´Contra la censura´, John M. Coetzee

"Contra la censura.
Ensayos sobre la pasión de silenciar"

John Maxwell Coetzee
, Debate, 2007,
352 pgs, 20 euros.
LIBROS - CONTRA LA CENSURA: ENSAYOS SOBRE LA PASION DE SILENCIAR+ info clicant la portada

"John Maxwell Coetzee, Nobel de Literatura 2003, no es un hombre pródigo en expresiones públicas. Cuando ganó el premio Booker - galardón por el que mataría todo escritor en lengua inglesa-, no acudió a recibirlo. Cuando le dieron el Nobel, limitó el discurso de agradecimiento a media hora y sus declaraciones fueron protocolarias. Luego, desapareció. El ensayista norteamericano Mark Shechner dice de él que "es capaz de permanecer sentado junto a ti durante horas sin pronunciar palabra". Y, en las escasas ocasiones que concede entrevistas (últimamente, por escrito), muchas de sus respuestas suelen ser: "Ya hablé sobre este libro en la entrevista que concedí hace once años a la revista X,le doy la referencia exacta".

Sin embargo, Coetzee no rehúye participar en eventos literarios. El 15 de junio se presentó casi por sorpresa en la Universidad de Murcia para leer a los estudiantes fragmentos de su próxima novela, Diario de un mal año - que Mondadori publicará el 5 de octubre-, lo que causó el estupor de su anfitrión, el profesor José Carlos Miralles, quien asegura: "No le conocía de nada, simplemente le envié un e-mail invitándole a dar una charla y me respondió que vendría gustoso a leer fragmentos de su obra, aunque eso sí, no daría ninguna entrevista; en privado es un hombre cortés, simpático, conversador aunque tímido, pero muy lejos de su leyenda negra de persona asocial". Los periodistas locales sólo le arrancaron una frase: "No considero necesario hacer declaraciones". De Murcia se fue a Brasil, donde participó en el festival literario FLIP, también con la condición de no atender a la prensa, a la que añadió las de "no participar en ninguna mesa redonda ni hablar sobre mi obra". ¿Qué hizo? Lo mismo que en Murcia: leer fragmentos de su próximo libro, una fascinante mezcla de ficción y ensayo (pueden degustarse extractos en www.um.es/campusdigital/ActualidadUMU/coetzee%20lectura.htm). En el marco del festival, Coetzee asistió a una cena con seis escritores de primera línea mundial, y nada más llegar dijo: "Disculpen, yo no voy a hablar. Pero adoraría escucharlos, me haría muy feliz". Cumplió su promesa.

Si hablamos de Coetzee es porque acaba de publicar en España su ensayo Contra la censura (Debate), escrito en 1996, y porque sus lecturas por el mundo hacen crecer la expectación por Diario de un mal año.El protagonista de esta novela es un escritor australiano de 72 años (cinco más que él), al que invitan a participar en un volumen titulado Opiniones fuertes.Para él, eso supone una buena oportunidad para airear sus ideas sobre temas clave del mundo actual y relacionarlos con la historia. Así, se retrotrae a los orígenes de la legitimidad del Estado para censurar la política de EE. UU., habla de los derechos humanos y el dolor para después denunciar el maltrato a los animales, cita a Maquiavelo, indaga en la naturaleza del erotismo, glosa a Montaigne, analiza el anarquismo, disecciona Al Qaeda y comenta el diseño inteligente o las películas de Kurosawa. Pocos dudan de que es el propio Coetzee quien desliza sus opiniones en los ensayos de ficción que escribe el viejo profesor, preguntándose cosas tan actuales como "el modo en que los ciudadanos deben reaccionar ante un Estado que se arroga prerrogativas que dejan atrás consideraciones morales y libertades civiles en su guerra contra el terror". El tratamiento que se da a los emigrantes que llegan a Australia solicitando asilo le hace pensar en el infierno de Guantánamo.

Por otra parte, su recién publicado Contra la censura ha cobrado actualidad después de que el juez Del Olmo ordenara el secuestro de la revista El Jueves y de que el cómic Tintín en el Congo afronte en Bruselas una demanda de prohibición por incitar al racismo. El sudafricano hilvana un discurso para defender que no debe existir censura ni en los supuestos en que parezca justificada. Y para ello utiliza ejemplos procedentes de la realidad política, con especial incidencia en los temas racistas, y otros casos referidos a la pornografía.

De hecho, la preocupante tesis de Coetzee es que se ha roto "el consenso liberal sobre la libertad de expresión que tal vez antaño podía decirse que reinaba entre los intelectuales occidentales". Si antes todo pensador se oponía a la censura, ahora en EE. UU. "hay instituciones de enseñanza que han aprobado prohibiciones sobre ciertas categorías de expresión" y las campañas contra la pornografía no se limitan a los grupos derechistas sino que llegan a las organizaciones feministas más de izquierdas. Incluso, en Sudáfrica, su país de origen (se ha nacionalizado australiano), "grupos que antaño se oponían firmemente a la censura han colaborado con las autoridades educativas en la supresión de palabras ofensivas desde el punto de vista racial en las nuevas ediciones de clásicos en lengua afrikáans". Para el Nobel, "cuantas menos restricciones legales - o judiciales o empresariales- se apliquen a la capacidad de expresarse, mejor" y, si se producen expresiones desafortunadas, "eso es parte del precio de la libertad". "El remedio es peor que la enfermedad. La institución de la censura otorga poder a personas con una mentalidad fiscalizadora y burocrática que es perjudicial para la vida cultural, e incluso la espiritual, de la comunidad".

Coetzee cree que el acto censor es, en sí mismo, ridículo y contrario a la racionalidad porque siempre parte de un sentimiento de ofensa de un sujeto indignado que, por tanto, ha visto nublarse su razón. Sostiene, asimismo, que sus efectos, en el mundo actual, son contrarios a los buscados. Se permite cuestionar incluso los motivos por los que apartamos a nuestros hijos de las imágenes de adultos desnudos, y sostiene que las explicaciones que les damos para ello, "repletas de lagunas", pueden hacer que los niños "infieran que no se los respeta como agentes morales". Para el escritor, la mirada sin prejuicios de un niño sobre un adulto desnudo causa más perturbación en el adulto que en el propio niño. Y recuerda que "las afrentas a la inocencia de nuestros hijos o a la dignidad de nuestra persona no son ataques a nuestro ser esencial, sino a construcciones", es decir, a "ficciones probablemente indispensables para una sociedad justa"... pero ficciones al cabo."

Xavi Ayén, lavanguardia, 16-VIII-07.

Las frases: 

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN "Se ha roto el consenso liberal sobre la libertad de expresión que tal vez antaño reinaba entre los intelectuales occidentales"

EL CENSOR "Un censor que dicta una prohibición es como un hombre que trata de impedir que el pene se le ponga erecto"

LA CENSURA "El remedio es peor que la enfermedad. La institución de la censura otorga poder a personas con una mentalidad fiscalizadora y burocrática"