactamente el doble que España en la escolarización de cada alumno y cuyos resultados son tan bajos como los de Grecia y Portugal y significativamente inferiores a los nuestros.

Por desgracia, la cuestión catalana no resiste la comparación con las restantes comunidades autónomas, con la excepción de Andalucía, y aquí realmente sí que hay que hablar de un problema serio.

Pero una cosa es acertar en la comparación para saber cuál es la altura relativa del país y otra bien distinta es extraer lecciones políticas. En lugar de hablar tanto de la macropolítica de la enseñanza debería prestarse mayor atención a la micropolítica. Si uno quiere mejorar los resultados en un área específica lo que tiene que hacer es trabajar específicamente para ello. Y de esto se ha visto poco. Hay que preguntarse, primero, si lo que se enseña, el currículo, es lo adecuado; en segundo lugar, si los docentes disponen de la capacitación, las condiciones y los incentivos adecuados para hacerlo bien, y, tercero, si el sistema dispone de las dos condiciones fundamentales para fomentar el énfasis en el aprendizaje: autonomía escolar en un marco de rendición de cuentas.

No hay por qué esperar a PISA para contar con evidencias empíricas acerca de los aprendizajes de nuestros alumnos. Es posible que todo esto requiera mayor inversión, pero no es lícito pedir más dinero público si no se dice para qué se necesita.

España ha sido el único país que no ha respetado el embargo de los resultados de PISA acordado por los 57 países participantes. Se ha dicho que se trataba de una filtración y punto. Sin embargo, el daño que se ha infligido a la imagen internacional del país es muy grave, hasta el punto de que ya hay quien se pregunta qué confianza merecen los resultados españoles en PISA si se trata el asunto con semejante frivolidad y, en definitiva, si uno se puede fiar del país. Personalmente, no creo que se pueda establecer ninguna relación directa entre los valores obtenidos en ciencias y matemáticas en PISA, las cualificaciones de nuestros ingenieros y técnicos, y el hecho de que se hundan túneles. Más bien, el problema parece ser cuán confiables son las empresas y los profesionales del país. Y esto tiene que ver con otros valores, tanto o más importantes.

 

  Centro de Investigación e Innovación Educativas de la OCDE
lavanguardia, 5-XII-07.