entrevista a William Kristol

entrevista a William Kristol

“Un neoconservador es un liberal atacado por la realidad”

William Kristol, director del semanario “The Weekly Standard” y comentarista de la cadena Fox News, es uno de los máximos representantes del pensamiento neoconservador tan influyente en la Administración Bush. Partidario desde primera hora de derrocar a Saddam Hussein y de una lucha antiterrorista sin concesiones, es muy escéptico sobre el papel de la ONU y de la ley internacional. En esta entrevista, Kristol reflexiona sobre la filosofía neoconservadora y la nueva escena internacional.

¿Qué pretendía Leo Strauss, inspirador de los neoconservadores?

Revitalizar el estudio de los grandes libros (clásicos) y enseñar a la gente cómo leerlos, recordar que los asuntos que trataron los grandes pensadores siguen siendo temas y preguntas para nosotros, que la historia no ha solventado las cuestiones fundamentales sobre cómo debemos vivir y cuál es el mejor orden político. El progreso no es una respuesta, sino más bien una pregunta o un problema. Strauss era en esencia un educador y el efecto de su educación es cuestionarse los modernos prejuicios frente a la historia y el progreso y ante la idea de que no hay nada que aprender del pasado.

¿Qué diablos es, entonces, un neconservador? ¿Puede definirlo?

Creo que mi padre (Irving Kristol) fue el primer neoconservador verdadero. Un neoconservador es un liberal que ha sido atacado por la realidad, un liberal que pensaba que la política liberal a finales de los años sesenta y setenta comenzaba a dar malos resultados. Y quiso ajustar su pensamiento basándose en la realidad, en los resultados. Hay muchas opiniones que se imputan a los neoconservadores. En el contexto actual me parece que (un neoconservador) es un “halcón” en política exterior, un defensor de la doctrina Bush, alquien que cree en fortalecer las democracias occidentales y que tiene la voluntad de utilizar la fuerza, de defender los principios democráticos, e incluso de derrotar a dictaduras y promover la democracia.

¿Qué papel deben desempeñar la ley internacional, los tribunales y organizaciones internacionales para solucionar los conflictos?

Las organizaciones internacionales pueden desempeñar cierto papel y es evidente que la ley internacional puede tener un papel importante, pero, a fin de cuentas, las Naciones Unidas no salvaron vidas en Ruanda y la ley internacional no liberó a los pueblos de Europa central y oriental del comunismo soviético. Las organizaciones internacionales no liberaron al pueblo de España de la dictadura. Todo eso lo hizo gente que creía en la libertad y quería luchar por la libertad, o naciones que ayudaron a otras a luchar por la libertad. Es obvio que hay un papel para todas las convenciones internacionales, acuerdos legales y organizaciones, pero me temo que, al final, la justicia debe ser respaldada por la fuerza y la fuerza reside sobre todo en estados-nación. Y es clave que las naciones democráticas y que aman la paz trabajen juntas para defenderse y para hacer avanzar los principios de la libertad y la democracia en el mundo.

¿Qué perspectivas ve, pues, para el futuro del sistema de estados soberanos que nació con la paz de Westfalia en 1648?

Pienso que todavía tendremos un sistema de estados-nación, pero no creo que debamos respetar la soberanía en todos los casos. No creo que nadie haya pensado eso nunca. El error de los años noventa es que nosotros, en Estados Unidos, dudamos demasiado sobre intervenir en los Balcanes, en Ruanda o contra los terroristas. Es un error esgrimir el respeto al sistema de Westfalia como una excusa para no actuar en determinadas circunstancias. Pero estaría sorprendido si, dentro de cincuenta años, las Naciones Unidas, la ley internacional o los tribunales internacionales hubieran reemplazado la estructura fundamental de los estados-nación. No creo que ocurra ni que deba ocurrir. No veo claro que podamos preservar la libertad sin los estados-nación.

¿No cree por tanto que este sistema internacional, encarnado por la ONU, pueda lograr nada en Iraq? ¿O sí?

Puede ayudar un poquito. Pero, a fin de cuentas, esa fue nuestra intervención, con algunos amigos y aliados, desde luego. Creo que debemos asumir la carga de hacer que Iraq funcione, que la resistencia baasista sea derrotada y que Iraq se recupere. Nos debemos alegrar de recibir tanta ayuda como sea posible. No creo que EE.UU. pueda huir de su responsabilidad invocando el nombre de las Naciones Unidas. Debemos ser serios en asumir nuestra responsabilidad y creo que podemos hacer que Iraq funcione, pero eso requerirá tropas estadounidenses, dinero estadounidense, así como tropas y dinero de otros países como Gran Bretaña y España.

¿Quién será el siguiente? ¿Siria, Irán?

No lo sé. No creo que estemos pensando qué países podemos atacar. Como ha dicho el presidente, y yo lo comparto, estamos en una guerra global contra el terrorismo, debemos presionar a los regímenes que dan cobijo a grupos terroristas. Obviamente eso incluye a Siria e Irán. Tenemos que preocuparnos de países que quieren armas de destrucción masiva, especialmente Corea del Norte e Irán. No sé quién será el siguiente, de la misma manera que, durante la guerra fría, nadie sabía si sería Grecia, Turquía; luego fue Berlín, Corea; en 1975 fueron España y Portugal. Creo que Arabia Saudí es un gran problema. Me gustaría que tuviéramos una política mucho más agresiva contra la exportación del islam radical desde Arabia Saudí.

¿Qué clase de política más agresiva?

Hacemos mucho por los saudíes y les podemos pedir que sean mucho más agresivos en atajar la exportación de dinero destinado al terrorismo, escuelas y mezquitas extremistas. Mohamed Atta salió de Egipto y se fue a Hamburgo. Y allí, en una mezquita financiada por los saudíes, se convirtió en un terrorista.

¿Cuál es la concepción profunda que explica la determinación en derrocar a Saddam Hussein?

Un sentimiento, después del 11-S, de que no puede permitirse que dictadores adquieran armas de destrucción masiva o cooperen con grupos terroristas. Por eso la idea de que tenemos que ir a la ofensiva. Podemos discutir sobre si Saddam debía ser la primera prioridad, la segunda o la tercera. Pero creo que la gente de Iraq está mejor sin Saddam y la región tiene una buena oportunidad de estar mejor. Debemos seguir a la ofensiva, presionando a grupos terroristas y estados terroristas.

El presidente Bush habla de hacer la guerra a los terroristas en su terreno, para evitar que la lucha se desarrolle en EE.UU. ¿Comparte esta opinión?

Espero que podamos evitar luchar aquí. Creo que debe agradecerse al presidente Bush y a otros líderes que hayamos logrado evitar ataques en nuestras ciudades desde el 11-S. Eso se debe, en parte, porque hemos tenido una estrategia avanzada, porque hemos presionado a los grupos. No creo en la teoría de que los grupos terroristas puedan florecen sin tener un Estado que los patrocine o los proteja. Por eso Afganistán fue tan importante para Al Qaeda. E invadir Afganistán fue importante. Ahora debemos presionar a Siria, Irán y otros países que albergan terroristas.

¿Cómo ve las elecciones del 2004? ¿Es Bush vulnerable? ¿Qué candidato demócrata ve más fuerte?

Es difícil hablar de los demócratas. Por supuesto que Bush es vulnerable y todo depende de la guerra. Creo que será un referéndum sobre la guerra contra el terrorismo.

¿Más que la economía?

Sí, más que la economía. La economía estará bien, no fenomenal. Pero creo que este presidente está marcado por el 11-S. Bush tuvo una respuesta concreta al 11-S, con la que estoy de acuerdo. Los votantes deberán juzgar si Bush tuvo razón en lo esencial o si se equivocó, si provocó más problemas que los necesarios al ir a Iraq, si deberíamos haber tomado una actitud más próxima a la vieja Europa, a la actitud franco-alemana para abordar estos problemas. Eso sería un debate legítimo. La elección del 2004 será muy importante en EE.UU. porque habrá un debate fundamental sobre nuestra política exterior.

26-XI-2003, lavanguardia-cultura/s, Xavier Batalla y Eusebio Val