´Memoria e Historia de la mujer gitana: un todo por hacer´, Sarah Carmona

21.11.2011

Memoria e Historia de la mujer gitana: un todo por hacer

Por Sarah Carmona

 

 

 

“En el paraíso, todas las mujeres son Gitanas”, Alexandre Romanes
“Es menester que cada día hagas también tu campaña contra ti mismo" F. Nietzsche.  Aurore, § 370
Te oven saste baxtale savorenge! ¡Buenos días a todos y todas !

En este panorama tan maloliente, en esta Europa neo fascista y romofoba es importantísimo asentar, reivindicar, difundir pero también vivir nuestra cultura de manera sana, desde el conocimiento, la excelencia  y el orgullo. La inscripción de la historia gitana en las historias nacionales es sin lugar a duda la más valiosa arma contra la romofobia. El desprenderse de las narraciones históricas anticuadas y manipuladoras es fundamental para cambiar las percepciones que tiene gran parte de la sociedad mayoritaria hacia nosotros pero lo es también para sanear nuestra propia relación al mundo y a nosotros mismos.

Si hoy se me ha  invitado a participar a este congreso me imagino que será por mis múltiples condiciones. Espero que sea primero en calidad de historiadora y mujer gitana. Tal vez también lo sea por mi experiencia como activista (¡Qué palabra más fea es ésta! Activista. ¡Y cuántas contradicciones encierra, al ser muy difícil optimizar el pensamiento y la acción en un mismo tiempo!). Intentaré a lo largo de esta  reflexión saltar de una identidad a otra, ya que no me propongo aquí enfundarme tan solo en mi traje de historiadora. La multiplicidad de los enfoques de reflexión, el pensamiento complejo [1], necesaria a una comprensión global y justa de las necesidades de cultura de los Gitanos necesitan de un esfuerzo de interrogación, de análisis y de conceptualización, evidentemente más arduo que el simple reempleo de formulas usadas y perenes.  Como bien lo entenderéis, y os lo confieso con el corazón encogido, a día de hoy, la memoria y la historia de la mujer gitana no es ni respetada ni investigada con los honores que se merecen. Pero sigue siendo sujeta al folklorismo y a los lugares comunes.  

Como Gitana, tendré que hablarles aquí desde un sentido gitano universal, dejando de lado a qué “endaja” pertenezco (cali/sinti/manouche/lovara/kalderash…) intentando ubicarme entre la experiencia personal o de grupo y la cosmogonía y los valores que en gran medida comparto con todos los Gitanos del mundo. Pero a la vez intentaré no perder de vista  una perspectiva más rigurosa, crítica, científica a pesar de ser totalmente consciente de que un historiador no es nada más que un ser humano, con toda la complejidad que supone pertenecer al género humano, con un bagaje cultural, social, intelectual, político, moral, espiritual y de género.

Más allá de esta realidad humana y, en cierto modo, para matizar esa tendencia, el investigador necesita de una actitud consciente y debe imponerse una objetividad máxima. La objetividad absoluta no existe pero una serie de condiciones para el estudio de la historia son necesarias y básicas. Contextualización, historicismo, comparación y conceptualización. Presuposiciones casi ausentes hoy en día en la historiografía gitana.

Desgraciadamente una cierta afición está permitida en el campo de las investigaciones gitanas, como si la materia no mereciera la exigencia de una ética profesional. El “romologo” siempre tiene derecho a la mediocridad o a saltarse las reglas más elementales. El lingüista se hace historiador, el sociólogo lingüista, el historiador cronista…

Por supuesto soy consciente de la dificultad y de la contradicción que este dictamen, el de una posible mirada condicionada por una identidad o más, sobre un asunto científico, conlleva. Pero al fin y al cabo, las mujeres en general hemos tenido que ejercer una cierta bipolaridad, y esta condición llego a ser nuestra arma más eficaz. Y a esta conocidísima capacidad que tenemos para llevar adelante más de un combate a la vez, se suma, en el caso gitano, la idiosincrasia y la  genuinidad de un pueblo que no teme lo plural.

Desde su salida del Uttar Pradesh en el siglo XI hasta su llegada al Imperio bizantino atravesando el Jorasan y Asia Menor y hasta hoy en día, el Pueblo Gitano ha cristalizado, ha homogeneizado lo diferente, motivo para él de riqueza y no de división. Si hay una forma que más me recuerde a mi pueblo es la de las ajaracas. Constituyen un todo, una figura a menudo centrada en sí misma, hecha de diferentes elementos que adquieren su magnificencia tan solo en la unidad. Una ajaraca, un arabesco, se mira eternamente, sin llegar a cansarse, sin entender del todo dónde empieza, ni dónde termina. Hay algo de embrujo en éste, una trama principal en la cual de repente surgen añadidos dispares pero que parecen imprescindibles. En una ajaraca no sé sabe muy bien lo que predomina en su figura general o lo que sólo es accesorio en el sentir de su belleza.

Ahora bien, el ser mujer y el ser mujer gitana, son otras de las riquezas con la cual debemos contar a la hora de reflexionar sobre historia y memoria. Y si he mencionado la figura de la ajaraca para ilustrar la diversidad étnica, social y cultural de mi pueblo, también sirve para entender, la posición de la mujer en el mundo gitano. Al contrario de lo que se suele decir y comprender de la sociedad gitana y de sus formas de organizaciones endógenas, ésta es muy interrelacionada, holística, y con mucha dificultad se puede entender desde una perspectiva total si no se contemplan esas interrelaciones. Cada uno de sus participantes está vinculado con el todo, de forma muy diferente a la de la sociedad mayoritaria. Las escalas de valores no son en absoluto similares a las de las sociedades “gadjikani”/payas en la que nos desenvolvemos. Las formas y las plasmaciones del sentido del respecto no son las mismas. Poco importa el nivel socio económico o los estudios o el nivel de ascensión social para ser un hombre o una mujer respetable.

Pero si nos detenemos y tratamos de entender cuál es el papel de la mujer en la elaboración de una narrativa de la historia y de la memoria nos tropezaremos con muchas paradojas.

La mujer gitana es (fuera del lugar común) la honra de la familia, el pilar, el garante de transmisión de valores, de cultura y de memoria. Pero por otra parte es también el motor de cambios, de modernidad o más bien de conciliación entre los elementos genuinamente gitanos y las imperiosas y naturales necesidades de una realidad contemporánea. Es por lo tanto un eje fundamental, un engranaje esencial para entender la historia gitana y sin embargo se encuentra totalmente ausente de la historiografía sobre temática gitana.  

Otra paradoja, sin dudas, y desde hace ya más de 10 años, a nivel europeo la mujer gitana es la que más alto nivel académico ha conseguido en el seno de su comunidad, siendo el portaestandarte de la emancipación intelectual del pueblo gitano, sin que se le haya dado el sitio que se merece en los que conocemos como los “Romanies Studies”.

Hasta fechas aun muy recientes, la historiografía sobre temática gitana se caracterizaba por producciones, estudios e investigaciones casi exclusivamente elaborados por ojos ajenos. El trato del sujeto “gitano”, su historia y su cultura a lo largo de la historia refleja de manera muy justa tanto los miedos, las fobias, las psicosis de sus autores, de sus contemporáneos y de los tiempos que les tocaron vivir así  como sus obsesiones, sus fascinaciones, sus fantasías y sus deseos ocultos. La historiografía romaní no es otra cosa que la de la los miedos y de las obsesiones de la sociedad mayoritaria.

Primero fue, en tiempos de la llegada de los Gitanos a Europa, la atracción por lo oriental como elemento clásico de afirmación de poder en las esferas nobles y a la vez el epilogo de un entusiasmo popular por las peregrinaciones. Poco a poco, el Gitano estereotipado pasa a ser por un lado, un ideal natural y naturalista, que participa de las mitologías características de las génesis de las edades nacionalistas para convertirse en el individuo asocial, “acultural”, un ser desprovisto de  valores, una escoria, un desecho social circunstancial, fruto de una época pervertida. Poco más tarde, con el Romanticismo, otra mirada se focaliza sobre lo Gitano. Detrás de las luces, una condescendencia malsana, un folclorismo que teñirá generaciones de intelectuales, acarreando con él la creación del concepto de “Romology” o “Gitanologia” con la Gypsy Lore Society. Es la era del colonialismo intelectual que todavía hoy sigue viviendo días de glorias. A lo largo de la historia, cada una de esas miradas se declinará desde el más tenue matiz a la plasmación extremista más sangrienta. Algunas de esas miradas son coetáneas, otras puntales. Que el estereotipo sea negativo o positivo, la lectura que nos propone de la realidad, no es nada más que una construcción en gran parte ajena a la realidad vivida, a la historia y la cultura del pueblo gitano. Esa dualidad (romántica/xenófoba) de miradas, esa dualidad que después se puede fragmentar en multitudes variantes cada una más peligrosa que la otra, es muy visible cuando se examina el trato que se le ha dado a la mujer gitana como objeto de estudios: madre naturaleza, mujer hechicera, bruja, objeto de disgusto, ladrona, artista, encarnación de la sensualidad y la sexualidad, mujer violenta y apasionada capaz de todo, guardiana del hogar, mujer sin moralidad, atracción, obsesión, disgusto, peligro, vagabundeo, cercanía, fuera del mundo, fuera de las ciudades, fuera de las normas…Estamos de manera constante en un balanceo hacia los extremos, en la construcciones de mitos arquetípicos, en el reconocimiento de la imagen primordial, la unión del símbolo y de la emoción [2].

Sin duda, es el caso para otras minorías estigmatizadas, como la judía por ejemplo, pero en el caso hebreo, los lugares comunes que suscitan, tienen algo que ver con lo cerebral, lo intelectual. En el imaginario colectivo, el Judío provoca envidia, celos. Las imágenes estereotipadas que los demás tienen de su relación con el dinero, el conocimiento,  la sabiduría o el poder, por sí mismas representan una fuerza.

La mujer gitana, su cotidianidad, sus aportaciones, nunca ha sido objeto de interés por parte del historiador.  La historia de la mujer gitana desde su salida de la India como Proto Gitana, sus pasos por el Jorasán en el Siglo XI en los campamentos militares gaznaví, donde se homogeneíza su etnicidad, su llegada hacia Asia Menor empujados por los Selyúcidas, posteriormente en el Imperio Bizantino, y su instalación en Europa, está completamente dejada de lado. ¿Quiénes eran esas Indias, mujeres Rajputs,  artesanas, o Domba que salieron del Uttar Pradesh a principio del siglo XI por las incursiones de Mahmud de Ghazni? ¿Cuáles eran el papel y las vivencias de este grupo heterogéneo de mujeres indias que se encontraron unidas en una koiné lingüística y social militar gaznaví? ¿Cuál era la vida de las mujeres proto gitanas en esas guarniciones militares del Jorasán, verdaderas ciudades en movimiento?  Si fue en Asia Menor bajo dominio Selyúcida que se cristalizo el Romaní y partiendo del hecho de que la transmisión del idioma se efectúa por la madre, ¿cómo mirar este momento tan fundamental desde una perspectiva femenina? Son muchas las interrogaciones, y fundamentales los cambios de focalización sobre la cuestión. 

Si la historia de la mujer gitana es un asunto pendiente de la historiografía gitana, una mirada femenina sobre la historia gitana también está por desear. La mujer gitana es la gran ausente de  la propia investigación y de la narración histórica. ¿Cuántas historiadoras gitanas hay al día de hoy? Conozco a dos, contándome a mí.

 La historia gitana en general, como campo de investigación riguroso, no ha superado el nivel de la historia y la narrativa fáctica. Ningún historiador, hasta el día de hoy, se ha acercado a la materia desde el prisma de la historia social y aún menos desde la del género. Al día de hoy la mujer gitana en el ámbito histórico es inexistente o, en el mejor de los casos circunstancial. Siendo, sin embargo, la gitana el receptáculo, el aliviadero de la animalidad de la mirada ajena: disgusta u obsesiona. 

Sin embargo, no siempre fue así. Y si la percepción de lo Gitano no ha sido la misma en Oriente que en Occidente, también, ha evolucionado a lo largo del tiempo y en sintonía con las políticas y los intereses políticos e ideológicos del momento.

Podríamos pensar que esas elaboraciones estereotipadas fuesen fruto de una falta de material histórico por interpretar, pero no lo es en absoluto. Los archivos nacionales, regionales y locales de Europa están bastante provistos de fuentes documentales sobre Gitanos, sobre todo a partir de su llegada a tierras bohemias. Gran parte de esas fuentes documentales, no participan de la creación de esas identidades erróneas. Bien al contrario. Su estudio nos proporciona una visión muchísima más rica y matizada de la vida y la historia gitanas. Pero, como si de una recogida selectiva se tratase, los historiadores y/o “romólogos” decidieron optar por un tipo de dato que les pareciese más conveniente para construir sus narrativas. Si contemplamos mi tema de investigación actual, la historia militar gitana en la Europa del siglo XV hasta el siglo XIX, los centenares de documentos de archivos sobre los cuales trabajo no han sido descubiertos por mí, de hecho aparecen referenciados por los padres de la historia gitana (Georges Soulis [3], François Vaux de Folletier [4]) muy tempranamente. Probablemente no se haya querido tratar el tema (sin embargo fundamental para entender la historia gitana), participando así de la construcción de una imagen falsa de su historia  y de su cultura. Historia lagrimal [5] y folclorista, historia negacionista…

Por lo tanto, y como bien se habrán dado ustedes cuenta, los presupuestos normativos sobre los que tengo que asentar mi reflexión sobre el cómo hacer memoria e historia siendo mujer y siendo gitana son pocos alentadores.  Fundamentalmente, no por el hecho de ser mujer, sino meramente por el hecho de pertenecer a un pueblo culturalmente oprimido (ya que la manipulación de la historia de un pueblo es una opresión y se puede considerar como un etnocidio), un pueblo que se ha visto infantilizado intelectualmente, un pueblo víctima del colonialismo intelectual, y que, desde hace un par de generaciones ya intenta desvincularse de esta tutela intelectual, social y económica.

Una vez más, repito, partiendo del principio de que la historia del pueblo gitano está por escribir, que hasta ahora no ha sido Historia lo que se ha escrito, una narrativa histórica sobre mujeres gitanas como tema presente en la historiografía gitana, no existe. De hecho, no existen Romani Women Studies como puede existir African American Women Studies.

Sin embargo, y como lo hemos mencionado anteriormente la mujer es en gran parte el vinculo de la transmisión memorial: lo es a través del lenguaje oral y corporal, lo es a través de la cotidianidad, de las diferentes plasmaciones de la memoria oral (a través de cuentos, de prosas, de refranes, de sentencias que se usan a diario) que pueden ser en el caso gitano muy diferentes según su proveniencia. Existen endayas romanis [6] que han conservado un compendio de cuentos y poesías populares propios, bastante rico y extenso, más o menos originales. Sin embargo, otros grupos muy minoritarios han transmitido una memoria oral de otra manera a través de las letras de música por ejemplo.

Hay una característica común en casi todos esos grupos, el mantenimiento más o menos amplio, más o menos novelado de una historia familiar extensa, que se apoya en personajes claves, gente de bien o de ruina, con sus oficios, sus vivencias, sus conocimientos, sus posiciones sociales, sus penas y alegrías que se interrelacionan con otras familias extensas tejiendo así una red memorial que, cosa bastante curiosa, acaba por englobar a gran parte del grupo.

Esos relatos memoriales son muy poco conocidos y son motivos de orgullo, cualquier sea el contenido que lleven, en el seno de la familia o del grupo. La plasmación de esta memoria viene a ser concreta cuando los propios Gitanos con dotes o necesidades literarias dan el paso, escriben y publican.

En lo que se refiere a la Historia y a la relación que tiene el pueblo Gitano con la Historia, con su historia, el asunto se merecería una ponencia en sí. ¿A lo largo de la historia, así como en la actualidad cuál ha sido y cuál es el interés del Pueblo Gitano por su historia?

Ayer como hoy, aunque más actualmente, el interés, la curiosidad que siente el Pueblo Gitano por su historia (y que a menudo, responde a una necesidad intelectual formulada por mujeres), ha sido suplantado por la imperiosa necesidad de supervivencia tanto biológica, como étnica y ética. El tiempo, hasta hoy, no ha sido el de un mínimo reposo necesario a la reflexión y al estudio.

Primero, durante mucho tiempo se ha dicho del pueblo gitano que no sabía de donde procedía y que había olvidado sus orígenes indios. Esta idea era totalmente falsa. Existen evidencias claras de la conciencia de los primeros Gitanos que llegaron a Europa de sus orígenes geográficos. Fuentes documentales de los siglos XV, XVI y XVII corroboran este hecho. [7] La última mención de esos orígenes indios está fechada aproximadamente en el 1630.

Sí es cierto que los Gitanos, a lo largo de su historia en territorio europeo, utilizaron estratagemas de procedencia y que terminaban haciendo suyas esas fabulaciones, bien útiles en esta época. Ese procedimiento debe entenderse desde el prisma del concepto medieval de origen que no tiene nada que ver con el actual. En esta época, uno se presentaba o se identificaba, no siempre como originario de su país natal sino según el contexto geopolítico del momento y el provecho que éste podía generar.

Si nos adentramos ahora en el interés que el pueblo gitano tiene a día de hoy por su propia Historia, aquí también el asunto es bastante arduo. Primero, teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente (una historia principalmente escrita por la sociedad mayoritaria, una falta de rigor metodológico y científico a la hora de llevar a cabo investigaciones), la Historia tanto nacional como universal del Pueblo Gitano está por escribir. Sigue en una fase casi embrionaria en la que ni siquiera están asentadas las bases estructurales que permiten los avances intelectuales. No hay ni estructuras universitarias ni institucionales, ni financiación para promover las investigaciones en materia gitana, ni madurez y profesionalismo para llevar a cabo tal tarea.

Sin embargo, sí, la Historia del Pueblo Gitano es un asunto político ya que como para cualquier pueblo minoritario, y en particular el gitano, que siempre se ha considerado como subversivo, la historia es la primera herramienta de emancipación. Todas las corrientes ideológicas se ven representadas en las diferentes narraciones históricas sobre el Pueblo Gitano, desde la negación del romanipén (el sentimiento de pertenencia internacionalista del pueblo gitano) hasta el nacionalismo territorial, del romanticismo hasta la recuperación por las Iglesias evangélicas. 

Pero ante todo, tal vez deberíamos interrogarnos sobre las nociones de memoria y de historia. Este concepto de “memoria histórica” tan querido por los españoles, es a mi entender muy paradójico. La memoria cuando es individual no es nada más que el sentir personal de un acontecimiento o de un contexto histórico. El hacer memoria supone una implicación emocional, subjetiva, y por lo tanto llena de una multitud de elementos que dificultan un acercamiento contextualizado de un asunto. La memoria personal es por supuesto una herramienta muy valiosa para contemporaneizar pero es sobre todo un indicador de las huellas dejadas por un hecho en un ser humano determinado contextualizado. La memoria es una huella. [8] La memoria y sobre todo la memoria institucionalizada, politizada, puede ser contaminadora y a veces dictatorial, cuando se ve impuesta a la historia.
Sin embargo, y es aquí cuando una vez más me contradigo a mí misma, en el caso gitano, y a día de hoy, es la fuente memorial un instrumento interesante para recaudar, desde una perspectiva gitana, componentes que nos permiten tejer una narrativa histórica sobre todo contemporánea. En este ámbito, cabe destacar el trabajo de la historiadora social Claire Auzias quien en su “Gitanas" [9] ha sabido escuchar sin interponerse, sin orientar, sin contaminar algunas voces de mujeres gitanas europeas, describiendo con sus propias palabras su historia, su cosmogonía, su cotidianeidad, evocando a veces episodios históricos muy poco mencionados, como el que supuso la descolonización para los Gitanos españoles recién llegados a Francia desde Túnez, Argelia o Marruecos, y vivencias muy personales. Sin embargo este libro cuyo propósito consistía en subrayar cómo la unidad y el internacionalismo del pueblo gitano es patente en la sensibilidad y las vivencias de las mujeres, no es, ni pretende ser, un libro de historia, ni siquiera una recopilación de experiencias memoriales. Otras iniciativas como la redacción de dos monografías sobre mujeres gitanas en la guerra civil y la postguerra en España, iniciativa de la Asociación granadina Romi, testifican de la necesidad de dar a conocer las vivencias de las mujeres gitanas en episodios de las historias nacionales que la historiografía gitana nunca contempló, ni siquiera desde una perspectiva que no es la de género [10].

¿Qué sitio ocupan la memoria y la historia en la idiosincrasia gitana? Al ser un pueblo transnacional, desprovisto de instituciones propias habilitadas para velar porque la cultura, el idioma y la historia gitana sean promovidos, investigados, protegidos y a la vez dinámicos, siglos de lo que la sociedad mayoritaria ha denominado como “olvido” llegaron a debilitar esas nociones fundamentales que estructuran el patrimonio cultural de un pueblo. Un pueblo sin memoria plasmada institucionalmente no es un pueblo sin historia

Por lo contrario, no es porque un pueblo celebra sus hazañas del pasado que dispone de un conocimiento histórico de sí mismo. A la diferencia de la memoria individual, los grupos y las sociedades son propicios a la amnesia. Pueden olvidar su pasado excepto si instituciones y voluntades se esfuerzan en valorarlo y conservarlo y lo entretienen mediante la autoestima y la educación.

Todo lo que se refiere a la educación, la cultura o la historia romani europea, los contenidos escolares, académicos, para los Gitanos en Europa son muy limitados y que la educación, el propio material, la esencia, la matriz del conocimiento no se encuentra en manos de los interesados (los gitanos en general, y los gitanos pedagogos en particular) sino en  manos de las instituciones europeas, quienes desde ya más de dos generaciones diseñan los contenidos de lo que el Gitano debe saber de sí mismo. El Pueblo Gitano es, en cierto modo, el único pueblo en Europa que no puede disponer de sí mismo. Si la escuela asienta las bases cognitivas del alumno, en nuestro caso se encuentran en manos de pocos nombres de personas sentadas en oficinas en Estrasburgo, y que son en general muy ignorantes del sentir gitano.

En fin, esto es una de las principales y primordiales luchas que hay por desempeñar para llegar a un nivel de emancipación e independencia suficientemente importante con el que poder, en un segundo tiempo o de forma coetánea, contribuir a la historia universal de las mujeres adentrándonos con todo el rigor posible en la historia universal de la mujer gitana.

A mi entender, y lo que le voy a exponer está por hacer, ya que como lo mencioné antes, no existe al día de hoy una historia de las mujeres gitanas, el historiador puede apoyarse en dos o tres tramas metodológicas diferentes para empezar con esta tarea. La primera, clásica, consiste en apoyarse en el material archivístico existente desde la época medieval hasta la época contemporánea.

La segunda tiene que ver con el método de la microhistoria [11] y del “paradigma indiciario” popularizado por el historiador italiano Carlos Ginzburg [12].

La tercera es el uso razonado  de la historia comparada [13]. 

En efecto, para mí, y aun más en el caso gitano, donde el elaborar una historia meramente de hecho (factual/fáctica) sería un error tremendo, la historia universal gitana, debe de enriquecerse del estudio de historias verdaderas, rescatadas de la fuente archivística (cuando se trata de investigaciones medievales y modernas) o del testimonio memorial (cuando se trata de época contemporánea), estudiados caso por caso, detenidamente. La historiadora Donna Haraway habla de conocimiento “localizado” (situated) para construir una “idea utilizable, pero no inocente de la objetividad” [14].

 Una vez más, la realidad del Pueblo Gitano, siendo un pueblo transnacional, nos abre una puerta lógica hacia la uso de la tercera metodología histórica, la historia comparada. Las vivencias y la historia de una Gitana Cali española seguramente serán muy diferentes a la de una Gitana Ursari de los Cárpatos, o una Sinti Belga. Sin embargo, la esencia de su cosmogonía así como muchas de sus prácticas diarias tendrán puntos en comunes.
Si antes me refería a la existencia de un corpus extenso de documentos de archivo de toda época que tratan de Gitanos, entre estos también encontramos referencias muy interesantes, pero menos numerosas es cierto, de mujeres gitanas. Esos documentos de archivo reflejan realidades muy diversas. Si los Gitanos no estuvieron, ni están, fuera del mundo, las mujeres no lo estaban tampoco. Ni apartadas del mundo, ni apartadas de las realidades del hombre.

Pero los historiadores que trabajan con fuentes documentales es decir con pruebas, no deberían  olvidar que cualquier punto de vista sobre la realidad es a la vez selectivo y parcial. Y que también depende de relaciones de fuerzas que condicionan, a través de la posibilidad de dejar algunas huellas, los documentos y la imagen global que una sociedad deja de sí misma. Como bien lo dijo Walter Benjamin [15], tenemos que aprender a leer los testimonios a “contrapelo” de las intenciones de los que los han producidos ya que es la única manera de tener en cuenta tanto las relaciones de fuerzas como lo que no se puede someter a esas tensiones.

 “Las implicaciones cognitivas de las elecciones narrativas” [16] son patentes en la historiografía gitana y han sido destructoras. Al contrario de lo que se suele pensar, los modelos narrativos no intervienen solamente en la fase ultima del trabajo historiográfico, pero también a la hora de seleccionar e organizar el material recogido y en todas las fases del trabajo de investigación.

A continuación y de manera muy sucinta y básica me gustaría esbozarles y presentarles lo que podría ser  un esquema de estudios, utilizando la metodología que les propuse anteriormente:

Tenemos 4 mujeres gitanas:

1. La primera y la segunda mujer de Charles Dodo, respectivamente Marie Semel y Louise Marjolaine y su madre, Marie Baboline. Charles Dodo era un famoso jefe de compañía bohemia en Francia, cuya vida y andanzas se encuentran muy documentadas. Tuvo muchos líos con la justicia, pero no siempre en contra. A menudo, fue él y su familia quienes procesaron a otros o a las mismas instituciones para que se les devolvieran pertenencias, derechos de circulaciones y demás. No entraré en los detalles de la vida de este Gitano que en el siglo XVII, firmaba con su nombre, cuando la mayoría de la gente firmaba con una cruz; una vida tan documentada que merecería una monografía. La documentación que tenemos sobre las mujeres de su vida es de las más interesantes. Dos matrimonios, Marie e Louise.  Sabemos que Louise Marjolaine, su segunda mujer, llegó a casarse una segunda vez con otro Capitán de Compañía Bohemia, Antoine Charles, con quien Charles Dodo había atravesado el Languedoc y mantenía buenas relaciones.  En los documentos de archivos, donde su mujer y su madre tienen un papel muy importante tanto en los trámites legales que Dodo y su gente gestionan, como en la gestión de una casa en la Roussilière que tienen en propiedad y la organización de la defensa legal de Dodo cuando su historial judicial se vuelve en  su contra,  se vislumbra otra imagen de la mujer gitana del siglo XVII. Lejos de los estereotipos que podríamos tener sobre la posición y el papel de las mujeres gitanas de la época, esos pocos datos nos abren un universo de interpretación.

2. La hija lavandera de un Gitano militar que seguía a su padre (era muy común) de guarnición en guarnición, hasta que el padre se jubiló y terminó como “maestro de arma” y ella “maestra de baile” para los señores de la aristocracia campesina francesa.

En efecto, el servicio de las armas no era para nada una ocupación poco usual para los Gitanos a partir de su entrada en Europa. La implicación de los Gitanos, de forma individual o en grupo, en las tropas reales o en los ejércitos de la nobleza del siglo XVI y XVII en Francia y en casi toda Europa era muy común.

Es muy interesante constatar a través de las fuentes documentales cómo, muy frecuentemente, las hijas y las mujeres de los soldados gitanos seguían la ruta del regimiento en el que servían sus padres o maridos. Se instalaban en las ciudades donde pasaba la guarnición o podían ejercer de cantinera o lavandera para las tropas.

Fue el caso de Marie, la hija de un soldado de caballería del famoso regimiento del Dauphin quien cuenta, en un acta de arresto cómo “mientras su padre estuvo en vida, siempre lo seguía en las ciudades donde se encontraba de guarnición, haciendo de lavandera”. [17]

3. María Cabrera, la Gitana que dio un hijo a Diego de Mendoza, el futuro cardenal Mendoza. En 1479, durante las fiestas del Corpus en Guadalajara, actuó una tropa gitana (probablemente la del Conde Martin del Pequeño Egipto) como era costumbre tanto en las fiestas religiosas como nupciales de la época. Una gitana, conocida como Maria de Cabrera, se asentó en la ciudad después de que Don Diego Hurtado de Mendoza y Luna, conde de Saldana, biznieto del famoso marqués de Santillana se enamorara de ella, fascinado por su belleza y sus dotes de jinete, la instaló a “mesa y mantel para que sin peregrinar viviese”. La fuente documental relata cómo “por varios años a todos los gitanos el que viniendo a Guadalajara, luego visitasen la casa de los duques como muy parientes della y se mostraban con lo cual muy contento del parentesco” [18]. De esta unión, que no debía de ser tan excepcional, nació en 1481 Don Martin de Mendoza el Gitano, futuro cardenal quien “fue hombre de buena estatura y moreno conforme a su madre”. No sabemos si nuestra gitana pudo ser madre de otros de los bastardos del Duque: Francisco (monje benedictino) y Don Diego de Mendoza (que fue yerno del comendador Ribera).
Esas son solamente cuatro de las miles de historias de mujeres gitanas que se podrían estudiar desde una rectitud metodológica para abrir intersticios que nos permitieran tejer una historia universal de las mujeres gitanas y cambiar así una imagen monolítica y errónea de las Gitanas a lo largo de la historia.

Para serles sincera y para terminar, la redacción de esta corta intervención ha sido como encontrarme frente a un espejo. En mi casa, se dice algo muy gitano, “la verdad duele pero cura”, y la verdad es que la inexistencia de una historia de las mujeres gitanas, a nivel nacional como internacional, se debe a determinados factores, antes mencionados. Primero, la situación en la que se encuentra a día de hoy la propia investigación histórica sobre el Pueblo Gitano en general, la falta de consideración y de respeto por esta materia, resultante o consecuencia de un “amateurismo” endémico en todo lo que respeta a lo gitano. Segundo, la falta de medios para llevar a cabo trabajos de calidad. La red intelectual y social que propone los Women Studies  en general no ha llegado a la comunidad intelectual femenina gitana y sin lugar a dudas, es una asignatura pendiente de que tenemos que aprender las intelectuales gitanas. Es para mí ilustrador y relevante, el recorrido de las intelectuales afroamericanas y criollas que han conseguido lo que para nosotras, intelectuales gitanas, sigue siendo un sueño.

Sin embargo y para terminar con una nota positiva, me gustaría destacar el hecho de que, sin lugar a dudas son las mujeres gitanas quienes en el campo de la investigaciones, del profesorado, de la política, de la participación civil e intelectual son las más rigurosas, novedosas, ingeniosas, empeñadas en formular propuestas nuevas respetando y teniendo en cuenta nuestra genuinidad gitana. El caso español es revelador. Profesoras de universidad, activistas históricas, administrativas de importantes organizaciones gitanas, emprendedoras, maestras, abogadas, simples amas de casas curiosas de su cultura y consientes de la necesidad de que ésta y su historia se trasmitan… Sin embargo, es cierto, y no me cansaré de repetirlo, existe una imperiosa necesidad de medios tanto materiales, intelectuales, como políticos para que mañana se empiece a pensar y a tejer una memoria y una historia coherente, profesional, de las mujeres gitanas.

El círculo reducido de los expertos en Romani Studies está encabezado y formado casi exclusivamente por hombres. A lo largo de su existencia, han sido el espejo, la plasmación de muchos de los defectos humanos: batallas personales sin productividad intelectual ninguna, luchas de poder, falta de rigor científico y de excelencia, incapacidad total para unir sus fuerzas respectivas a favor de la ciencia y del conocimiento, descredito, machismo.

Sin lugar a duda, los Romani Women Studies que están por nacer aportarán una dimensión nueva al mundo intelectual gitano e universal.

La Dra. Sarah Carmona es historiadora

 

Notas:

1.- Edgar Morin dans Science avec conscience  (1982) nous rappelle dans sa formulation de la Pensée Complexe que le terme de complexité est pris au sens de son étymologie « complexus » qui signifie « ce qui est tissé ensemble » dans un enchevêtrement d’entrelacements. 

2.- Jolande Jacobi, Complexe, archétype et symbole, Delachaux et Niestlé, coll. « Actualités Pédagogiques et Psychologiques », 1961 (ISBN B0014V67T2) traduit par Jacques Chavy ; préface de C. G. Jung.

3.- Georges Soulis

4.- De Foletier, F. de Vaux (1971)   Mille ans d’histoire des Tsiganes, Collection les grandes études historiques, Paris, Fayard

5.- Benbassa Esther, (2010) La souffrance comme identité, Pluriel. Hachette

6.- Endaya : sub grupos gitanos : calé, sinté, manouches, lovara, kalderash, xoraxane roma, …

7.- “Chronicum Fratris Hieronimy de Forlivio”(1422)

8.- Paul Ricoeur, 2000,  “la mémoire, l’histoire et l’oubli, le Seuil.

9.- Claire Auzias, 2009, « Chœur de femmes tsiganes », Ed. Agrégores.

10.- Asociacion de mujeres gitanas ROMI, 2010, Mujeres Gitanas en la Guerra Civil y la Posguerra : voces de la memoria, Granada

11.- Carlo Ginzburg et Carlo Poni, 1981, « La micro-histoire », Le Débat,

12.- Carlos Ginzburg, 1993, « Mythes, emblèmes, traces : morphologie et histoire», Flammarion ; « Rapports de Force. Histoire, rhétorique, preuve », 2011, Gallimard.

13.- HAUPT H.-G., «La lente émergence d´une histoire comparée», in J. BOUTIER & D. JULIA (dir.), Passés recomposés, Paris, Autrement, 1995, pp.196-207 - «Comparative History», in N. J.

14.- D. Haraway, « Situated Knowledge. The Science Question and the privilege of the Partial Perspective », Feminist Stuedies, 14, p. 575-576.

15.- W. Benjamin, « Sur le concept d’histoire’ en Œuvres, t.III ed. R. Rochlitz, Paris, 2000

16.- C. Ginzburd, « Rapports de Forces »,pp 34 ed EHESS, Paris, 2011

17.- Arch. d’Indre et Loire, B Maréchaussée, année 1728 ; Arch de Loir et Cher, B. Maréchaussée, années 1748-1749 ; Arch du Rhône, B. Maréchaussée, année 1739 ; Arch de la Seine et Marne, B. Maréchaussée de Melun, année 1739 ; Arch du Port de Toulon, I. O. 98, 100.

18.- Nobiliario del Cardenal Mendoza (RAH, ColecciOn Salazar, C II)