a Cuba s´exilien fins i tot els cadàvers

Apenas clareaba y en el cementerio de Banes había el martes una inusual actividad. ¿Qué estaba haciendo allí a las siete de la mañana, merodeando entre las tumbas, un grupo de militares y agentes de la Seguridad del Estado cubano? Desde luego, cumplir órdenes. Instrucciones precisas de las más altas instancias del régimen para exhumar los restos del disidente Orlando Zapata, albañil de raza negra, muerto el 23 de febrero del 2010 tras una huelga de hambre de 85 días por las duras condiciones carcelarias a la que era sometido y en reclamo del estatus de preso político.

“Pude verlo todo”, dijo su madre, Reina Luisa Tamayo, que presenció la escena acompañada de familiares y tres opositores. El cortejo fúnebre partió hacia el crematorio del municipio habanero de Guanabacoa, donde los despojos de Zapata fueron incinerados. Una comitiva de por lo menos seis vehículos oficiales escoltó el ataúd, mientras numerosos vecinos de Banes –la ciudad que vio nacer al dictador Fulgencio Batista– observaban su paso. “A toda la orilla de la carretera, allí estaban. Fueron muchos los que lloraron”, relató la madre del disidente fallecido.

“Este es el final de una película de horror. La saga de Orlando Zapata, que empieza con su encarcelamiento, sigue con la agonía de su huelga de hambre y termina ahora con la salida de sus cenizas al exilio”, dijo a La Vanguardia vía telefónica el opositor Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. Porque la macabra operación de desenterrar, transportar e incinerar los restos de Zapata tiene un claro objetivo: “Borrar toda huella que
tenga que ver con Orlando, ya sean sus despojos o sus familiares. Supongo que hasta su tumba van a demoler”, explicó Sánchez.

De hecho, está previsto que trece familiares del opositor desaparecido –incluidos su padre, su madre y sus cuatro hermanos– viajen hoy con sus cenizas a Miami. Todos cuentan ya con la documentación para salir de la isla y entrar a territorio norteamericano en calidad de refugiados políticos. Para acelerar la partida, el régimen pagó el coste de los trámites y exámenes médicos de todos los integrantes del grupo.

En Miami, donde organizaciones del exilio planean construir un monumento en memoria de Zapata, su familia será acogida por el Comité Internacional de Rescate (IRC), entidad fundada en 1933 por iniciativa del científico Albert Einstein para auxiliar a las víctimas de la barbarie nazi. Su finalidad actual es ayudar a las personas perseguidas por motivos raciales, políticos o religiosos. La oficina de Miami fue inaugurada en 1960 con el propósito de atender a los refugiados cubanos que entraban a EE.UU. huyendo del régimen castrista.

Suzy Cop, directora ejecutiva de IRC en el sur de Florida, afirmó que la asistencia a los familiares de Zapata enfatizará la incorporación de los recién llegados a la sociedad, mediante oportunidades de trabajo y vivienda, clases de inglés y comida. Detenido en el 2003 en el marco de la redada que llevó a 75 opositores a la cárcel acusados de conspirar a las órdenes de EE. UU., Orlando Zapata fue sentenciado inicialmente a tres años de prisión por desacato, desorden público y desobediencia, pero
tras las rejas fue sumando penas hasta acumular una sanción de 36 años de privación de libertad. Su muerte, en el hospital Hermanos Ameijeiras de La Habana, donde había sido ingresado en el último momento a causa de su delicado estado de salud, provocó una ola mundial de protestas.

9-VI-11, E. Sabartés, lavanguardia