īMemoria y lecturas turcasī, Maria-Āngels Roque

Será el siglo XXI un siglo donde los estados reconozcan a sus minorías o la crisis hará que todo el mundo sea igual? Aunque, como sabemos, siempre hay unos que son más iguales que otros. Turquía, al proclamarse una república, hizo pasar por el aro a diversas minorías que formaban el imperio otomano. No fueron sólo los atropellos en la época de los Jóvenes Turcos - nacionalistas seculares de orientación occidental-que tuvieron el poder de 1909 a 1918. Y entre 1915-1917 se produjo el genocidio de un millón y medio de armenios. Genocidio negado por el Estado ultranacionalista manifestando que no se puede llamar genocidio como el holocausto ya que los judíos europeos no querían marcharse de los países donde vivían, mientras que los armenios sí. En 1936 el Estado turco se apropió de los bienes adquiridos por donación o compra de las fundaciones no musulmanas y ahora, después de que Ankara perdiera muchos litigios ante los tribunales internacionales, Erdogan da un paso simbólico ya que ha aprovechado el final del Ramadán para firmar el decreto de restitución de estas propiedades, aunque la medida sólo incluye 350. El decreto se refiere a bienes como escuelas, cementerios, iglesias que hoy tienen una función diferente de la que tenían con los antiguos propietarios, pero hay muchos más inmuebles en litigio. Los mayores beneficiarios serán la minoría greco-ortodoxa, seguida de la armenia, los cristiano-caldeos y los judíos, pero no los católicos ni los protestantes.

El Ramadán de este año ha caído en agosto y el 28, fecha de su finalización, también concluyó con las vacaciones de muchos europeos. Yo misma he aprovechado mis vacaciones para leer el libro de la escritora Elif Shafak La bastarda de Estambul.Una novela en la que relata la historia de dos chicas y de sus familias respectivas, una de origen armenio que vive en EE. UU. y la otra turca en Estambul. Familias que además de compartir los mismos gustos gastronómicos están emparentadas sin saberlo, lo que lleva a la joven americana de ascendencia armenia a visitar Estambul. Por esta obra la escritora, nacida en 1978 en Estrasburgo de padres diplomáticos turcos, fue acusada en 2006 de insultar la identidad turca según el artículo 301 del Código Penal, ya que hace referencia al genocidio armenio. Un año antes el premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk había huido al extranjero al ser acusado de haber declarado en una entrevista que "en Turquía habían sido asesinados treinta mil kurdos y un millón de armenios". En junio de 2005 se incorporó el artículo 301 según el cual quien insultara implícitamente a Turquía sufriría entre seis meses y tres años de cárcel. El caso de Pamuk y de Elif Shafak extremó la atención internacional que cuestionaba los derechos humanos en Turquía. Y a finales del año el artículo 301 fue derogado y absueltos los inculpados.

Estos escritores representan la modernidad y el éxito en Turquía, son hijos de familias acomodadas occidentalizadas y pasan largas temporadas en EE. UU. dando clases. Aman Estambul, la gran aglomeración urbana que grita desesperadamente su pertenencia a Europa. Shafak nos presenta en La bastarda de Estambul una familia matriarcal, por la falta de hombres que mueren o desaparecen pronto y que, a pesar de la diversidad ideológica y vital de las mujeres, resguardan a la joven Asya, que se mueve en un Estambul que si no fuera por la el contexto geográfico e histórico podría parecer Barcelona o Londres, donde se bebe alcohol y las mujeres son más libres que en ningún país musulmán. Shafak, a pesar de hablarnos de forma conmovedora del genocidio, en la ficción visionado con gran crudeza por un djin - espíritu musulmán en la tradición popular-a una de las tías videntes, también nos manifiesta cómo los turcos actuales no tienen memoria ni se sienten involucrados en el gran drama de inicios del siglo XX. Esta novela me ha hecho releer el libro de Francesc

Cambó, Visions d´Orient (1924), resultado de una serie de artículos para La Veu de Catalunya,cuando en 1923 renunció a la vida política y comenzó intensas actividades: viajes, fundaciones, colección de arte, artículos. Cambó escribe que al volver a Constantinopla (Estambul), ciudad que no visitaba desde 1914, ya habían salido más de 300.000 griegos y armenios. "Gran número de tiendas del barrio de Pera estaban cerradas, otras tenían anunciadas la liquidación de sus existencias y preparaban el cierre. El bazar, el famoso bazar de Estambul, había perdido la fantástica animación de otros tiempos y, desaparecidos los griegos y armenios, los judíos habían quedado como dueños, por todos lados se oía hablar castellano, el curioso castellano de los judíos sefardíes". Critica la poca visión política europea y manifiesta que "el acuerdo de los aliados confiando a los griegos la ocupación de Esmirna, establecía también que los ingleses ocuparían Judea, los franceses Cilicia, los italianos Adalia, y que Armenia liberada complementaría el cerco de Turquía". Para Cambó la revolución joven turca, con todas sus derivaciones xenófobas, llevaba un virus de extranjería occidental. Ojalá las palabras conciliadoras de Erdogan, de que no continuarán las antiguas presiones y que todos serán ciudadanos de primera, dichas ante las minorías, ayuden a cambiar lo que ha sido una pesadilla para muchas comunidades como la kurda, que son musulmanes suníes pero con otra lengua y cultura; los alevíes, que son turcos y musulmanes pero no son suníes sino una rama chií que no usa mezquitas por lo que son considerados sospechosos; los cristianos armenios, caldeos, siríacos, estas últimas comunidades muy pequeñas, que ahora aumentan en Turquía, junto con otros suníes, huyendo de la pesadilla siria.

18-IX-11, Maria-Àngels Roque, directora de Culturas Mediterráneas, IEMed, lavanguardia