1- els confins del Turquestan xinès

el confín del Turquestán chino
China tiene en la región fronteriza de Xinjiang su principal problema nacional (1)
LV, 5-X-04.

En la legendaria ciudad de Kashgar, 3.500 kilómetros al oeste de Pekín, el bazar dominical sigue ofreciendo el caos comercial más sabroso y colorido de Asia Central. Hace diez años ya se decía que esta ciudad había perdido "su sabor de diez años atrás". Pese a todo, más de cien mil campesinos de todo su oasis, en el que viven casi cuatro millones de personas, continúan acudiendo a esta feria semanal del confín noroccidental de China con animales de tiro, bicicletas, motocicletas y autobuses, creando un barullo de mil demonios.

Nadie diría que China tenga aquí, y no en Tíbet, como muchas veces se piensa en Occidente, su principal problema nacional. Ese problema mayor está en Xinjiang, la gran región autónoma del extremo noroccidental del país, de cuya tradición ancestral Kashgar es quintaesencia. La región pertenece cultural e históricamente al Turkestán, la gran zona de Asia Central poblada por pueblos túrquicos de tradición mayormente islámica, que en los últimos siglos ha estado dominada por los imperios ruso y chino. En Xinjiang, el Turkestán chino, viven los uigures.

Los uigures aparecieron como nación a principios del siglo VII como una unión de diferentes grupos étnicos y tribales pastoriles que se sedentarizaron. A lo largo de los siglos recibieron y filtraron muchas influencias culturales y religiosas, desde el budismo al cristianismo nestoriano pasando por el maniqueísmo, el zoroastrismo, el taoísmo, el confucianismo y el animismo, pero fue el islam, desde finales del siglo X, el que prendió con más fuerza entre ellos y ha sobrevivido hasta hoy con gran vigor. Durante casi diez siglos, la lengua túrquica uigur y su escritura fueron lingua franca en Asia Central, y los mongoles recibieron de los uigures el alfabeto y la experiencia para crear un estado en la época de Chingiz Jan (Gengis Khan).

Hoy, si se divide las 55 minorías étnicas oficialmente reconocidas en China en dos grupos, según su mayor o menor nivel de parentesco y afinidad con la mayoría han, los uigures son la mayor minoría (8,5 millones) del grupo de los más diferentes a los han en cultura e ideosincracia. Es el único pueblo túrquico que utiliza el alfabeto árabe y ha demostrado un fuerte apego a su tradición y una gran resistencia a la asimilación. El Turkestán chino mantiene frontera con siete países (Mongolia, Rusia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Afganistán, Pakistán e India), es una zona inmensa, rica en reservas de gas, petróleo y minerales, de 1,6 millones de kilómetros cuadrados, equivalente a más de tres veces la península Ibérica, y que representa la sexta parte de la superficie total de China. Xinjiang es un territorio desértico en un 50%, donde China tiene su polígono de pruebas nucleares (Lop Nor) en el que ha detonado más de 40 bombas atómicas.

La llegada de Estados Unidos a esta gran región de Eurasia, como consecuencia del fin de la URSS y de las oportunidades abiertas por Bin Laden, ha convertido al Turkestán en escenario de un nuevo gran juego, determinado por la abundancia de materias primas y la ambición por controlarlas.

La ortodoxia de la publicística y de los estudios universitarios occidentales sugiere claramente que el dominio chino de esta región, como el de Tíbet, es fundamentalmente ilegítimo ("La historia no apoya la reivindicación china de esta remota región" es la frase que abre el artículo sobre Xinjiang en el volumen Modern China de Penguin Books). Como en el caso de la costa báltica en la URSS, la demostración consiste en enfatizar los periodos de independencia o no pertenencia a China de esos territorios en el siglo XX y minimizar o silenciar los vínculos. De parte China, trátese de Xinjiang o de Tíbet, se practica el mismo ejercicio pero a la inversa, recordando vínculos ancestrales.

Al margen de ambas posturas, la realidad es que históricamente Xinjiang es un territorio fronterizo que mantuvo siempre fuertes contactos e intercambios con China y que ésta dominó cuando era fuerte y cedió cuando era débil. Ahora China es fuerte y su dominio en Xinjiang se está fortaleciendo, pero eso no quiere decir que la convivencia entre etnias sea normal ni que las tensiones no estén a flor de piel. Aunque en los últimos años haya logrado erradicar el activismo separatista y mantener las tensiones en un estado latente, China tiene en Xinjiang su principal problema nacional.