cròniques de la Barcelona punk dels 80

Després de lŽedició fa poc del llibre Que pagui Pujol, de Joni D., dos nous llançaments incideixen en la reivindicació del punk i el hardcore barcelonins dels anys 80. Els volums Harto de todo. Historia oral del punk en la ciudad de Barcelona 1979-1987, de Jordi Llansamà, i Odio obedecer. La escena alternativa en los 80: punk, rock y hardcore, del fotògraf Xavier Mercadé, passen revista a una escena subterrània de la qual, fins ara, gairebé no hi havia bibliografia.
Els protagonistes són grups com Último Resorte, Subterranean Kids, GRB, Kangrena, LŽOdi Social i Anti/Dogmatikss, a més dŽicones de lŽescena com el Kafé Voltaire i Ràdio Pica. Els dos llibres rescaten una generació que, més enllà dŽuna extremista banda sonora, va proposar nous models empresarials, activistes i de relació social, i que, fins i tot en lŽera preinternet, es va relacionar intensament amb moviments afins dŽaltres països europeus.
http://www.elperiodico.cat/ca/noticias/oci-i-cultura/barcelona-rescata-seva-era-punk-992044

Harto de Todo: una historia oral del punk en la ciudad de Barcelona 1979-1987
Jordi Llansamà
BCore Books
634 págs 

Que pagui Pujol!; una crònica punk de la Barcelona dels 80
Joni D.
La Ciutat Invisible Edicions / Hace Color
188 / 191 págs

 

Harto de todo: amanecer punk

29 de abril de 2011

Subcultura Jordi Llansamà documenta con mimo investigador el periodo inicial del punk en Barcelona (1979-1987) en Harto de todo, un trabajo minucioso y emotivo que plasma mediante historia oral el verdadero underground urbano de los 80’s.

A la gente se le olvida lo grises que fueron los setenta españoles. Comparados con el mundo tecnicolor (y privatizado) de la Barcelona de hoy, con esas aulas que parecen anuncios de Benetton y la rua incesante de gente cool por nuestras calles, la Ciudad Condal de entonces se antoja un lugar en perpetua penumbra, borroso con interferencias de televisor portátil; un páramo de convención, miedo, abulia e inexistente cultura juvenil. Y, sin embargo, como en los continentes inexplorados del XIX, aquello no era óbice para la existencia de múltiples focos virales de entusiasmo adolescente y furia creadora. En aquella ciudad podrida pero sin domar nació el punk barcelonés de 1979; otro mundo virgen y secreto, aún por hacer.

Harto de Todo de Jordi Llansamá narra con entusiasmo y, asimismo, gran maestría un periodo que, por urgencia, inocencia y pasión, puede compararse a los 60’s británicos: el lugar donde empezamos, que diría William Golding. De la plastilina verde-ocre del marasmo post-franquista empezaron a surgir héroes, batallas, narrativas y, especialmente, una auténtica avalancha de bravos y ruidosos grupos: Último Resorte, Attak, Shit S.A., Kangrena, Sentido Común, Frenopaticss, L’Odi Social, GRB, Subterranean Kids, HHH, Skatalà y más. Y han leído bien: antes he dicho héroes. Porque la bravura que implicaba ir por la calle vestido de punk en el periodo documentado sólo puede ser tildada de heroica. “Yo creo que hemos sido más punks aquí que en Londres”, declara en el libro Dimony, entonces batería de la banda Attak, “En Londres era una moda, estaba apoyada por una tienda y por alguna tendencia. Aquí llevando esas pintas te jugabas el físico diariamente, aparte de que ya tenías claro que acabarías un par de veces al día, como mínimo, en la comisaría”.

El propio Dimony, uno de nuestros soldados desconocidos sin monumento, expone también la gran diferencia identitaria entre la nueva ola condal y la madrileña: “En el centro de Barcelona se empezó a formar realmente un movimiento que en mi opinión fue mucho más auténtico que el de Madrid, porque allí tuvieron el apoyo político de Tierno Galván. Fíjate en la cantidad de grupos que salieron de Madrid. Pues aquí había los mismos grupos o más, pero nunca tuvimos ningún tipo de apoyo”. En la capital española, la avalancha de imperdibles tuvo un componente pop del que careció por completo el punk rock condal. O, como declara Llansamà en su emotivo prólogo: “Este libro no es un homenaje, es una afirmación. El punk existió en Barcelona, y existió totalmente al margen del negocio musical, de la prensa y la farándula. Aquí no posamos para salir en la foto. Aquí se vivió con todas sus consecuencias”. Comparar el punk condal con el madrileño es como comparar la insurrección sindical de SEAT en los setenta con la caputxinada. En Madrid, la clase artística y cultural se alineó con las aspiraciones artísticas, la movilidad social y las –sin duda espléndidas- canciones de la nueva ola filo-punk (Pegamoides, Paraíso, Radio Futura…). Barna, por el contrario, era Amanecer Zulú: los punks estaban dejados de la mano de Dios, y no hace falta decir que la mayoría de escritores, comixeros y fotógrafos de la élite contracultural presenciaron el brote punk con un rictus de asco-terror en sus caras, como si se tratara del “enemigo interior” (que diría la Thatcher). Ese patente abandono inoculó en nuestro punk un espíritu de guerrilla que lo radicalizó al máximo, subrayando aún más las diferencias con su primo madrileño: según se popizaba allí, aquí se avanzaba hacia el hardcore; según se tornaba apolítico allá, aquí gestó el inicio del movimiento squatter, las movilizaciones anti-OTAN y la militancia antifascista.

Llansamà relata esta epopeya teen de la única forma en que puede hacerse: prescindiendo de sociólogos y musicólogos, y hablando en exclusiva con los protagonistas. Son ellos y sus coloridos nombres (Boski, Panko, Boliche, Dimony, Gos, Poly, Damned, Strong…) los que edifican esta historia oral, con todas sus drogas, fanzines, caídos, bares y locales de ensayo. Y su historia se lee como un poema épico de autosuficiencia, rebeldía y testarudez ante la derrota. Harto de todo, hay que decirlo, no es sólo el mejor libro sobre el punk escrito en España, sino el mejor documento sobre una subcultura jamás publicado en nuestro país. No olvidarán su lectura.

La otra novedad punk: Que pagui pujol

Uno de los entrevistados por Jordi Llansamà durante la recopilación de testimonios de su libro fue el editor del fanzine NDF, Joni Destruye. Fue aquella conversación la que inoculó en el entrevistado el ansia de contar su versión, y el inmediato resultado fue Que pagui Pujol!; una crònica punk de la Barcelona dels 80. Su libro es distinto de Harto de todo por varias razones: Que pagui pujol no pretende ser otra cosa que una visión privada, relatada con emoción y candidez, de la primigenia experiencia punk barcelonesa y su evolución. Su estilo es fragmentario, casi como un monólogo inconsciente, y el autor salpica en el texto recuerdos de infancia, familiares y de escenario en la cronología. Está lleno de ideas y reflexiones acertadas, pero no puede verse como (ni trata de ser) un intento de visión unitaria y archivista de la historia punk condal. En ese sentido, Que pagui Pujol puede tomarse como el complemento de Harto de todo, pues al margen de lo ya comentado, incide en áreas donde el libro de Llansamà no pretendía adentrarse (las manifestaciones, la okupación); a su vez, el trabajo de Joni D. ofrece mucho menos punk rock, drogas o uniformes que Harto de todo, con la meticulosa exposición de evolución sonora y metamorfosis tribal de este último. Cada uno en su casa, pues, y punk en la de todos.

Kiko Amat

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 27 de abril del 2011. Las dos fotos que incluímos aquí son un insignificante aunque sublime ejemplo del maremoto de material gráfico -en su gran mayoría inédito- que inunda las páginas de Harto de todo. La primera muestra a Rosa y Strong, ambos de Último Resorte (foto: Nuria Delgado, archivo Strong), y la segunda está protagonizada por Panko, de Attak, en directo en El Garatge de L’Hospitalet (foto: Arturo Xalabarder). Próximanente publicaremos aquí el otro artículo escrito por Kiko Amat sobre Harto de Todo, en este caso para la revista Rockdelux, con un sinfín de fragmentos escogidos del libro, así como una mini-entrevista con su autor, Jordi Llansamà)