foradat orient de la Unió Europea

Rumanía y Bulgaria se quedaron ayer de nuevo a las puertas del espacio Schengen. No lograron convencer a sus socios europeos de que están preparados para participar en un club que ya permite la libre circulación de 400 millones de europeos. Países Bajos y Finlandia impidieron un acuerdo que debe ser unánime y que viene aplazándose desde hace un año. La excusa en esta ocasión fue que Rumanía y Bulgaria no han hecho suficientes esfuerzos para luchar contra las redes de tráfico de inmigrantes ilegales, aunque hayan aprobado todos los requisitos técnicos en materia de control de fronteras, visados y cooperación judicial.

"Hoy se han roto las promesas hechas a Rumanía y Bulgaria en su tratado de adhesión y en la UE es muy importante el respeto a las promesas", lamentó el ministro de Interior polaco, Jerzy Miller. La presidencia polaca había preparado una solución en dos fases: primero se abriría el espacio aéreo de ambos países y posteriormente, en junio del 2012, se eliminarían los controles terrestres. Alemania, Francia y España ofrecieron retrasar esta segunda fase, pero la negativa de Holanda y Finlandia ha sido radical.

"El problema es que, si los controles fronterizos son flexibles, hay grandes posibilidades de que los delincuentes se aprovechen para traficar con mujeres, jóvenes, armas o drogas. Esa es la si tuación y estoy preocupado por ello", argumentó el ministro holandés, Gerd Leers.

El asunto es peliagudo. Es cierto que la UE tiene un problema con la inmigración ilegal, pero no en Bulgaria y Rumanía, sino en Grecia. De las 104.000 personas que entraron ilegalmente en la UE en el 2010, 88.000 lo hicieron por Grecia. El Gobierno griego, sin embargo, está desbordado por la crisis y las ayudas de 350 millones de euros que va a recibir hasta el 2013 para reforzar su frontera con Turquía y la vigilancia de sus costas no van a evitar que siga siendo el eslabón más débil de la cadena Schengen.

El espacio Schengen, cuando entró en vigor en 1995, fue visto como un hito de la integración europea. Hoy, sin embargo, ese logro está amenazado. Dinamarca ha reintroducido los controles en las fronteras terrestres con Alemania y Suecia y el resto de socios se reservan el derecho a hacer lo mismo en casos especiales. En este sentido, la Comisión se llevó ayer un jarro de agua fría al ser rechazada su propuesta para centralizar en Bruselas la gestión de las fronteras interiores. "El orden público y la seguridad nacional son el último reducto de la soberanía de los Estados y no parece razonable someterlos a las decisiones de la Comisión", sentenció el secretario de Estado de Seguridad español, Justo Zambrana. "Entendemos que hay otros caminos para avanzar hacia más Europa", añadió.

Esta es la opinión mayoritaria de los 27 y, en consecuencia, una comisión técnica, formada por funcionarios de cada país, se encargará ahora de mutilar y corregir el documento de la Comisión para devolverle el espíritu solicitado por los gobiernos europeos, es decir, facilitar el cierre de fronteras en casos especiales, como hizo Francia este verano a raíz de la entrada masiva de refugiados tunecinos que huían del caos desatado en su país tras la caída del régimen de Ben Ali.

23-IX-11, C. Pérez de S.G., lavanguardia