Hace unos días, un equipo integrado por una veintena de investigadores daneses salió de Svalbard [un archipiélago noruego en el límite del océano Ártico y el océano Atlántico] con destino al Polo Norte, a bordo del rompehielos sueco Oden. Su objetivo es demostrar que 155.000 kilómetros cuadrados del fondo del océano Glacial Ártico, en el que se encuentra el Polo Norte, forman parte de la meseta continental groenlandesa y por lo tanto, deben integrarse al Reino [que comprende, además de Dinamarca, Groenlandia y las islas Feroe].

La expedición tan sólo cuenta con seis semanas para llevar a cabo su misión, sabiendo que los hielos del polo pueden impedir que los investigadores logren su objetivo. Tienen que recopilar datos batimétricos sobre la dorsal de Lomonósov y sobre las capas de sedimentos en la cuenca de Amundsen al este del Polo Norte. Estos datos son fundamentales para que la Unidad del Estado danés pueda reivindicar en 2014 ante la ONU la parte considerable del fondo del océano que se extiende al norte del límite de las 200 millas marinas, desde Groenlandia hasta el Polo Norte.

Se plantean tres preguntas: ¿Se producirá un conflicto entre Dinamarca y Rusia, ya que Rusia también reivindica partes de este territorio? ¿Qué motivo existe detrás de la reivindicación danesa? ¿Dinamarca protegerá el Polo Norte si se vuelve danés?

Es poco probable encontrar petróleo

Empecemos por Rusia. La Convención sobre el Derecho del Mar de la ONU de 1982 es la que permite a las naciones ampliar su territorio hasta 200 millas marinas. Rusia presentó sus reivindicaciones provisionales sobre el océano Ártico en 2001 y es evidente que éstas coinciden con las supuestas exigencias de la Unidad del Estado danés. Existen dudas sobre el carácter pacífico de las intenciones de Moscú, sobre todo porque en 2007, unos submarinos colocaron una bandera rusa en el fondo marino, debajo del Polo Norte. Pero los riesgos de un conflicto en el Polo son escasos.

Dinamarca, Rusia y los demás Estados con costas en el Ártico han asegurado que desean respetar las normas de la convención sobre el derecho del mar relativas a la delimitación de las fronteras y Rusia se beneficiaría de una evolución pacífica de la situación. Gracias a su litoral siberiano, de 20.000 kilómetros de largo, obtendrá inmensas zonas del fondo del océano Ártico. Es poco probable que la Federación ponga en peligro este posible beneficio planteando problemas por el territorio más modesto que reivindica Dinamarca.

Por otro lado, las posibilidades de encontrar petróleo en los alrededores del Polo Norte son limitadas. Aunque los investigadores conozcan poco la geología del terreno, saben lo suficiente para pronosticar que probablemente será necesario buscar los yacimientos de petróleo explotables en otros lugares del Ártico.

¿Qué estrategia de negociación de fronteras?

No obstante, no está claro cómo resolverán concretamente Rusia y Dinamarca la cuestión del trazado de las fronteras, si los dos países reivindican la misma región del fondo del mar. Muchos diplomáticos rusos consideran que para llegar a una solución sostenible, será necesario entablar un diálogo con otras naciones con costas en la zona, con lo que se intuye que se refieren a Estados Unidos.

Tampoco sabemos si las fuerzas nacionalistas de Rusia aceptarán que Dinamarca/Groenlandia posea el derecho exclusivo de definirse como administradora del Polo Norte. Ningún punto de Siberia se encuentra tan cercano al Polo Norte como la punta septentrional de Groenlandia, pero los rusos consideran que tienen tanto derecho como nosotros de reivindicar la propiedad del Polo.

Por último, Dinamarca y Groenlandia deben llegar a un acuerdo sobre la estrategia de negociación de las fronteras. Oficialmente, Dinamarca es quien gestiona la política exterior del reino, pero el reparto de poderes se modifica a medida que Groenlandia gana en influencia en el ámbito internacional [desde 2009, la isla goza de una mayor autonomía].

También se plantea la cuestión de la protección de la región. El Polo Sur y todo el océano Antártico están protegidos. Allí, hace decenios que el Tratado Antártico prohíbe cualquier actividad militar, así como la explotación comercial del petróleo, de minerales y de la fauna. Greenpeace y otras asociaciones consideran que la parte central del océano Ártico, que sigue sin pertenecer a nadie, debería protegerse con unas medidas similares.

Un perfil bajo respecto a ecología

La consecuencia sería que Dinamarca, Rusia y Canadá, que reivindican partes de este territorio, tendrían que renunciar a sus exigencias ante la ONU. Greenpeace ha lanzado una campaña con el título Salvar el Ártico, que culminará con la colocación de una bandera en el Polo Norte en 2013.

Hace tiempo que Dinamarca se opone a la idea de una protección del Ártico similar a la que se encuentra en vigor en el Antártico. En el Ártico se encuentran censados 4 millones de habitantes, mientras que la Antártida no está habitada. Por otro lado, los derechos de la Unidad del Estado danés sobre una parte del suelo del océano están justificados por la Convención sobre el Derecho del Mar. Pero cuando en 2011, el jefe del Gobierno groenlandés Kuupik Kleist no ocultó su deseo de que las regiones pelágicas se beneficiaran de una protección internacional, Dinamarca cambió de registro.

En agosto de 2011, la exministra de Exteriores Lene Espersen (del Partido Popular Conservador) apoyó la idea de un “parque natural”. Desde entonces, su sucesor Villy Søvndal (Partido Socialista) ha mencionado una “zona del patrimonio”. Pero no está nada claro qué es lo que quiere realmente el Gobierno: ¿Dinamarca defiende el principio de la protección internacional de una gran región pelágica en el océano Ártico, en la que, por consiguiente, estarían prohibidas la pesca industrial, la navegación comercial y la extracción de petróleo y minerales? ¿O bien el país está más bien a favor de una protección simbólica de una parte limitada del casquete glacial en los alrededores del Polo? Sin duda, el Gobierno danés va a adoptar un perfil bajo mientras la ONU evalúe las reivindicaciones oficiales de unos y otros y también para dar tiempo al equipo de investigadores para que presenten los resultados de su expedición.