la Democràcia Dirigida russa de Putin i Medvédev

El juego de poder en la democracia dirigida rusa llegó ayer a su punto culminante. El presidente del país, Dimitri Medvédev, propuso a los delegados del partido oficialista Rusia Unida que designaran a su líder, el actual primer ministro Vladímir Putin, como candidato a la presidencia para las elecciones del 4 de marzo de 2012. Este aceptó, lo que significa que podría estar en el poder hasta el año 2024.

Antes, Putin señaló a Medvédev como cabeza de lista para las elecciones a la Duma del 4 de diciembre y, eventualmente, para ocupar su puesto de primer ministro. Como Rusia Unida y el propio Putin dominan todos los espectros de la política del país, lo sucedido ayer en el congreso anual de Rusia Unida garantiza el regreso de Putin al Kremlin. Vladímir Putin ya fue presidente de Rusia entre 2000 y 2008, año en que dejó su puesto tras cumplir los dos mandatos que fija la Constitución (entonces, de cuatro años), y designó a Medvédev como el sucesor.

Podría parecer que Medvédev cede voluntariamente su puesto. Yen cierto modo, así es. "Medvédev participa completamente en el tándem con Putin y no tiene intención de luchar por el poder con su aliado", explicaba ayer Alexéi Mujin, analista del Centro para la Información Política.

El anuncio termina con las especulaciones sobre el regreso al Kremlin de Putin, el verdadero hombre fuerte de Rusia. En su discurso, dijo ayer que había llegado a un acuerdo sobre estos temas con Medvédev "hace mucho tiempo, varios años atrás".

De momento, igual que en el 2008, se intercambian los mandos de la nave Rusia. Putin podrá ser elegido presidente para seis años (tras la reciente reforma constitucional). Y una vez en el puesto, nombrar jefe del Gobierno a Medvédev.

El intercambio de poder no ha sentado nada bien ni a la oposición liberal y radical, desde hace años apartada de las instituciones, ni a los consejeros económicos de Medvédev, de corte liberal. Ígor Yurguens, jefe del principal think tank que asesora al presidente, el Instituto del Desarrollo Moderno, ha manifestado repetidamente la conveniencia de que Medvédev siga en el Kremlin e impulse unas reformas que no terminan de ponerse en marcha. El economista Yevgueni Gontmaher, de la misma institución, decía en la radio Eco de Moscú que Medvédev ha traído cambios, pero "la élite política ha tomado otra decisión y ha elegido estabilidad".

Dimitri Medvédev ha hecho bandera por lo que se ha llamado la "modernización", en un intento de impulsar la industria y alejarse de la dependencia de las exportaciones de hidrocarburos y materias primas. También ha lanzado frecuentes llamamientos para reformar un sistema judicial clientelista y para luchar contra la corrupción. Sus iniciativas, poco más que enunciadas, no han dado resultados prácticos.

Los pocos cambios en política interna contrastan con las buenas relaciones internacionales. El actual inquilino del Kremlin ha proyectado una imagen más abierta y dialogante que la desafiante de Putin. Y eso se ha traducido en algunos avances, como el deshielo en las relaciones con Estados Unidos.

Para los críticos con el poder, la escenificación de ayer significa que la democracia dirigida creada por Putin durante su primera presidencia seguirá. "Sin una sociedad civil fuerte da igual quién sea presidente. La relación del poder con la sociedad seguirá siendo la misma", opinaba Liudmila Alexéyeva, respetada activista de los derechos humanos. "El país empeorará por la corrupción, la reducción de los negocios y la falta de independencia de la justicia y la prensa".

Pero la mayoría de los rusos asocian a Putin con la derrota de la insurgencia chechena y con años de crecimiento económico. Aunque los altos precios del petróleo y el gas han ayudado a su imagen y la oposición liberal le acusa de terminar con las libertades políticas de los años 90, según las encuestas el ruso de a pie prefiere esta época a la del presidente Borís Yeltsin. El apoyo a Putin no baja del 70%.

Algunos de los políticos de esos años forman hoy la oposición a Putin. El ex primer ministro Mijaíl Kasiánov, el ex viceprimer ministro Borís Nemtsov y el ex parlamentario Vladímir Rizhkov, en la coalición liberal Parnás, están fuera de la arena política. La democracia dirigida de Putin ha endurecido las condiciones para el registro de partidos opositores. Aunque en la Duma hay cuatro formaciones, en la práctica sólo el Partido Comunista, que mantiene un fuerte apoyo desde el fin de la URSS, ejerce una verdadera oposición.

A las puertas de la campaña electoral rusa, la última operación del Kremlin para diseñar y controlar el mapa de los partidos políticos, incluida la supuesta oposición, ha terminado en fracaso. El tercer hombre más rico de Rusia, el industrial Mijaíl Prójorov, era la apuesta del poder para convertir un partido insignificante, Causa Justa, en una fuerza parlamentaria que agrupase al mundo de los negocios y a los liberales afines al régimen.

Durante varios meses se promocionó el nombre de Prójorov y su fortuna personal (18.000 millones de dólares, según Forbes)para superar en las elecciones a la Duma del 4 de diciembre el 7%, el mínimo para obtener representación parlamentaria.

Si en el pasado Mijaíl Prójorov era noticia frecuente en las páginas rosas y de sociedad por su afición al deporte y por ser el soltero de oro de Rusia, ahora aparecía como un líder político inquebrantable en los programas informativos de las principales cadenas de televisión. En poco tiempo, las calles se llenaron de enormes carteles amarillos con un lema contundente: "La fuerza reside en el poder. El que es justo es más fuerte".

En junio el congreso de Causa Justa le eligió como líder. Todo parecía ir viento en popa: Prójorov declaraba que no pretendía ser oposición al Kremlin y mostraba su apoyo a Dimitri Medvédev. Al contrario de lo sucedido con el último oligarca que intentó entrar en política, el ex magnate del petróleo Mijaíl Jodorkovski, hoy en prisión cumpliendo nueve años de condena, se daba por supuesto que Prójorov se iba a ajustar a los planes del poder. Las televisiones estatales mostraban imágenes del oligarca en el despacho del presidente ruso.

Pero durante los meses del verano algo se torció. Comenzaron a chirriar las críticas de Prójorov al partido de Vladímir Putin, Rusia Unida, por la retirada de sus carteles. Y días antes del congreso que en septiembre tenía que ratificarle como líder de Causa Justa, varias corrientes internas se levantaron en su contra.

El Kremlin le había retirado su apoyo de repente. ¿Por qué? Se especula con que en ciertos despachos no gustaron sus declaraciones asegurando que si entraban a la Duma él sería primer ministro. E incluso llegó a insinuar que podría ser candidato a las presidenciales del 4 de marzo del 2012. Algunos analistas indican que estaba abandonando las posiciones de centroderecha que le habían indicado, ocupando el centroizquierda de Rusia Unida.

El 15 de septiembre, Prójorov abandonó inesperadamente el partido y acusó a Vladislav Súrkov, vicejefe de la Administración del Presidente, de orquestar un enfrentamiento interno para perjudicarle. Súrkov pasa por ser el principal ideólogo de la democracia dirigida rusa, autor de un sistema político fuertemente controlado por el poder.

El magnate del acero se reveló contra la interferencia del poder. "La Administración del Presidente colocó a un montón de gente extraña en nuestra lista de delegados, y entonces comenzó este teatro del absurdo. He decidido no participar en este partido marioneta", dijo Prójorov.

El diario en inglés The Moscow Times publicaba esta semana que la verdadera razón por la que el Kremlin retiró su apoyo a Prójorov fue su intención de organizar protestas al estilo de la revolución naranja de Ucrania. Varias fuentes de Causa Justa confirmaron que esta era la estrategia para alcanzar el7%. Fracasada la operación Prójorov, no parece probable que se vuelva a hablar mucho de este partido en los próximos meses.

25-IX-11, G. Aragonés, lavanguardia

Tras decidir el reparto del poder para los próximos doce años, el tándem Putin-Medvédev se ha encontrado de repente con una crisis que ha sorprendido a la élite política rusa y ha puesto nerviosos a los inversores.

El presidente ruso, Dimitri Medvédev, exigió ayer la dimisión del influyente ministro de Finanzas, Alexéi Kudrin, quien la víspera había criticado la política económica del Kremlin, en un claro desafío a la decisión de Putin y Medvédev de intercambiar sus puestos el año que viene. En un encuentro cara a cara, el jefe del Kremlin dio un ultimátum al ministro: o se retractaba públicamente o presentaba la dimisión.

Kudrin presentó su renuncia por la tarde. Y poco después, Medvédev la firmaba, según confirmó su portavoz, Natalia Timakova. Así termina uno de los pocos remolinos en la democracia dirigida rusa, donde pocas cosas se mueven sin la palanca del tándem Putin-Medvédev.

Todo comenzó el domingo en Washington, donde el ministro Alexéi Kudrin asistía a las reuniones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Como a casi nadie, seguramente no le sorprendió que el sábado el congreso del partido oficialista Rusia Unida respaldase a Putin como candidato a la presidencia del país en marzo del 2012, puesto que ocupó entre el 2000 y el 2008. Pero sí le pudo sorprender que la operación se completase con el actual presidente haciéndose cargo del Gobierno el año que viene. En una entrevista con la cadena Russia Today, dijo que no formaría parte de un gobierno con Medvédev como primer ministro. "Tengo desacuerdos con Medvédev sobre política económica, que, sobre todo, tienen que ver con los gastos en asuntos militares", aseguró. "Sin duda rechazaré la oferta", añadió.

Según matizó el ministro, el crecimiento del gasto militar en el 2014 respecto al 2011 será un 3% del PIB ruso. "Esa es la financiación del 2011 para todo el sistema de enseñanza". Según Kudrin, esto perjudicará a la economía rusa y mantendrá la dependencia del precio del petróleo.

Alexéi Kudrin, de 50 años, trabajó en los noventa junto a Putin en el gobierno de San Petersburgo con el carismático alcalde liberal Anatoli Sobchak. Ha sido mi nitro de Finanzas desde mayo del 2000 y como responsable de las cuentas del principal país exportador de energía, se ha ganado el respeto de inversores y observadores económicos.

El fondo de estabilidad que él creó con los beneficios del petróleo permitió a Rusia superar la crisis económica del 2008 con solvencia. Desde el 2007 también era viceprimer ministro. Su ausencia del futuro gobierno suma un interrogante más al regreso de Putin al Kremlin.

Tras sus declaraciones en Washington, ayer se reunía en Dimitrovgrad, a unos 800 kilómetros al este de Moscú, la comisión presidencial sobre modernización. Allí se encontraron Medvédev y Kudrin, que mantuvieron una conversación a cara de perro.

"No hay un nuevo gobierno y nadie ha hecho ninguna oferta. El Gobierno actual se encuentra subordinado al presidente", recordó Medvédev.

"Alexéi Leonídovich - continuó el jefe del Kremlin utilizando el patronímico del ministro, como hacen los rusos en señal de respeto, pero también para llamar al orden-,usted tuvo antes la posibilidad de anunciar su posición y tomar una decisión sobre su futuro político, uniéndose a las fuerzas de derecha. Pero lo rechazó". Y apuntaló la crítica con un golpe certero: "Este tipo de declaraciones, hechas en Estados Unidos, no son tolerables".

Según publicaba ayer el diario Kommersant,las declaraciones de la polémica se debieron a que el Kremlin no cumplió su promesa de nombrar a Kudrin jefe del próximo gobierno ruso. "Tenía muchas ganas de dirigir el partido (Causa Justa). Y no le dejaron entrar, prometiéndole a cambio el puesto de primer ministro. Pero ahora el primer ministro será quien ya sabemos", dice una fuente que cita la publicación.

"Si usted, Alexéi Leonídovich, no está de acuerdo con la política del presidente, y el Gobierno ejecuta la política del presidente, puede escribir una solicitud de dimisión. Exijo que responda aquí y ahora", le espetó Medvédev.

Dicen los que presenciaron el combate que la cara de Kudrin, antes que miedo, expresaba indignación y perplejidad. Aun así, contestó, subrayando cada una de sus palabras: "Tengo desacuerdos con usted, pero tomaré una decisión tras consultar con el primer ministro (Putin)".

Medvédev, por su parte, terminó tajante: "Puede usted pedir consejo a quien le plazca, pero todavía soy el presidente y esas decisiones las tomo yo".

27-IX-11, G. Aragonés, lavanguardia