Jardim, el Caudillo de Madeira

Alberto João Jardim, el incombustible cacique de Madeira, en el poder desde 1978, clama estos días contra "el continente", después de que las autoridades lisboetas descubrieran un nuevo agujero en las cuentas públicas del Gobierno regional isleño, en plena campaña electoral autonómica. Si en España se habla del territorio peninsular cuando no se incluye a Canarias y Baleares, la grandilocuencia lusa se refleja en la expresión de "Portugal continental", que se usa en contraposición con las islas de Madeira y las Azores.

"Madeira es ahora una pequeña Grecia que mina los esfuerzos del Gobierno de Portugal para conquistar la confianza de los acreedores internacionales", proclamó el pasado sábado João Marcelino, director del Diário de Notícias de Lisboa, después de que el Banco de Portugal y el Instituto Nacional de Estadística luso revelasen una deuda oculta del Gobierno regional de 1.680 millones de euros desde 2008, lo que recuerda al falseamiento de las cuentas públicas griegas.

Madeira cuenta con poco más de un cuarto de millón de habitantes, por lo que su agujero presupuestario tiene un impacto limitado. Pero ha adquirido un elevado simbolismo en un contexto en el que la población lusa debe asumir continuos sacrificios, como el impuesto sobre la mitad de la paga extra de Navidad o el recorte de los salarios públicos.

Y políticamente se trata de un asunto explosivo, porque Jardim pertenece al PSD, el partido conservador del primer ministro, Pedro Passos Coelho, quien criticó las "graves irregularidades" de Madeira e incluso animó al electorado a tenerlas en cuenta. La oposición reclama a Passos que retire su confianza a Jardim ante las elecciones autonómicas del próximo 9 de octubre.

El presidente isleño, que obtuvo el 64% de los votos hace cuatro años, es el gran favorito para vencer de nuevo, a pesar de que había anunciado su retirada. La incógnita reside en si podría ser inhabilitado. El estilo de Jardim parece una mezcla del populismo de Jesús Gil y del caciquismo de la provincia de Ourense. Aliado con la jerarquía eclesiástica, domina férreamente los medios de comunicación y se ha nutrido de los fondos europeos ydel margen que le da el autogobierno.

Mientras en Lisboa se escandalizan, Jardim está de fiesta electoral. Recorre el archipiélago acompañado por una orquesta que dramatiza los discursos de sus banquetes, en los que acostumbra a dar la mano a todos los asistentes. "Estas elecciones son una prueba de resistencia del pueblo madeirense. O volvemos a ganar y ellos son derrotados, o nosotros perdemos y Lisboa gana", afirmó este fin de semana mientras presumía de haber sacado al archipiélago del atraso en el que lo había sumido el centralismo.

Aunque niega que falsease las cuentas, Jardim asegura que actuó en "legítima defensa" contra el anterior Gobierno, del socialista Sócrates. Su incontinencia verbal es legendaria en Portugal, un país al que ha llegado a definir como "una Sicilia". De Cavaco Silva, ahora presidente de la República, opinó que debía ser expulsado del PSD. Del presidente de las Azores, el socialista César, dijo que es "hijo del mal". Y a Sócrates lo comparó con Mugabe. Pero el show de Jardim también está en crisis.

20-IX-11, A. Lugilde, lavanguardia