perjudicial deriva nepalesa per als tibetans

Entre sus perjudicados se cuentan los refugiados tibetanos, que ya no pueden manifestarse con libertad - ayer mismo hubo detenciones-y a los que Katmandú no permitió votar en las últimas elecciones para elegir al Gobierno tibetano en el exilio. Pero India también está pagando un alto precio de impopularidad entre los nepalíes a causa de su fuerte obstruccionismo.

El pulso de cinco años entre los maoístas y el resto de fuerzas políticas nepalíes - respaldadas por India-se resolvió el martes por la noche con un acuerdo que desbloquea el camino hacia la reconciliación en el país del Himalaya.

El asunto más espinoso, la desmovilización de casi veinte mil guerrilleros maoístas, tiene ya fechas, condiciones, cifras y presupuesto. Finalmente, sólo uno de cada tres milicianos - 6.500 hombres-será integrado en el ejército de Nepal; es decir, el antiguo Ejército Real contra el que lucharon durante una década, hasta el 2006. Será una unidad especial, mixta, especialmente pensada para labores forestales, de protección civil y seguridad industrial.

El resto de ex combatientes recibirá una ayuda para su reintegración en la vida civil, de entre seis mil y once mil dólares. Y los maoístas - que han estado desde 2006 acantonados bajo control de Naciones Unidas-prometen entregar las armas y devolver tierras confiscadas.

El acuerdo llega menos de diez días después de que el nuevo premier de Nepal, el maoísta Baburam Bhattarai, regresara de su visita oficial a Nueva Delhi con un crédito de doscientos millones de euros. Bhattarai ya ha anunciado la formación de un gobierno de concentración de los tres grandes partidos, que deberá concluir la redacción de la primera Constitución democrática del país.

En su día, la guerrilla maoísta consiguió poner contra las cuerdas al desacreditado Gobierno autoritario del monarca Gyanendra. Trece mil muertos más tarde, el acuerdo de paz del 2006, patrocinado por India, convirtió al antiguo reino hindú en una república laica y federal. Pero los dividendos de la paz se están haciendo esperar, entre otras cosas por la desconfianza de Nueva Delhi hacia la mayoría maoísta en la Asamblea Constituyente, por su mano abierta hacia China y su proximidad ideológica a las guerrillas maoístas que controlan amplias zonas del interior de India.

En el 2008, tras lograr el 40% de los sufragios, el carismático líder maoísta Prachanda, como primer ministro, realizó su primera visita oficial a China en lugar de India. Al cabo de nueve meses tuvo que dimitir, cuando India apoyó al jefe del ejército, al que Prachanda quería destituir. Desde entonces hasta hace apenas dos meses, Nepal ha contado con gobiernos inestables encabezados por el segundo o tercer partido más votado.

Ahora los maoístas han vuelto al timón pero de la mano de Bhattarai, el número dos del partido, un intelectual que estudió en Delhi y que genera menos rechazo en el gran vecino del sur. Ahora ya sabe cuáles son los límites del moderado acercamiento a China, después de que Nepal haya pasado a ocupar el papel de tampón entre ambas potencias que durante siglos ocupó Tíbet.

Entre sus perjudicados se cuentan los refugiados tibetanos, que ya no pueden manifestarse con libertad - ayer mismo hubo detenciones-y a los que Katmandú no permitió votar en las últimas elecciones para elegir al Gobierno tibetano en el exilio. Pero India también está pagando un alto precio de impopularidad entre los nepalíes a causa de su fuerte obstruccionismo.

3-XI-11, J.J. Baños, lavanguardia