Fukushima, sota control?

Igual que un parto. Nueve meses es el tiempo que ha necesitado el Gobierno japonés para poder anunciar que la situación está bajo control en la central nuclear de Fukushima, gravemente dañada por el seísmo y posterior tsunami del 11 de marzo, lo que desencadenó el peor accidente nuclear desde Chernóbil en 1986. La notificación, sin embargo, deja muchos interrogantes.

El primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, anunció ayer la noticia que todo el mundo estaba esperando: la central nuclear de Fukushima Daiichi está bajo control.

Explicó que los tres reactores nucleares dañados por el tsunami están en condiciones de "parada fría". Esta situación de estabilidad permite cerrar la segunda fase de la llamada hoja de ruta para controlar la crisis nuclear.

¿Que se entiende aquí por parada fría? Según explicó Noda en rueda de prensa, los técnicos han confirmado que las temperaturas de los reactores se mantienen de forma estable por debajo de los 100 grados centígrados. "En consecuencia, las emisiones radiactivas pueden ser contenidas a un nivel suficiente desde el exterior de las instalaciones de la central, incluso en caso de un nuevo accidente", añadió.

No obstante, el premier nipón reconoció que es sólo un paso más. "Esto no significa que el problema nuclear esté resuelto". La resolución "es un reto para Japón y para toda la humanidad", subrayó Noda.

El anuncio deja muchas preguntas sin respuestas. La primera de ellas, acerca de la confirmación de que se cumplen los plazos previstos por el Gobierno y la operadora de la central nuclear, la empresa Tepco, para resolver el accidente.

Numerosas organizaciones medioambientales acusaron ayer al Ejecutivo de intentar engañar a la opinión pública. "El Gobierno y Tepco utilizan la expresión parada en frío en un sentido distinto de su acepción normal", explicó Takashi Sawada, vicepresidente de la Sociedad Japonesa de energía Atómica a Afp. En una central, cuando se habla de parada en frío, se refiere a la posibilidad de que el personal técnico pueda llevar a cabo tareas de mantenimiento. Una labor que es impensable actualmente en la central de Fukushima Daiichi, debido a la elevada radiactividad que existe en el fondo de la vasija de contención.

"Hablar aquí de una parada en frío raya en la mentira", dice un experto de la organización medioambiental austriaca Global 2000, que recuerda que "sólo con el bombeo de 22.000 litros de agua por hora para enfriar los restos de combustible nuclear se logra evitar una fusión", según Dpa.

Consciente de esta situación, Noda afirmó que "quedan muchos desafíos por superar. La batalla continua". Y es cierto. Quedan muchos interrogantes: desde el estado real del combustible en el núcleo de los reactores, al futuro de las miles de toneladas de agua contaminada que se almacenan en la central atómica.

Tampoco hay respuesta para el número indeterminado de filtraciones de agua contaminada, cuya localización se desconoce y que arrojan serias dudas acerca de que hasta qué punto está controlada la situación en la planta nuclear. Sin ir más lejos, hace menos de dos semanas se detectó una fuga de 45 toneladas de agua con estroncio radiactivo que acabó en el Pacífico antes de que se resolviera el problema. Y aún está por resolver, asimismo, la cuestión de las montañas de escombros radiactivos que hay en la central sin protección adecuada.

A todo se suma, además, el miedo a la radiactividad existente en la zona y el control que se efectúa en los alimentos, a pesar de los controles que llevan a cabo las autoridades locales.

No obstante, las autoridades japonesas confían en poder dar la respuesta adecuada a medida que se cumpla la hoja de ruta diseñada por el Gobierno y Tepco para cerrar la crisis de Fukushima, que pasa por retirar todo el combustible dañado y desmantelar los reactores. Un proceso que, según los expertos, se prolongará a lo largo de unos 40 años.

Tras haber logrado refrigerar y estabilizar los reactores, la siguiente fase pasa por retirar en dos años, el combustible usado en las piscinas de almacenamiento. Después se extraerá el combustible fundido del interior de los reactores en un plazo de 25 años. A partir de entonces, se empezará a desmantelar las unidades, lo que llevará 15 años más.

17-XII-11, I. Ambrós, lavanguardia