la CIA mata un possible successor de Bin Laden

El cerebro militar de Al Qaeda, Ilyas Kashmiri, fue abatido anteanoche en Waziristán, Pakistán, por un cohete lanzado desde un avión no tripulado de la CIA. Otros ocho terroristas habrían muerto en dicho bombardeo con drones, el noveno que se produce desde la muerte de Osama bin Laden. Kashmiri era, precisamente, uno de los cuatro candidatos más firmes a suceder al fundador de Al Qaeda y figuraba en la lista de seis capturas prioritarias que Hillary Clinton facilitó al primer ministro de Pakistán hace una semana. Kashmiri - nacido en la Cachemira bajo control pakistaní-perdió un ojo en la lucha junto a los afganos contra las tropas de la URSS y luego se encargó de redirigir la yihad contra India en su Cachemira natal, como comandante de la organización terrorista Harakatul-Jihad al-Islami (HuJI). Los indios lo detuvieron, pero escapó. Luego situó a HuJI en la órbita de Al Qaeda y fue acusado de estar detrás de los dos atentados contra el general Musharraf. La CIA le tenía ganas, sobre todo como sospechoso de haber coordinado el atentado suicida con el que un infiltrado mató a siete de sus agentes en una base en Afganistán en el 2010. Cuatro meses antes, la CIA le había mandado un cohete y se le llegó a dar por muerto. Ayer, un portavoz de HuJI confirmó que el dron había dado en el blanco. 5-VI-11, J.J. Baños, lavanguardia


El lunes se supo que la CIA y los servicios de inteligencia pakistaníes acababan de apuntarse un gran tanto en la lucha contra Al Qaeda y los talibanes. Capturaron a tres líderes de Al Qaeda, entre ellos, Yunis al Mauritani. La operación supuso el fin de la tensión generada por el asesinato de Bin Laden en mayo pasado en Abbottabad.

El golpe lo dio el Frontier Corps, una fuerza paramilitar que se encarga de vigilar el noroeste pakistaní. Dos jóvenes terroristas, suicidas y talibanes, intentaron ayer vengar este revés. Fueron a por Khunam Shahzad, uno de los mandos del Frontier Corps, que tiene su base en Quetta, la misma ciudad que acoge a los líderes de Al Qaeda y los insurgentes talibanes. Entraron en su casa pero no dieron con él. Aun así hicieron estallar los explosivos que llevaban. Mataron a 23 personas - incluidos dos niños-e hirieron a más de 80. Este atentado es un eslabón más en la cadena de violencia que asuela Pakistán desde el 11-S y que se ha cobrado más de 30.000 vidas.

8-IX-11, lavanguardia